martes, 20 de abril de 2010

Meditación del 20 de Abril

Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová” (Salmos 27:4).


David había experimentado la dulce bondad del Señor. Es como si hubiera resuelto no descansar hasta conseguir el interés de su alma.

Su interés general contiene dos particulares: Uno, "Para contemplar la hermosura de Jehová”; corona de todos sus deseos, no para curiosear ni especular, sino para deleitarse en la sublime contemplación de la fuente de toda la hermosura del Señor. Dos; "Para inquirir en su templo". Esto es, poder averiguar, conocer aún más y más de Dios, porque hay un océano sin fondo de excelencias divinas en la presencia del Señor y mientras más conocemos, más buscamos y queremos.

El ministro Howe lo resume así: Que los anhelos y deseos de un verdadero Cristiano, la satisfacción que busca son conocer cada día más a Dios, poseer un más claro entendimiento del Ser Divino, y así tener seguridad de su amor y buena voluntad. Mientras una persona más conozca a Dios, más feliz es.


Ahora bien, nuestras necesidades están más allá de toda medida de un bien finito, o que nada de lo que ha sido creado puede satisfacernos.

Pudiéramos trabajar para la obtención de cualquier bien pero la triste e innegable realidad es que al final nos deja vacíos, insatisfechos y no disminuye el deseo de querer más.

Por otra parte, debido a que todavía no hemos sido perfeccionados, no sabemos cuál es nuestra verdadera necesidad, y lo prueba el hecho de que siempre estamos deseando. Alguien lo dijo así: “¿Quién nos mostrará el bien?” (Salmo 4:6).

Con los incrédulos es terrible: no saben lo que es y nunca lo tendrán. No pueden ser felices con lo material, y a Dios nunca lo disfrutarían. Lo de aquí abajo no les llena, y lo celestial no es suyo.


¿Por qué el verso dice "Una cosa" habiendo tantas excelencias en Dios?

Porque es como una cadena de muchos eslabones; así que, “la cosa” es una visión espiritual de hermosura. El espíritu que acompaña las ordenanzas de Dios es amor, fe y esperanza. De modo que cuando dice: "Una cosa he demandado", significa que le lleve a las otras.

Su determinación se ha de recibir como una invitación: estás invitado a deleitarte en Dios. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

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