sábado, 30 de octubre de 2010

Castañuelas

La guagua

Meditación del 30 de Octubre

“El escribiros las mismas cosas a mí no me es molesto, y para vosotros es más seguro” (Filipenses 3:1).
 
En ocasiones es necesario hacer repeticiones. Es cierto que son molestas a la carne, pero provechosas en la gracia.
La mayoría de los hombres tienen amor adúltero a la verdad, se entusiasman e interesan mientras sea nueva y fresca pero tan pronto como se la repiten se inclinan a la mundanalidad. 
Los israelitas se cansaron del maná a pesar de ser alimento celestial. 
Un puritano decía que parcialmente se debe a la impaciencia de la culpa: como son culpables les molesta oír de nuevo la verdad y en lugar de humillarse se irritan. La repetición de reproches y amonestaciones es como vinagre sobre la herida, gravoso sobre una conciencia culpable, pero esas repeticiones son a veces muy necesarias para curarnos del mal.

Que no te sea gravoso oír las mismas verdades presionando sobre tu corazón. Las verdades comunes no son tan claras a tu boca ni muy caducas a tus oídos. Si alguna vez te tocase oír un sermón repetido, considera la providencia de Dios: “¿Acaso no se venden dos pajaritos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el consentimiento de vuestro Padre” (Mateo 10:29). 
Piensa que quizás tu corazón necesita oír otra vez. No desprecies la sabiduría divina, aunque sea repetida.
 
Generalmente vamos a oír los sermones con un corazón no mortificado, sin la debida preparación piadosa. Dios te da la siguiente recomendación: “Si alguien se imagina que sabe algo, aun no sabe nada como debiera saber. Pero si alguien ama a Dios, tal persona es conocida por el” (1Corintios 8:2-3). 
Dios ha visto que no vives a la altura de lo que El mismo te ha hecho conocer, y trae de nuevo esas verdades.
 
En música, cuando un hombre oye una melodía agradable le gusta escucharla otra vez. Escuchar por segunda vez las Escrituras es dulce a un corazón gobernado por la gracia. Es vanidad y glotonería negarse a comer el mismo alimento dos veces. “Jesús le dijo por tercera vez: Simón hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: "¿Me amas?” (Juan 21:17).
 
A ningún hombre pecador le agrada despertar sospechas, porque reviven la culpa. Si es tu caso, entonces sé humilde, sincero, transparente, y mucho bien entrará a tu alma.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

viernes, 29 de octubre de 2010

Meditación del 29 de Octubre


"Pero ahora voy a ti; y hablo estas cosas en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos" (Juan 17:13)
 
Al leer este verso notamos que el Señor Jesús amplifica el argumento que antes inició sobre Su propia partida y el peligro en que dejaba a Sus discípulos, indica la razón del por qué fue tan diligente en orar por ellos. Como si hubiese dicho: "Padre Yo voy a ti, pero a estos voy a dejarlos sin mi compañía, necesito hacer una buena provisión para ellos".
El argumento muestra cuál fue el ruego especial de Su alma en toda esta oración: Ser fiel para no traer vergüenza sobre el Nombre del Padre, pero también asegurar a los discípulos de Su cuidado sobre ellos. 
Por esta oración ellos podían ver el amor hacia ellos.

Oró delante de ellos para que supieran cómo 
oraba, con acentuado amor y fervor. Cristo habría de dejar claro registro de Sus afectos a la iglesia, muestra de Su empeño por el bien nuestro: "Hablo estas cosas en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos". 
Como decía Lutero: "Déjennos cantar el salmo 46 y también déjennos meditar sobre Juan 17. Porque allí están el remedio para todas las aflicciones de la Iglesia". Cuando veamos males en el mundo, peligro para nosotros, vayamos sin tardar y con diligencia a recordar las oraciones del Señor Jesús.

Cristo dice "mi gozo" porque El es el autor de tal gozo. El gozo que Yo obro como Redentor y Mediador. De nosotros mismos no tenemos otra cosa que problemas y desespero: "Yo soy el que crea fruto de labios: Paz, paz para el que está lejos y para el que está cerca; dice Jehová. Yo lo sanaré" (Isaías 57:19).
Lo poseemos, pero es el gozo de Cristo; El obra y causa en uno por Su Espíritu: "EL gozo en el Espíritu Santo" (1Tesalonicenses 1:6). Como si hubiese dicho que el gozo tenido y disfrutado con Su compañía corporal sea mantenido e incrementado después de Su partida: "Para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos".

No solo cumplido sino también abundante. Es gozo pleno, no solo en relación al grado sino también al compararlo con otros, ya que el gozo del mundo es vacío y sin sustancia. Agrega "en sí mismos": que esté en sus corazones por propia experiencia y sentimientos. Tenemos gran necesidad de él porque sin este gozo no tenemos nada: "Os he hablado de estas cosas para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero ¡tened valor; yo he vencido al mundo!" (Juan 16:33).

Así que esta oración de Cristo es fuente de consolación para el creyente, porque tanto como estuvo en cuerpo sobre la tierra como ahora que partió para luego volver, se ocupó con fervor por el gozo de los Suyos que hay en este mundo. 
Y el consuelo es porque si en debilidad hizo así por los creyentes, se deduce que está haciendo por ti ahora mismo y hasta que te haga entrar en el cielo. 
Es bueno y sabio recordar esta oración de Cristo para tu consuelo.

Mira el gran favor de Dios que hace el pago parte de nuestro deber, y nuestro pago es nuestro servicio. Los caminos de la fe son agradables, no amargos ni pesados, y si en esta vida nos paga así, ¡oh cuán hermosa será la recompensa eterna! Es cierto que andamos por un valle de lágrimas, pero a veces el sol brilla cuando está lloviendo.
Felices los que sirven a Cristo conscientes de hacerlo para El:
"Por la mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días" (Salmo 90:14).   

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

jueves, 28 de octubre de 2010

Meditación del 28 de Octubre

“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos" (2 Corintios 5:14-15)
 
En el contexto de estas palabras el apóstol trae a consideración las razones de su fidelidad en el ministerio, nos dice por qué se expuso a un trabajo tan duro, de tanto peligros y tantas calamidades.
Aquí cita tres grandes motivos: 
Primero, su esperanza de una bendita inmortalidad: "Porque sabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshace, tenemos un edificio de parte de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos" (v1).
Segundo, el terror del juicio final: "Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho por medio del cuerpo, sea bueno o malo" (v10). 
Tercero, el inefable amor de Cristo: "Porque si estamos locos, es para Dios; o si estamos en nuestro juicio, es para vosotros" (v13).
Pero ninguno de sus potentes argumentos puede ni debe ser separado del mayor y esencial: "Porque el amor de Cristo nos constriñe"
De manera que es deber y propiedad de la vida espiritual referir todas nuestras buenas y valiosas acciones, no al yo, sino a Dios.

Un c
ristiano no es un hombre dueño de sí mismo, no vive para sí mismo por la simple razón de que todo su ser es del Señor: “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, sea que vivamos o que muramos, somos del Señor" (Romanos 14:7-8).

Por causa de la redención de Cristo nuestras relaciones, posesiones, disfrutes, condiciones de vida e intereses son propiedad de Dios. El como nuestro redentor tiene poder y pleno derecho de poner reglas a nuestras vidas.
Si somos pobres, esta pobreza hemos de vivirla según las reglas de Dios, y si  prósperos, de la misma manera: de acuerdo a lo que El manda.  

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

miércoles, 27 de octubre de 2010

Meditación del 27 de Octubre

Al que no conoció pecado, por nosotros Dios le hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él” (2Corintios 5:21).
 
Cuando tu corazón esté al ahogarse por la multitud de tus pecados reflexiona sobre la muerte del Señor Jesucristo.
El enemigo de nuestra alma y conciencia nos acusará justamente por nuestras faltas y la abundancia de mal desde el inicio de nuestros  pensamientos,  seremos provocados al ahogo, como lo relata el  salmista:  "Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; como carga pesada se han agravado sobre mi" (Salmo 38:4). Este un espejo de la condición del creyentes bajo ciertas situaciones, pero en tal caso medita sobre los  sufrimientos de Cristo, que no fueron por El mismo, sino por ti.

Tú mismo u otro te acusará de descuido en tus deberes 
devocionales; de orgullo, envidia, murmuración, malos deseos y placeres mundanos, de mal ejemplo a otros, descuido de tus deberes familiares o matrimoniales, de orar para ti mismo y no para Dios, de buscar el aplauso de los hombres y no la gloria del Creador.
Cuando todas estas cosas vengan sobre ti y no veas salida de misericordia, considera que no eres tú mismo quien paga por tus propios pecados sino que esa carga pertenece a Cristo. El acuerdo es que serían echadas sobre la espalda del Señor Jesús: “Venid a mi todos los que estáis trabajados, y cargados; y yo os haré descansar" (Mateo 11:28).
 
Supongamos que piensas que la providencia está en tu contra. Esto levanta aflicción, amargura de ánimo, problemas y descontento. Te parece que Dios te está castigando por tu pecado para que satisfaga las demandas de la justicia divina.

¿Qué hacer?

Recordar que Dios nunca te pedirá algo para satisfacer Su justa venganza por el pecado. Nunca. Porque Cristo fue puesto para expiar nuestras faltas y transgresiones. Requerido de Jesucristo y no de ti ni de nadie más. Cristo tomó los pecados de Su pueblo sobre Sí mismo.
Lo que sí puede suceder es que tengas alguna mancha en tu alma que te impide paz y gozo cristiano; y que para humillación, limpieza y hacerte el bien recibas disciplina para mejoría, nunca para destruirte. 
No olvides esto del ministerio de Cristo: “Por lo que padeció aprendió la obediencia" (Hechos 5:8). Las  lecciones de obediencia en la Escuela de Santidad de Cristo se aprenden sufriendo. Tales adversidades son para instruirnos, no para Dios vengarse, porque la promesa del pacto es muy clara:
"Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien"  (
Jeremías 32:40).

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

martes, 26 de octubre de 2010

Para cambiar un bombillo

¿Cuántos cristianos se necesitan para cambiar un bombillo?

CARISMATICOS: sólo uno. El resto tiene las manos en el aire.

PENTECOSTALES: Diez. Uno para cambiar el foco y nueve para orar contra el espíritu de las tinieblas.

PRESBITERIANOS: Ninguno. Las luces se encenderán o apagarán según esté predestinado.

CATOLICO ROMANOS: Ninguno. Sólo velas.

BAUTISTAS: Por lo menos 15.  Uno para cambiar el bombillo, tres comités para aprobar el cambio y decidir quién trae el pollo frito y la ensalada de papas.

EPISCOPALES: Tres. Uno para llamar al eléctrico, otro para mezclar las bebidas y otro para hablar de lo bueno que era el último.

UNITARIOS: Prefieren abstenerse de dictaminar a favor o en contra de la necesidad de un bombillo. Sin embargo, si en tu propia jornada has descubierto que los bombillos son para ti, te invitan a escribir un poema o componer una danza moderna sobre tu bombillo para el próximo servicio del domingo, en que explorarán tradiciones sobre bombillos, incluyendo incandescentes, fluorescentes, de tres vías, multicolores, entintados, de larga vida, etc., todos los cuales son caminos igualmente válidos para luminiscencia.

METODISTAS: Indeterminado. No importa si el bombillo es brillante, alumbra poco o de plano no enciende, de todos modos eres un ser amado. Trae el bombillo de tu elección para el siguiente servicio y un platillo para las ofrendas.

NAZARENOS: Seis. Una mujer para reemplazar el bombillo, cinco hombres para debatir las políticas de la iglesia sobre el particular.

LUTERANOS: Ninguno. Los luteranos no creen en el cambio.

AMISH: ¿Qué es un bombillo?

Meditación del 26 de Octubre

"Tú oyes la oración. Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia, oh Dios de nuestra salvación, esperanza de todos los términos de la tierra, y de lo más remotos confines del mar" (Salmo 65:2,5).
 
Amado y entrañable hermano, eres un gran privilegiado, porque el Altísimo oye tus oraciones.
La mayor parte de la humanidad está destituida de este hermoso y útil privilegio, y cuando están en aprietos o les llegan calamidades o son visitados por ellas, no tienen un Dios al que puedan ir y ser librados.
Es cierto que cuando están afligidos buscan ayuda, pero donde acuden no son ayudadores, porque los engañan, les traen ruina, aumentan las miserias de su alma y son acechados como un león rugiente tras su presa.

Amado hermano mío, creyente en Dios y Cristo, contigo no es así. Tienes un Dios que conoces y El te conoce, un Dios de infinita gracia y misericordia, un Dios lleno de compasión al débil y al necesitado y al pobre y preparado para compadecerse de nosotros en todos y cada uno de nuestros problemas y lamentos y darnos ayuda y el alivio que necesitamos.
Cuán altamente privilegiados son los hijos de Dios, tienen la Santa  Palabra de este mismo Dios, donde aprenden no solo lo que deben pedir sino también cómo pedirlo. Para ellos hay abundantes misericordias, tan abundantes que no se agotan, y además enseña cómo pedir, buscar y recibir esos favores del cielo, porque Dios está más presto para dar que nosotros para pedir, y su queja con nosotros es que no pedimos lo suficiente, que no oramos todo lo que debiéramos y pudiéramos, al punto que de continuo El mismo nos tiene que recordar que le pidamos: "Pedid, y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla, y al que llama se le abrirá. Todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mateo 7:7;21:22).
 
La oración es un poderoso instrumento mediante el cual el Creyente puede prevalecer con el Creador.

Mueve y aplica tu corazón al deber de la oración, porque aun cuando seas débil en tus deberes, por medio de la oración y la gracia de Dios 
puedes convertirte en una alma fuerte:
La oración es un mensajero directo de la tierra al cielo: "Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti y esperaré" (Salm.5:3). 
David enviaba un correo matutino cada día, dirigido a la corte celestial.
La oración hace conmover las entrañas de Dios: "¿No es Efraín hijo precioso para mi? ¿N
o es niño en quien me deleito? Pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová" (Jeremías 31:20).
Cuando Dios oyó el quejido de Efraín, se condolió. Porque nuestro Señor sufre y se compadece de nuestras dolencias.
La oración hace despertar a Dios, cuando nos parece que en relación con Su providencia está dormido: "Despierta; ¿por qué duermes, Señor? Despierta, no te alejes para siempre" (Salmo 44:23). Como si la oración pusiera al Creador a ejecutar los nobles actos de Su Omnipotencia, como si lo despertáramos para que ponga en acción y ejecute lo que estamos rogando.
La oración es como amarrarnos a Dios: "Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti" (Isaías 64:7). Como atarnos con cadenas a las promesas y las declaraciones que el Señor ha dicho de Su buena voluntad hacia nosotros.

Al considerar el poderoso instrumento de la oración a Dios, podemos entender  por qué el Enemigo procura con tanto interés y maquinaciones carnales desanimar o deprimir para que no oremos; se emplea a fondo con  distracciones y pensamientos para abatirnos, turbarnos y que no oremos.

Repetimos: si todo esto es verdad -y ciertamente lo es- analiza:  
Hermano mío, aunque seas débil en los dones, aunque tu corazón esté frío y duro, aunque estés bajo muchas distracciones, aunque el Señor parezca esconder Su rostro a tus oraciones, aunque el Señor parezca enojado contigo, aunque haya incredulidad en tu deber, egoísmo en tus peticiones, aunque tu corazón no esté preparado de acuerdo a las preparaciones del santuario, aunque seas una persona de muchas pasiones...

No obstante todo eso, no tienes causa justa para vivir paralizado o desanimado, sino todo lo contrario, estimulado al deber esencial de orar siempre a Dios.

Por tanto, digamos como
el salmista: "Por eso orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado” (Salmo 32:5).

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

lunes, 25 de octubre de 2010

Santidad

Meditación del 25 de Octubre

“¿Quien entre vosotros teme a Jehová y escucha la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová y apóyese en su Dios” (Isa.50:10).
 
Fe, verdadera fe salvífica, ve en Dios y en Cristo la dulce respuesta a todos sus temores, carencias y miserias; como dice el profeta a los hijos de la verdad:
"Apóyese en su Dios".
Ahora bien, hay en Dios eso que responde a todas nuestras necesidades del alma. Veamos un ejemplo en Moisés: "Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con el, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de el, proclamo: ¡Jehová, Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Exodo 34:5-6).
“Jehová, Jehová", esto es, el Dios que llama las cosas que no son como si fuesen, o que las cosas que no son El hace que sean, repetido en el texto: "Jehová, Jehová".

Dirás que tus tentaciones son fuertes, que tus codicias son devoradoras y te abaten y te turban con gran amargura de corazón. Pero sé de buen ánimo, porque el Señor dice aquí que Su nombre es el Fuerte, el Todopoderoso, y aunque tú mismo y tus deberes sean débiles, aun así El te cargará en los brazos de Su poderosa y toda suficiente Gracia. 
Pudieras decir que sabes que Dios es fuerte y llama las cosas que son como si no fuesen, pero "temo que no quiera ayudarme." 
A tu temor responde con la palabra de verdad, revelada este pasaje, donde dice de manera muy clara que Su nombre es también: "Misericordioso." De modo que tu Dios no solo es todopoderoso para ayudarte, sino también misericordioso, que se deleita en ayudarte.

El verso agrega que Dios también es compasivo o "Piadoso"; esto es, que El hace bien no porque tú seas bueno -porque no lo somos- y como no lo somos tampoco lo merecemos. Dios es bueno, Dios de Gracia, quien lo hace en Su libre amor, porque ese es Su nombre: "Piadoso".

Dirás: "Pero es que he estado por años pecando en contra de Su ley y no puedo ni siquiera pensar y mucho menos esperar misericordia, me parece que no hay misericordia para mí." 
Aun así dice el Señor: Hijos sean de buen ánimo, anímate, porque si por mucho tiempo has estado pecando y me has provocado a gran enojo contra ti, he aquí mi Nombre: “Tardo para la ira". 
"Pero es que he pecado en abundancia, en exceso; son tantos que no puedo contarlos, y peor, no me he humillado lo suficiente; he roto todos mis votos, he fallado en todos los compromisos que he hecho con el Señor, y esto me turba, me abate, me desanima..." 

Tengo para ti palabras de fe que tu alma debiera aplicar.
A pesar de lo que has dicho, he aquí la respuesta divina: "Grande en misericordia y verdad", como si Dios te preguntase: “¿Eres abundante en pecado? ¿Haz roto la fe conmigo? Pues Yo soy grande en misericordia y verdad. De modo que Yo puedo hacerte el bien; Yo quiero hacerte el bien y lo hago, no porque lo merezcas, sino porque Yo soy bueno. No te he destruido porque soy tardo para la ira, no estoy enojado contigo, aunque hayas negado la fe y confianza hacia mí, aun así: Yo soy grande en misericordia y verdad. Por eso y mucho más,  si turbado, abatido, deprimido, tu remedio es apoyarte en el Nombre de Dios".

"Oh pero estas palabras fueron dichas a Moisés, no aplican a mí sino a los escogidos de Dios, hombres como Abraham, Pedro, Pablo, y otros."
Oye  la respuesta de Dios a semejante argumento:
"Que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación." (Exodo 34:7).
Las misericordias de Dios no se agotaron con aquellos ilustres santos. Aunque pienses que fue para otros tiempos donde no había tanta maldad y perversión e iniquidad como hay en esta generación, aun así aplica, porque Dios dice "que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado." Dios perdona toda clase de pecado, sea este por naturaleza o debilidad; por ignorancia o con conocimiento.
 
Alguien comentará que hablar así es peligroso, suena como si hubiese licencia para pecar contra Dios o dar rienda suelta a los malos deseos de la carne. 
De ninguna manera pienses así, porque el propio pasaje nos advierte: “Pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación".

Ahora bien, a un pobre pecador, un hombre temblando por la carga del pecado sobre su atribulada alma y quien desea conocer mi Nombre, dígasele a él y a todos, que por siempre Dios será conocido así: “¡Jehová, Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad. Que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación
!" (Exodo 34:5-7).
 
La fe conduce a la palabra de Dios y guía el alma para apoyarse en el Nombre de Dios y el corazón se aquiete contra toda turbación o desaliento.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

sábado, 23 de octubre de 2010

Meditación del 23 de Octubre

"Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo" (Lucas 22:31).

Cuando un cristiano es tentado, una pobre alma ha sido llevada al campo de batalla a pelear un duelo contra Satanás. Pedro ni siquiera sabía que iba a ser tentado pero le fue comunicado por el Señor para que entendiera que no estaba solo y que El pelearía por Pedro.

Todas las tentaciones son solicitadas por un espíritu cruel e inmundo e incluso cuando el hombre no sea consciente ni mucho menos esté de acuerdo con tal petición, sufrirá. Una mujer casta y buena considerará como gran aflicción el hecho de ser violada; sufrirá, y aun cuando fue forzada, siempre le será motivo de tristeza. Cuando un verdadero creyente es tentado al mal, aunque no tenga su voluntad en ello, sufrirá.
Por eso es muy saludable que en nuestras oraciones nunca falte aquella petición que el Señor nos ha enseñado, que pidamos y roguemos a Dios que no nos meta en tentación, o no nos deje caer en ellas.

Ninguno se hace consciente de que va a ser tentado. El enemigo lo solicita y se le concede, sigamos entonces la exhortación que nos da el Espíritu cuando nos dice: "Velad, y orad para que no entréis en tentación” (
Mateo 26:41). Velar debe entenderse como diligencia en nuestra vida espiritual, orar muestra dependencia de Dios pues sin El nada podemos hacer, mucho menos vencer.
Cuando vencemos tentaciones Dios se glorifica, porque mediante este triunfo el Señor manifiesta Su poder: nosotros como Sus criaturas venimos a ser instrumentos de Su poderío, como un soldado lo es del ejército al que pertenece. 

Las tentaciones son mayores cuando tocan alma y cuerpo, la aflicción es mayor. Si en una pareja de esposos el marido enferma y la esposa sana o viceversa, no será tan malo como cuando ambos están enfermos.
Así, cuando alma y cuerpo son tentados, el dolor es muy grande y la tristeza es mayor. Pues a veces el cuerpo ha sido atacado pero no el espíritu, y con su fortaleza el espíritu entonces respalda y mantiene el cuerpo en lucha.
"Y para que las grandezas de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no enaltezca sobremanera" (2Corintios 12:7).
El consuelo del Espíritu Santo fue derramado sobre el hombre interior del apóstol, quien lleno de gozo se mantuvo en actitud firme. 
Roguemos al Señor, que nos enseñe a cultivar buenos pensamientos de El y a esperar pacientemente en Su misericordia.
Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

viernes, 22 de octubre de 2010

Meditación del 22 de Octubre


"Porque se os ha concedido a vosotros, a causa de Cristo, no solamente el privilegio de creer en él, sino también el de sufrir por su causa” (Filipenses 1:29).
 
Desánimo o depresión espiritual hace que aflicciones y sufrimientos parezcan durar más tiempo del normal, porque la impaciencia hace que el enfermo vea al médico como un hombre cruel, o que mientras más grita un niño bajo la vara, más duelen los azotes.
Pero si consideramos y aplicamos al corazón lo que son las aflicciones del creyente, el mal de la depresión disminuye y hasta desaparece. De modo que es muy conveniente mirar en detalle aquello de las aflicciones de los santos. 

El Nuevo Testamento enseña que ellas fueron compradas por el Señor Jesucristo para los suyos: "Así que nadie se gloríe en los hombres; pues todo es vuestro, sea Pablo, sea Apolos, sea Pedro, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo porvenir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios" (1Corintios 3:21-23).
Pablo dice que la muerte, reina de miedo y angustias, es uno de los bienes que Cristo compró en Su sacrificio, y lo compró para usted y se lo dejó a usted. 
Si la muerte es suya, luego entonces todas las aflicciones -hijas de ella- también son suyas: ¿Quien tendrá miedo de lo que es de su propiedad?

Por otro lado se nos dice que las aflicciones son parte de los dones de Dios: “Porque se os ha concedido a vosotros, a causa de Cristo, no solamente el privilegio de creer en el, sino también el de sufrir por su causa" (Filipenses 1:29). 
Cristo no da males a los suyos, de ninguna manera, y aunque las aflicciones parezcan ser un mal, en realidad son un bien. Lo que Cristo nunca dará son tu desespero e impaciencia, esto no procede de Dios sino de tu propia incredulidad y mal corazón.
Pero es bueno decirte que es inevitable, en muchos casos, que los sufrimientos traigan tristeza debajo del brazo, como está escrito: "Al momento, ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados" (Hebreos 12:11). 

Esas verdades generales pueden individualizarse con la vida de un hombre en Cristo: "Como no conocidos, pero bien conocidos; como muriendo, pero he aquí vivimos; como castigados, pero no muertos; como entristecidos, pero siempre gozosos; como pobres, pero  enriqueciendo a muchos; como no  teniendo nada, pero poseyéndolo todo" (2Corintios 6:9-10). 
Observa el "como" empleado por el apóstol, habla de las aflicciones como si no fueran sufrimientos; como un hombre que se ha enfermado de gripe para curarlo de tuberculosis. Pablo llama medicina-enfermedad a sus aflicciones. 
El vómito, por ejemplo, es un mal contra el estómago, pero cuando una persona se intoxica al ingerir una sustancia venenosa, la medicina en general es inducir al vómito. Un mal menor salva de uno mayor, en este caso hasta morir.

Las aflicciones del creyentes son medicina-enfermedad. La angustia no es un bien en sí, sino mal necesario en muchos casos, dada por la mano del Padre. Los cosecheros de arroz dan de golpes a la mata del grano para separar el grano útil de la paja inútil. Usan lo malo para sacar limpio lo bueno.

En las palabras del profeta notamos la promesa de Dios: "Su Dios le enseña y le instruye en cuanto a lo que es correcto: que el eneldo no se trilla con el trillo, ni sobre el comino se hace rodar la rueda de la carreta; sino que el eneldo se golpea con un palo, y el comino con una vara. Por cierto, no se muele el grano indefinidamente, ni se lo trilla sin fin. Pero haciendo pasar la rueda de la carreta, lo esparce y no lo tritura. También esto procede de Jehová de los Ejércitos, maravilloso en designios y grande en logros" (Isaías 28:26-29). 
Dios ha prometido no pasar la rueda de molino sobre los débiles, a ellos los trillará. Cada instrumento de limpieza se aplicará en proporción a la fortaleza de cada quien. Veamos el proceso del arroz: primero se sacude con un palo, luego que el grano es cáscara se separa de la paja, se introduce en la rueda de molino, se extrae el grano limpio y por último se pasa por fuego antes de ser servido como alimento en la mesa.

Como dijera un mártir de siglos pasados: "Yo soy grano del granero de Dios; por tanto, debo pasar por su aventador, después por entre las piedras del molino, y de ahí al caliente horno, antes de ser pan para Cristo".
Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

ya volvimos!


















                                      Desde las cataratas del Niágara

jueves, 21 de octubre de 2010

Haciendo Planes en el Señor

“Oíd ahora, los que decís: Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y pasaremos allá un año, haremos negocio y tendremos ganancia. Sin embargo, no sabéis cómo será vuestra vida mañana. Sólo sois un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. Más bien, debierais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestra arrogancia; toda jactancia semejante es mala. A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado” (Stgo. 4:13-17).

Cuando Satanás cayó de su estado privilegiado, una de sus metas era deshacer lo que Dios había hecho. Fue por ello que se acercó a Adán y a Eva, pues quiso arrastrarlos a ese estado de rebelión. La manera en que lo hizo fue con mentira, haciéndoles creer que ellos serían como Dios, autónomos y arquitectos de sus propios destinos. Es increíble como después de miles de años el maligno sigue con la misma trampa y millones y millones de personas siguen cayendo en la misma trampa; mas aun, si somos francos y sinceros con nosotros mismos, tenemos que admitir que también nosotros que profesamos creer y amar a Dios, muchas veces caemos en esta misma trampa, especialmente en el aspecto de nuestros planes futuros.

I- ¿A quien va dirigido este mensaje? “Oíd ahora, los que decís: Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y pasaremos allá un año, haremos negocio y tendremos ganancia”. Si ponemos atención a las primeras palabras del texto notaremos que santiago se está dirigiendo a un grupo específico de personas: “los que decís…”. Probablemente Santiago se estaba dirigiendo de manera primaria a comerciantes judíos-cristianos que estaban dentro de la iglesia. Sin embargo, creo que por el uso de los verbos en futuro, los que apuntan a acciones potenciales pero no realizadas todavía, podemos darle al texto una aplicación más amplia. Podemos aplicarlo a todos aquellos que hacen planes para el futuro, ya sea un futuro lejano o un futuro cercano.

II- ¿Cuál es el llamado de Santiago a todos aquellos que hacen planes? “Oíd ahora”. Dios no se opone a que hagamos planes para el futuro, sin embargo, El tiene algo muy importante que decirnos al respecto.

1- Negativamente: Si hemos de hacer planes futuros, debemos entonces evitar una actitud de jactancia o arrogancia. ¿Cómo se manifiesta una actitud arrogante en nuestros planes futuros? Según Santiago, una actitud arrogante implica no tomar en cuenta a Dios, ni a Su voluntad y ni a nuestra dependencia de El.

¿Cómo podemos conocer esta actitud en una persona? Por lass palabras, es decir, por la forma en que hablamos. Santiago comienza haciendo un llamado a aquellos que dicen... y luego agrega: “En lugar de lo cual deberías decir”. De la abundancia del corazón habla la boca y cuando esta actitud inunda el corazón, eso mismo se revelará en nuestro hablar y aun en nuestro callar.

¿Realmente la Biblia enseña que esto es arrogancia y orgullo? El Salmista dice en el Salmo 10:4: “El impío, en la altivez de su rostro, no busca a Dios. Todo su pensamiento es: No hay Dios”. Según el salmista, ¿Cómo se le llama a aquel que no tiene a Dios en sus pensamientos? Impío y altivo (arrogante). Vivir sin tomar en cuenta a Dios en ninguno de nuestros planes es altivez y orgullo. De hecho, el vivir de esta manera apunta a un tipo específico de ateismo, el ateismo práctico, el cual, aunque puede confesar que cree en Dios, sin embargo, vive como si no hubiese Dios.
¿Por qué es arrogante esta actitud? ¿Qué es la jactancia y la arrogancia? La jactancia y la arrogancia son hermanas inseparables del orgullo, es decir, de tener un concepto de nosotros mismos mucho más elevado del que deberíamos tener. Cuando vivimos con esta perspectiva de la vida estamos actuando como si fuésemos Jehová. Jehová significa que solo El es el autoexistente y autosuficiente, quien no necesita de nada ni de nadie para su existencia. Nosotros, en cambio, somos criaturas necesitadas y dependientes de El para todas las cosas. Pero cuando hacemos planes sin tomar en cuenta a Dios actuamos como si fuésemos autoexistentes y autosuficientes, como si no dependiéramos de nada ni de nadie para nuestra existencia. Esa arrogante actitud exalta al hombre como si este fuera el arquitecto de su propio destino.

Santiago no reprende entonces aquí el hacer planes, sino la mundanalidad, el orgullo y la arrogancia de disponer y organizar toda nuestra vida como si Dios no existiera no interviniera en ella. Esta actitud es impía y mala. Podemos estar seguros que el mismo que tentó a Adán y a Eva con el pensamiento de que ellos serian como Dios, está también detrás de tal actitud.

2- Positivamente: tener una perspectiva correcta de Dios y de la vida. ¿Qué implica tener una perspectiva correcta de Dios y de la vida según Santiago?

a) Por un lado, implica reconocer de corazón, no solo de palabras la soberanía y el señorío de Dios sobre todas las cosas, aun sobre la vida y la muerte. Podemos hacer planes, podemos planificar el estudiar tal carrera, el ir a tal universidad, el trabajar en tal lugar, etc, pero siempre con la convicción de que Dios es quien decide en su soberana voluntad. Podemos entonces proponer nuestros planes, pero al fin y al cabo, es Dios quien dispone. Así lo dice el salmista: “del hombre son las disposiciones del corazón, mas la respuesta es de Jehová”. Se trata entonces de reconocer la soberanía de Dios sobre todos los aspectos y esferas de la vida. Se trata de reconocer que El hace según su voluntad en el cielo y en la tierra y que nada ni nadie puede detener su mano ni cuestionar sus propósitos.

b) Por otro lado, implica tener una perspectiva correcta de la vida. Santiago dice que nuestra vida es como una neblina, la cual aparece en un momento y al otro momento desaparece. La niebla no es más que un tenue vapor que se desvanece a la salida del sol. Es frágil y carece de durabilidad. Pudiera ser que vivas 80 años, pero puede ser que vivas solo 12. Sea como sea, cuando comparamos nuestra vida aquí en la tierra con la eternidad futura, llegamos a la conclusión de que la vida presente no es más que un vapor que pronto se desvanece. Mas aun, tener una perspectiva correcta de la vida implica el saber que nuestra larga eternidad futura depende de lo que hagamos en esta corta existencia presente. Por tanto, lo mas sabio que puede hacer es vivir en esta vida presente a la luz de la vida venidera, sembrando para la eternidad. Después de todo, una vez estés en el cielo o en el infierno, no importara mucho si en la vida presente eras ingeniero, arquitecto, limpiabotas, etc.

III- ¿Por qué es importante esta actitud? ¿Por qué es importante el vivir concientes de que dependemos de Dios para todas las cosas, aun para los planes futuros? ¿Por qué es importante recordar que hagamos lo que hagamos El tiene el control y la decisión final? ¿Por qué es importante vivir bajo la sombra de su voluntad?

El asunto radica en que para Dios importa una verdadera perspectiva de la vida, pues ella comunica y modela la forma en que pensamos y hablamos sobre los planes futuros. En otras palabras, la visión de la vida que tengamos determina lo que hacemos y el como lo hacemos en esta vida. Recuerda que Dios nos creó no solo para hacer cosas e ir a distintos lugares con nuestros cuerpos, sino también para asumir ciertas actitudes y convicciones que reflejen una visión real de la vida y de Dios. Dios quiere que la verdad sobre Si mismo y sobre la vida se conozca y se sienta como parte de nuestra razón de ser. Así que, en todo lo que hagas, Dios exige de ti una perspectiva correcta de la vida.

¿Cómo puedo obtener una visión correcta de Dios y de la vida? Las Escrituras es la respuesta: “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16-17). Amados, la Biblia es la respuesta. Escudríñala, abrázala y atesórala. Solo ella puede producir en ti raíces, raíces tan profundas como para permanecer firmes cuando llegue el fuerte viento de la prueba. Amado joven, este libro (la Biblia) te apartará del pecado o el pecado te apartará de el. Pero te aseguro que si te apartas de el andarás desorientado, como una brújula sin norte, pues solo El te puede dar la perspectiva correcta y las respuestas precisas a todas las interrogantes que le tengas a la vida. Este libro es como el zapato de la cenicienta, es el único mensaje que encaja perfectamente a las necesidades y a los anhelos más profundos del corazón.

Una palabra más a los padres. Timoteo conocía las escrituras porque la había aprendido desde niño por medio de su madre y su abuela. Tú eres una pieza clave para que tus hijos crezcan con una visión correcta de Dios y de la vida. Si tú no te saturas de la Biblia, no tendrás nada que dar a tus hijos. Te ruego con todo el corazón que abraces la Biblia y la vivas. No hay mejor predicador para tus hijos ni nada que los prepare mas para vivir sembrando para la eternidad que el ver padres que aman la revelación de Dios, que la practican y que la practican con gozo para la gloria de Dios.

¿Qué mas puedo decir? “El fin de todo el discurso es el siguiente: teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre”.

- Juan Jose Perez