Como mujeres, somos víctimas de bombardeos continuos y despiadados de "la moda"; nos ataca desde TV, periódicos, revistas, tiendas, anuncios, escaparates, cartelones en las calles, nuestras amigas, compañeras de trabajo, del colegio, de la universidad... Hasta en la iglesia no escapamos de esta guerra silenciosa pero muy efectiva.
Y si no, dime:
- ¿has dejado de ponerte alguna ropa "porque ya no se usa"?
- ¿has cambiado o modernizado alguna de tus ropas (subiendo el ruedo, cortando mangas, etc.)?
- ¿consideras que "no tienes nada a la moda" en tu armario?
- ¿tienes que buscar algo diferente para esa próxima salida?
- ¿temes la burla de lo que vistes hoy?
- ¿se sienten incómodas tus amigas, cuando salen, por la forma tan "chapada a la antigua" que tienes para vestir?
- ¿sabes que esa moda no te queda muy bien, pero la usas porque todas la usan?
- ¿te sientes incómoda con esa ropa ajustada y escotada, pero "es todo lo que aparece" en las tiendas?
- ¿te gustaría una falda más larga, pero ya "no las hacen' así?
Veamos algunos principios de ayuda para sobrellevar esta situación y salir en victoria:
1. Somos mujeres, sexo femenino, por tanto tratemos siempre de distinguirnos bien del sexo opuesto. No vistamos por nada del mundo ropa que pueda confundirnos, que nos haga parecer como hombres.
2. Deuteronomio 22:5 dice "no vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace." Si bien el verso no aclara una ropa u otra, por ejemplo si falda o pantalón, se entiende que cada prenda de vestir -ya sea falda para los escoceses o pantalón para mujeres- es diferente para cada sexo. Incluso en tiempos de Jesús se podía diferenciar con claridad un sexo de otro, cuando era común el uso de batas o túnicas para ambos sexos.
3. Estemos atentos, el mundo se acerca lentamente al personaje "neutro", ni varón, ni mujer. Me refiero a hombres maquillados, pelo largo (bien tratado y con recortes de salón), uñas pintadas, usando aretes, collares, pulseras, telas de flores, ropa apretada con escotes, vuelos, encajes transparentes, muy delgados y estilizados... y mujeres recortadas en extremo, de saco y corbata, tallas exageradamente grandes, varoniles, toscas, con anchas espaldas, muy ejercitadas y musculosas, nada delicadas ni suaves.
4. Vistamos ropa que nos quede bien, que nos ayude a disimular aquellas partes del cuerpo que tenemos más sobresalientes así como denotar aquellas que tenemos menos desarrolladas. No todo lo que está de moda queda bien a nuestra figura. Esto también se aplica si estamos delgadas o sobrepasadas de peso. ¡No todo nos queda!
5. Vistamos de acuerdo a nuestra edad. No es lo mismo el ajuar de una niña, una joven, una madre, una señora, una abuela, una bisabuela. Cada edad es hermosa y debiera lucirse bien. No pasemos a vernos ridículas tratando de usar ropa y accesorios de jovencitas cuando andamos cerca de los 40 o 50 años de edad. Tampoco vistamos a niñas pequeñas como viejitas o adolescentes. Cada etapa tiene sus cositas propias de su edad. Vive bien cada momento de tu vida. ¡Lucirás más elegante y admirada!
6. Otra parte importante es aprender a vestir acorde a la actividad a desarrollar, al lugar que se visitará, al acontecimiento que se invitó. No es lo mismo ropa usada en casa para hacer quehaceres domésticos y trabajos del diario, que ropa para asistir al templo los domingos, o una cena especial, el cumpleaños de una amiga, ir a una boda, etc. No es lo mismo si vas al campo que si vas a la playa.
Nuestro armario debe tener VARIEDAD para seleccionar combinaciones apropiadas, esto no quiere decir CANTIDAD, como a veces interpretamos, sino variedad para poder satisfacer alguna necesidad.
7. No olvidemos que todo cuanto tengamos, hayamos comprado o nos han regalado, todo es y ha sido obra de Dios. El nos ha provisto en Su gracia de todas nuestras pertenencias, por tanto seamos buenas administradoras. Hemos de saber cuidar y no maltratar, dar buena atención para que no se dañen o rompan, manchen, considerando siempre como algo de valor que no merecemos, saber apreciar lo que tenemos.
8. Recordemos que lo más importante para Dios no es lo de afuera, nuestra apariencia externa, sino lo interno, la condición de nuestro corazón. Si bien Dios complace y suple toda nuestra necesidad y antojos de manera hermosa cada día, Su mayor anhelo es que adornemos nuestro corazón [y sea visible a otros] con prendas de piedad, bondad, paciencia, honradez, gozo, paz, dominio propio, etc.
Recordemos el verso de 1Pedro 3:3-4, "vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios."
Nada como poder lucir realmente radiantes, llenas de luz y resplandecientes como verdaderas hijas de nuestro Padre Dios. Como dice Colosenses 3:12 "vestíos, pues, como escogidos de Dios..."
Aprendamos a utilizar aquellas prendas y accesorios donde nos sintamos plenamente satisfechas de representar dignamente el llamarnos "hijas de Dios." Que nadie ponga en duda en Quién creemos, Quién es nuestro Amo y Señor. Que nuestro vestir no sea para llamar la atención de forma inapropiada del sexo opuesto -recordemos que el hombre se excita por la vista-, sino más bien para llamar la atención de forma apropiada y dar gloria a nuestro Dios.
Y para concluir...
Cuando te vistas, pide al Señor en oración que te ayude a elegir lo que debes usar, para representarle correctamente. Y cambiada, frente al espejo, permite al Señor que te muestre lo que El ve, y que puedas cambiar, sustituir o eliminar aquello que no corresponde o empaña la imagen y semejanza a nuestro Dios. Si dudamos para usar algo... mejor no lo usemos, procuremos no ser tropiezo a nadie.
El siguiente cuestionario puede ser ayudita, para contestar antes de salir de casa:
- ¿voy vestida acorde a la ocasión?
- ¿voy vestida acorde a mi edad?
- ¿voy vestida acorde a mi figura?
- ¿represento dignamente a una hija de Dios?
- de la forma que estoy vestida, ¿puedo testificar tranquila y libremente de Cristo como mi Salvador y Rey y Señor?
- ¿me vestí para dar gloria a Dios o para atraer las miradas del sexo opuesto?
- ¿alguna parte de mi atuendo (escote, corto de falda, transparencias, abiertos) pudiera ser tropiezo a quienes me ven?
- ¿usaría esto si estuviera con mis hermanas de la iglesia?
- ¿me atrevería a vestir así para ir al templo?
- ¿cuáles cosas me puedo quitar, para no verme tan "cargada"?
- ¿qué me veo diferente?
Yoli de Mallén. Iglesia Convertidos a Cristo.
www.convertidosacristo.org
No hay comentarios.:
Publicar un comentario