viernes, 30 de abril de 2010

Ama tus vecinos

Tim Keller identifica las siguientes características de una iglesia misionera [Tim Keller, 'The Missional Church', June 2001].

Las encuentro muy útiles y alentadoras para reconocer lo que significa involucrarse en el vecindario como misioneros.


"Un pequeño grupo misionero no está necesariamente dedicado a un programa de 'evangelismo' específico (si bien esto es recomendable).

Más bien,

1. Si sus miembros aman y hablan positivamente de la ciudad y el vecindario;

2. Si hablan en un lenguaje no plagado de términos técnicos o frases tribales piadosas ni de palabras desdeñosas o combatientes;

3. Si en su estudio bíblico aplican el evangelio a los aspectos centrales e historias de la cultura de la gente;

4. Si están obviamente interesados en e involucrados con la literatura y el arte y el pensamiento de la cultura que les rodea, y pueden discutirla apreciativa e incluso críticamente;

5. Si exhiben interés profundo por el menesteroso y generosidad con su dinero y pureza y respeto hacia otros, en especial al sexo opuesto, y demuestran humildad hacia gentes de otras etnias y culturas;

6. Si no denostan a otros cristianos e iglesias"


Entonces aquellas personas de la ciudad, tanto buscadoras de Dios como incrédulas en general, (a) podrán ser invitadas y (b) vendrán y permanecerán a medida que exploran temas espirituales.

Si estas marcas no están ahí, en su comunidad sólo incluirían creyentes, o personas tradicionales 'cristianizadas'.


Reflexiona:

1. ¿Cómo es tu comunidad según estos criterios?

2. Si nos descubrimos cambiando el lenguaje cuando hay incrédulos presentes, lo más probable es que lo cambiemos todo el tiempo. Piensa en cómo hablarías de evangelismo en presencia de incrédulos.

3. Tim Keller dice que los miembros de una comunidad misionera 'aman y hablan positivamente de la ciudad y su vecindario'. Elabora una lista de 10 cosas que amas en tu vecindario.

http://timchester.wordpress.com/2010/04/30/loving-your-neighbourhood/

Impredecible

Sí. Jesús fue impredecible a los ojos de los demás. Cuando se esperaba una cosa, hacía o decía otra.
Sin embargo, lo impredecible de su conducta era a ojos humanos solamente pues desde el punto de vista divino no fue así.
Era totalmente predecible -como lo señalaban escritos antiguos, en el cumplimiento de múltiples profecías- y siempre en beneficio de otros. Predecible al cumplir la voluntad de Dios y Su Palabra escrita y en dicha certeza alcanzar la cruz y la resurrección para nosotros.

Meditación del 30 de Abril

"Oh Jehová, he oído tu fama; he considerado tu obra, oh Jehová. ¡Avívala en medio de los tiempos; en medio de los tiempos hazla conocer! En medio de la ira acuérdate de tener misericordia" (Habacuc 3:2).


El ruego por causa de los elegidos es un ferviente pedido para que sus problemas sean acortados, que sus aflicciones sean mitigadas o moderadas. Como si dijera: Yo sé que tu ira es justa, pero si quieres puedes moderarla: "En medio de la ira acuérdate de tener misericordia". El profeta piensa que es mucho esperar hasta el fin de los años, que no espere al final de los tiempos sino en medio de los tiempos o de la aflicción. Vienen muchos problemas y peligros: no espere que se acaben los peligros para consolarnos. Como si el niño le dice a su padre que le pase la mano de consuelo en medio del castigo.

Aunque tu pueblo sea castigado que también sea preservado, que queden creyentes para iluminar la próxima generación, que la tierra no termine en una ruina total. Su petición puede ser dicha así: santifica nuestras aflicciones.


El profeta agrega: "Dios viene desde
Temán; y el Santo, de los montes de Parán. (Selah) Su esplendor cubre los cielos, y la tierra se llena de su alabanza. Tiene un resplandor como de luz; rayos brillantes salen de sus manos, y allí se oculta su poderío. La mortandad va delante de él, y de sus pies salen llamaradas…" (v.3-5). Llama a su memoria la manifestación gloriosa del Señor cuando los libró de los egipcios.

En particular cuando dio la Ley en el Monte Sinaí, o el monte de Parán, el valle donde acamparon en el desierto. La mortandad fue delante del Señor tan pronto como entró en Egipto pues las plagas mortales no faltaron contra los enemigos de Su pueblo.


Habacuc también le dice a Dios en su oración sobre Su fidelidad: "Has desnudado completamente tu arco; has provisto en abundancia las flechas de tu palabra" (v.9). De paso vamos aprendiendo cómo orar en situaciones semejantes. Le recuerda lo que Dios hizo por medio de Josué: "El sol y la luna se detuvieron en su cenit. Anduvieron a la luz de tus flechas y al resplandor del brillo de tu lanza" (v.11).

Entonces dice al Señor con su oración cuál era su entendimiento de todas esas misericordias con el pueblo: "Con ira pisoteaste la tierra; con furor trillaste las naciones. Saliste para librar a tu pueblo" (v.12-13). Como si le hubiese dicho, lo que he aprendido de tu Palabra es que todas y cada una de las operaciones de tu providencia son con el objeto de salvar a tu pueblo, de librarlo de todo mal y de sus enemigos.

Es muy notorio que apela a la misericordia divina, pues su alma argumenta una y otra vez como tratando de mover a Dios.


Si sientes que el disgusto de Dios está contra ti, no olvides rogar Su misericordia. Cuando Jonás se rehusó obedecer al Señor, el disgusto divino lo persiguió y el profeta fue echado al mar y un gran pez lo tragó. Estando en angustia por su desobediencia, clamó por misericordia y su ruego fue atendido (Jonás 2:2).


Examina pues tu vida y encontrarás que mucho has pecado, que has sido desobediente, mundano, carnal, entonces es el momento de clamar por la compasión divina. Roguemos que estas adversidades, la continua violencia, el alto costo de la vida, sean santificados; la experiencia reciente es muy elocuente, en los hombres no hay poder que los libre del Día malo.

Sea este tu ruego: "En la ira acuérdate de la misericordia" (Habacuc 2:2). Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

jueves, 29 de abril de 2010

Himnos, Page CXVI


El proyecto PAGE CXVI empezó con la idea de hacer accesibles himnos antiguos a las nuevas generaciones.
Durante esta semana es posible descargar gratis el primer CD de la colección, sólo tienen que ir a la página web y hacerlo.
(http://pagecxvi.bkstageshare.com/hymns/)
Recuerden: solo esta semana.

Ya salió el CD Hymns II también, muy bueno...

Meditación del 29 de Abril

La envidia es carcoma de los huesos" (Proverbios 14:30)


La envidia no solo es un pecado sino también un tormento: "Es carcoma de los huesos". El hombre envidioso es empobrecido por las riquezas del otro y atormentado por la felicidad ajena.


Un autor de novelas relataba que en cierta ocasión encontraron una serpiente en el corazón del cadáver de una mujer. Pero el envidioso tiene una culebra en su pecho que lo atormenta continuamente mientras está vivo.

De todos los espíritus que suelen tomar el corazón humano este es uno de los más torturantes, que corroe y agobia el alma de quien tome posesión. Su perjuicio no es como las caries o la inflamación de la piel, sino que se mete mucho más profundo, trabaja arruinando -tal como la carcoma- que no es visible sino hasta que ya no hay remedio.

La envidia actúa contra los huesos, entiéndase que destruye internamente.


En sentido general la envidia puede definirse así: un espíritu de insatisfacción o molestia interior que se opone o disgusta ante la prosperidad y felicidad de los demás al compararla con uno mismo. Se siente ofendido por el bien ajeno, perjudique o no ese bien.

El envidioso quiere brillar solo, y peor aún, le parece que el bien ajeno fue tomado de lo que era suyo.

Este pecado ese señalado como uno de aquellos en que vive el hombre carnal: "Estábamos esclavizados por diversas pasiones y placeres, viviendo en malicia y en envidia" (Tito 3:3).

El envidioso se siente incómodo y luego no puede frenar palabras de murmuración cuando ve la superioridad comparativa del estado de honor, prosperidad o felicidad que otro puede disfrutar, por encima de lo que él tiene.

A este estado del espíritu natural es lo que la Biblia y donde quiera se le denomina como envidia.


Para cultivar una vida balanceada es necesario estar persuadidos -convencidos- que no somos el centro del universo y que además hay personas que son superiores a uno en todos los sentidos.

Uno de los extravíos de la envidia es no admitir esta realidad; no resiste que los demás puedan poseer, ser o estar por encima. Hay una disposición natural en el hombre que lo guía a procurar ser el mayor o superior entre todos los hombres, de modo que no sorprende que el hombre se sienta disgustado cuando ven a otro por encima de ellos.


Hay personas que se consideran superiores por lo que poseen, ya sea bienes materiales u honra, no debe extrañar que al ver a otros con más de lo que tienen los consideran o entienden que son superiores a ellos mismos y les produce un malestar interior. Tal sentir es mundano, u opuesto a la naturaleza y virtudes de una vida cristiana. Hemos de luchar contra tales impulsos cuando surjan en nuestro pecho.

Abraham dio a escoger a Lot los terrenos que quisiera. Solo alguien que teme al Señor puede hacer esto y permanecer tranquilo, sin envidiar al prójimo, sin pensar que el otro está tomando ventaja, ventaja que no pasa de este mundo y como mucho hasta la tumba. Haz lo mismo y vivirá tu corazón. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

miércoles, 28 de abril de 2010

Meditación del 28 de Abril

"El malo se jacta del deseo de su alma, bendice al codicioso, y desprecia a Jehová." (Salmos 10:3).


Hay pecados que al impío le avergüenza que otros descubran, pero con la codicia no sucede así, más aun, cuando otros males decaen la codicia crece en ellos.

Mira el énfasis que hace Cristo con relación a esta plaga: "Y les dijo: Mirad, guardaos de toda codicia" (Lucas 12:15). Dice: "Mirad, guardaos" porque contra este pecado hay que tener doble guarda; muchos otros pecados se descubren con facilidad pero éste se trata de un pecado secreto que constantemente obra contra el alma, y la realidad es que siempre nos quedaremos cortos para notar la profundidad de su maldad.


La codicia destruye el principio que actúa en nosotros para llevarnos a la obediencia cristiana: "Si alguno ama el mundo, el amor del Padre no está en él" (1
Juan 2:5). La fe actúa por el amor a Dios y si no hay amor entonces no se podrá servir al Señor.

Así como el imán atrae al hierro la codicia atrae tentaciones: "Porque los que desean enriquecerse caen en tentación y trampa, y en muchas pasiones insensatas y dañinas que hunden a los hombres en ruina y perdición" (1Timoteo 6:9-10).

Impide recibir el bien del alma, en particular las verdades que pueden reformar nuestras vidas. Nos llena de prejuicios contra aquello que ni siquiera Dios ha hablado y que tiene que ver con la vida en el otro mundo, mire cómo lo prueba este texto: "Los fariseos, que eran avaros, oían todas estas cosas y se burlaban de él" (Lucas 16:14). Si este mal tapa el oído a la verdad, con mucha más razón es un estorbo a la obediencia.


¿Cómo determinar si uno es culpable de ser codicioso?

Para contestar es necesario establecer primero que esta enfermedad del alma es hereditaria, mucho más común de lo que uno pueda imaginar: "Desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia" (Jeremías 6:13).

Más en lo particular, puede descubrirse por el temperamento de los pensamientos: "El avaro maquina pensamientos para enredar. Más el generoso pensará generosidades" (Isaías 32:7-8). Las deliberaciones y debates del alma revelan su carácter.

Inclina, pues, tu alma a la generosidad, no tanto acumular o desear sólo para ti. Que el espejo de tus deliberaciones no sea egoísmo sino favorecer al prójimo con tus bienes. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

martes, 27 de abril de 2010

Meditación del 27 de Abril

“Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios” (Hechos 26:18).


Cualquier hombre pudiera tener una comprensión aceptable del Creador, sin embargo será el convertido quien verá con más claridad. La razón es obvia: Dios, por Su Espíritu y Palabra, ha creado en ellos la facultad de la visión espiritual.

A diferencia del hombre natural, el regenerado o que es nacido de nuevo tiene la facultad de deleitarse en lo invisible. Posee facultad sobrenatural: “Nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero” (1Juan 5:20). El Creador les ha dado rectitud de mente, actitud y poder para recibir el deleite que viene del Cielo.

Aún cuando es un conocimiento que satisface, no es perfecto o completo, ya que el salmista ora así: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18). No pide nueva revelación a ser escrita sino que el Señor le conceda disfrutar lo ya revelado. Que la verdad le sea más clara y sellada en su alma creyente.

La claridad viene de Dios.


Algo más en el significado de mayor seguridad en esto de la iluminación que satisface o deleita es lo siguiente: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera” (
Hebreos 11:1). La fe posee un componente esencial, certeza o seguridad.

Dios hace el canal y lo emplea para comunicar Su deleite. Hablamos así porque la Biblia lo enseña, y sabemos que hay fe y carcasa de fe. Carcasa significa fe sin alma, un cadáver es un cuerpo sin el espíritu. No es fe débil, debilidad es una disminución de poder pero con vida, carcasa de fe es fe muerta.

La fe verdadera es operativa, o que si andamos en amor a Dios, actúa o hace camino al deleite. La comunión con Dios es total, inmediata, sobrenatural, y se recibe por fe.


Supongamos que usted emplee un lápiz para comunicar a su vecino una noticia agradable, el lápiz por sí sólo no hace nada sin una mano que lo guíe. El deleite divino no es un impulso de entusiasmo sin ninguna referencia a la revelación divina o Santas Escrituras. Es el medio ordenado por Dios que tiene su debido efecto, deleite; no se trata de un escalofrío o temblor que nos ponga la piel como gallina, sino una comunicación que hace Dios mismo de Su ser y que trasmite al creyente por el canal de la fe en Su Palabra. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

lunes, 26 de abril de 2010

Meditación del 26 de Abril

“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).


La fe en el Señor Jesús hace un nuevo ser: el cuerpo sigue siendo el mismo pero el alma viene a ser otra cosa diferente a lo que era. Este acto milagroso o sobre natural es lo que significa ser nacido de Dios.

Un paso adicional de esta creación espiritual es lo siguiente: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo… El nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (2Corintios 4:6; Efesios 4:24). El creyente fue creado en conocimiento o luz, hay un resplandor en su corazón.


Esa imagen de Dios es formada en el hombre por medio del conocimiento.

El viejo mundo perecería sin luz pero el sol constantemente le transforma, de modo similar la luz del conocimiento de Dios transforma el alma creyente y la imagen se renueva en su alma: “El cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:10). La luz es la zapata del deleite. Una luz operativa, penetrante, que funde el corazón, quema los pensamientos de vanidad, hace allí una nueva masa donde Dios comunica Su imagen viva.


“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros” (1Juan 1:6-7). Y en el mismo contexto es dicho en lenguaje explicito: “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (v. 5).

Conformidad de conducta con Dios hace camino para tener comunión, y la semejanza es la base del amor, amor y deleite son inseparables. Es imposible deleitarse en Dios si caminas en tinieblas o en contradicción con El. Este deleite viene por un rayo de luz o conocimiento eficaz del Señor.


El Evangelio es el instrumento que Dios emplea para iluminación intelectual del creyente. Cuando llega una buena noticia uno primero entiende, luego da el debido proceso en la mente, entonces uno se alegra ya que se relaciona con nuestro beneficio. Es sumamente necesario que el punto central de nuestro estudio sea el Evangelio. Conocer a Dios, glorificarle y luego disfrutarlo.

“Dios, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad” (Santiago 1:18). El nuevo nacimiento y el crecimiento de la imagen de Cristo en el corazón del cristiano se efectúa por medio de la Palabra, o lo que es lo mismo, el Evangelio.

Cuando oímos el Evangelio con fe, el Señor siembra en el corazón, y así somos mandados: “Recibid con mansedumbre la palabra implantada” (v.21).

Cuando el Evangelio es oído o recibido con fe, es luz transformadora, la imagen de Cristo se va formando. Son más que meras palabras, ya que trae la semejanza de Dios, y llevan el alma a una vida deleitosa: “El Evangelio es poder de Dios”.

Es la revelación de la mente y voluntad de Dios a Su pueblo, o que viene con el sello divino: al creerla se estampa con Su imagen en el corazón de fe. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

sábado, 24 de abril de 2010

Meditación del 24 de Abril

“Los caminos de la sabiduría son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen” (Proverbios 3:17).


Al leer este verso notamos que fue escrito por un alma con fe verdadera, la Palabra de Dios no sólo es racional, lógica, de alta intelectualidad, también la recibe con gusto, es leche con sabor agradable: la dicha o deleite no es por simple oír sino para los que son capaces de retener la verdad, y es retenida en un corazón donde haya suelo de fe o confianza en Dios, la senda de la sabiduría divina.


Son los creyentes quienes en alguna medida pueden entender a Pablo cuando en ardiente pasión dice: “Ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3:8). Y agrega: “A Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento… A éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida” (2Corintios 2:14,16).

Tal como el perfume es deleitoso, agradable, vivificante, así es la Palabra de Dios en aquellos que aman a Cristo. Es Palabra con vida en sí misma, y da vida a quienes la reciben con fe. Para resumir: que una revelación de Dios con claridad y seguridad al alma no puede sino ser altamente deleitosa. El conocimiento de Dios produce deleite en el corazón del hombre o mujer creyente.


Esta iluminación o revelación divina posee siempre estos cuatro particulares: Por su asunto, manera, vigor y tendencia. El
asunto revelado es Dios mismo a un corazón en fe. Le dice en esa iluminación que es Su expresa voluntad, que en Cristo el quiere ser nuestro Dios, lo cual genera y alimenta el deleite. La manera, con claridad y seguridad, produciendo en el corazón y voluntad la certeza que es nuestro deber recibirla. El vigor que le acompaña es fuerte, sentido, vital, es luz dulce, agradable como no hay otra. Y por último su tendencia, llevar el alma a unión con Cristo.

Es una luz de tanto poder que no sólo guía nuestros pasos con deleite, sino que además sirve para alumbrar y perfumar a otros. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

viernes, 23 de abril de 2010

Meditación del 23 de Abril

“Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar… Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6:64,69).

Este último verso es una expresión de un corazón con fe y que se deleita en Dios. Es una expresión de grado en el alma.

Algunos de ellos creían de manera racional, o era lógico aceptar que este hombre venía de Dios al hacer tantos milagros y prodigios pero cuando llegó la prueba se volvieron atrás, su fe en Jesús fue simple ejercicio de razón.

En cambio, aun cuando Pedro le negó tenía fe verdadera, venció la inclinación de su voluntad corrupta.

En otras palabras, hay dos clases de fe: una intelectual y otra espiritual. Una se deleita en Dios por la Palabra revelada, y otra no puede. Hay un deleite en Dios que es meramente racional, y otro superior, el deleite de la fe.

¿Cómo llega el deleite divino? Por medio de una iluminación de fe, que provee claridad y seguridad obrada por el Espíritu de Dios en el alma creyente. Su inicio es en claridad del conocimiento de Dios y seguridad de Su amor. La bondad del Señor relacionado con uno.


La doctrina cristiana ha sido testificada por Dios mismo y sus testimonios por naturaleza no son engañosos. Es la verdad y lo sabe muy bien la conciencia humana, sobre todo en el creyente. No se necesita más que ganar el corazón humano y por necesidad lo conocido será deleitoso.

A manera de contraste decimos: ¿Podrá el hombre natural tener más certeza que la seguridad de la muerte? Sin embargo son muy escasos en quienes esta realidad afecte para bien su conducta. Es decir que la eficacia de un concepto depende de la evidencia en el corazón.

Óigalo: “Creí; por tanto hablé” (Salmo 116:10).


Siendo la obra del Espíritu Santo dar convicción a la fe, luego entonces la fe nos lleva al deleite en Dios. Deleitarse en Dios es además un instrumento de prueba ya que es una de las obras más radicales para probar el amor por Cristo.

Repito: si alguno se deleita en Dios, es signo incuestionable que posee fe, tiene el poder de la verdad como está escrito: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca” (Salmo 119:103).

Sólo la fe capacita para hablar así o decirlo sin fingimiento. La fe produce un efecto obligado en el corazón.

El conocimiento de Dios produce deleite en el corazón del hombre o mujer creyente. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

jueves, 22 de abril de 2010

De correas y pantalones

Hace unos días conocimos a Don Nicolás y su esposa María, ambos como de 77 años de edad, quienes nos comentaban sentirse "abochornados" por la juventud de hoy. Cuando les preguntamos por qué, nos contaron la siguiente anécdota:

"Mi hermana mayor -decía Doña María- en su juventud era muy 'salaa' y llamaba mucho la atención. Vivíamos en una comunidad pequeña allá en la sierra y ya se imaginará que conocíamos a todos y todo el mundo sabía quién tenía qué y con qué.
Pues bien, un día llegó uno de los ricos del pueblo montado en su caballo, bien puesto y arreglado para hablar con mi mamá: quería casarse con mi hermana.
Mi papá murió cuando éramos chiquitos, y mi mamá crió sus nueve muchachos ella solita, con mucho esfuerzo y trabajo, pero bien.
Cuando el muchacho entró a la casa quizás pensó 'estos pobres, les voy a hacer un favor' -qué sé yo lo que este muchacho imaginó, dice Doña María- pues fue derechito donde mamá y le soltó así nomás el motivo de su visita. Todo un párrafo.
Mi mamá lo miró de arriba abajo. Y se dió cuenta que el muchacho aunque bien puesto, no traía correa puesta.
-En esta comunidad -respondió ella- los hombres que son hombres usan correa en los pantalones. No, yo no puedo entregarle mi hija a usted, lo siento mucho.
Y aunque el muchacho habló y rogó, no hubo forma de que mamá cambiara de opinión".

"Mire usté, de eso hace ya muchos años, y la verdad nos sentimos mal de ver la juventud de hoy vestida como musarañas, con los pantalones todos caídos, que si los persigue un perro, ¡segurito que no pueden correr!"

DE REGRESO A LA CRUZ - Anuncio #2

Meditación del 22 de Abril

“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4).


El salmo es muy apropiado a nuestra presente peregrinación, es decir las circunstancias por las que atraviesa la Iglesia de Cristo. A veces, el bienestar visto en impíos agobia al creyente e inclina a impaciencia y al deseo de correr con los incrédulos en su desenfreno con apariencia de felicidad. Óigalo: “No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad… Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades. Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo… Los impíos desenvainan espada y
entesan su arco, para derribar al pobre y al menesteroso, para matar a los de recto proceder” (v1,7-8,14).

No sólo asaltados por codicias que enferman sino también físicamente atacados por hombres malvados. Éste cuadro produce una mezcla de amargos y ahogantes sentimientos, nótese: “impaciencia… envidia… enojo… excitación hacer lo malo”.

En otras palabras, es usual que un alma sea debilitada con esa visión. La situación de los creyentes en tal situación le enferma, oprime, desconcierta. Los virus que enferman el alma creyente suelen entrar por los ojos. A esto se llamaría contagio visual.


Allí el escritor divino trae el remedio: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (v4). La solución ofrecida es una medicina que quite el descontento, mandando al afligido a examinar sus sentimientos y codicia por cosas inferiores y que compare con lo que tiene en Cristo, o que voltee su alma en otra dirección superior.

Deleitarse en Dios es un mandato a los que son de la fe en Jesús. Oremos así: Señor, enséñame a deleitarme en ti. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

miércoles, 21 de abril de 2010

2 Pedro 3:18

De Regreso A La Cruz - Spot A

En Vida o en Muerte

El Pstor Mehdi Dibaj en un juicio que se le hizo porque se le acusaba de traicio al Islam, estas fueron sus palabras: "prefiero saber que Dios, el todopoderoso, esta conmigo, aunque esto signifique que todo el mundo esta en mi contra". Y mas delante dice: "Para mi, la vida es una oportunidad de poder servirle, y la muerte no es mas que el privilegio de poder estar con El".

Meditación del 21 de Abril

“Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta” (Juan 16:8).

La idea aquí es que Dios comunica una revelación de Sí mismo al creyente, que lo satisface y lo deleita.

Cuando el deseo de un hombre está sintonizado sólo en Dios, lo único que le llena es conocerle aún más. La revelación divina en el corazón de todo buen hombre satisface el alma, llena el corazón, basta o es suficiente. Y en otro lugar el profeta lo escribe así: “Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová” (Oseas 6:3).

La declaración del profeta denota entusiasmo, inicio deleitoso, la entrada al deleite inicia con una iluminación del cielo. La ausencia de luz perturba, impide ver la entrada a la fiesta, pero si el lugar está debidamente iluminado el corazón se alegra de lo cercano de la fiesta, nótese: “conoceremos, y proseguiremos”.

Luz o conocer es previo al entusiasmo. Cuando Dios comienza a mostrar misericordia, seguirá, y nos meterá dentro de su habitación de deleite. Recordemos que nuestro personaje habitaba en época de oscuridad, y al ver la aparente felicidad de los impíos, sus sentimientos experimentaron: “impaciencia… envidia… enojo… excitación hacer lo malo” (Salmo 37).


El remedio para un tiempo como el que nos ha tocado vivir es deleitarnos en Dios. Inicia con una entrada de luz. El conocimiento de Dios produce gozo, alegría o deleite en el corazón del hombre o mujer creyente. El Señor Jesús lo dice maravillosamente: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (
Juan 17:3).

Vida es equivalente de gozo, alegría o deleite. El sentido de nuestro verso es paralelo al del salmista: “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, para inquirir en su templo” (Salmo 27:4).

Es un dictado de nuestra naturaleza conocer cada vez más del original de donde venimos, o conocer más al Creador. El asunto es conocer al Señor y sus tratos con nosotros de manera más clara y distintiva. Quien mejor conoce un marido es su propia mujer. Y si ella está en peligro, con oír los pasos del marido o protector, siente seguridad, crece en ella un claro sentido de preservación, y esto le da gozo o deleite, conlleva sentido de confianza al corazón. Sea pues nuestra oración: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta” (Juan 16:8). Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

martes, 20 de abril de 2010

Agricultores eficaces

¡Qué privilegio!
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento... (2 Pedro 3:18).

Es imposible crecer en estatura, o hacer crecer el cabello o cambiar de modo natural alguna otra característica de nuestro cuerpo. Pero Dios en su misericordia nos concede el privilegio de cambiar el alma y crecer.

Crezcamos.

Meditación del 20 de Abril

Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová” (Salmos 27:4).


David había experimentado la dulce bondad del Señor. Es como si hubiera resuelto no descansar hasta conseguir el interés de su alma.

Su interés general contiene dos particulares: Uno, "Para contemplar la hermosura de Jehová”; corona de todos sus deseos, no para curiosear ni especular, sino para deleitarse en la sublime contemplación de la fuente de toda la hermosura del Señor. Dos; "Para inquirir en su templo". Esto es, poder averiguar, conocer aún más y más de Dios, porque hay un océano sin fondo de excelencias divinas en la presencia del Señor y mientras más conocemos, más buscamos y queremos.

El ministro Howe lo resume así: Que los anhelos y deseos de un verdadero Cristiano, la satisfacción que busca son conocer cada día más a Dios, poseer un más claro entendimiento del Ser Divino, y así tener seguridad de su amor y buena voluntad. Mientras una persona más conozca a Dios, más feliz es.


Ahora bien, nuestras necesidades están más allá de toda medida de un bien finito, o que nada de lo que ha sido creado puede satisfacernos.

Pudiéramos trabajar para la obtención de cualquier bien pero la triste e innegable realidad es que al final nos deja vacíos, insatisfechos y no disminuye el deseo de querer más.

Por otra parte, debido a que todavía no hemos sido perfeccionados, no sabemos cuál es nuestra verdadera necesidad, y lo prueba el hecho de que siempre estamos deseando. Alguien lo dijo así: “¿Quién nos mostrará el bien?” (Salmo 4:6).

Con los incrédulos es terrible: no saben lo que es y nunca lo tendrán. No pueden ser felices con lo material, y a Dios nunca lo disfrutarían. Lo de aquí abajo no les llena, y lo celestial no es suyo.


¿Por qué el verso dice "Una cosa" habiendo tantas excelencias en Dios?

Porque es como una cadena de muchos eslabones; así que, “la cosa” es una visión espiritual de hermosura. El espíritu que acompaña las ordenanzas de Dios es amor, fe y esperanza. De modo que cuando dice: "Una cosa he demandado", significa que le lleve a las otras.

Su determinación se ha de recibir como una invitación: estás invitado a deleitarte en Dios. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

lunes, 19 de abril de 2010

Meditación del 19 de Abril

“Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto” (Salmos 4:7).


Como rey, David conocía el gozo de una abundante cosecha, poseyó o vivió esa experiencia pero ahora confiesa que el deleite divino es mayor. Participó en ambos casos, en lo material y espiritual.

En el deleite divino ha de haber comunicación y participación de Dios con uno. Y mientras haya más luz o conocimiento en el corazón del creyente, mayor el deleite. El salmista tuvo luz natural, espiritual, comparó en fe o con buen juicio y concluyó con un argumento certero: “Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos”. Allí Dios es disfrutado, el alma goza el cielo estando en la tierra.

¿Significa entonces que hay que probar el pecado y luego comparar con la senda cristiana? No, la Palabra de Dios nos ilumina para ello, por eso somos llamados a confiar: Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad” (Salmo 37:3).


Estos deleites son comunicables en la senda del amor a Cristo.

A un niño le es muy difícil aceptar que una inyección en su carne sea beneficiosa para sanarle, porque no es algo agradable. Pero una mente madura, prudente o sana, un bien conveniente será también agradable a su buen juicio, aunque no lo sea a su mente carnal.

Procuremos que el deleite sea agradable y honesto. Agradable en el disfrute y honesto en la manera de obtenerlo. Hay deleites legítimos e ilegítimos. La idea es que no podemos deleitar o disfrutar un bien a menos que de una manera u otra participemos de ese bien. Por tanto, que los sentidos, el apetito, la imaginación, la memoria o la voluntad, en un grado mayor o menor, por corto o largo tiempo, posean o entren en contacto con el gozo divino.


Hermano amado: haz todo cuanto tengas a tu alcance para ser dirigido al amor de Dios. Que el espíritu de amor, virtud y sano juicio gobiernen tu vida. Como está escrito: “Que el Señor encamine tu corazón al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo” (2Tesalonicenses 3:5). Procura incentivar esa semilla divina de compasión y generosidad que fue sembrada en ti en el día de tu conversión.

Procura guardar tu alma de las codicias mundanas; desvía tus deseos a los tesoros celestiales, y no tanto a los bienes terrenales. Pon guarda a tu hablar, que tus palabras sean sabias, sazonadas con gracia. Diariamente ama la lectura de tu Biblia, y procura estar en paz con todos tus familiares, amigos y relacionados.

Esto te exhorto, por una sencilla y poderosa razón: el deleite de Dios es para un alma santificada. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org