domingo, 28 de diciembre de 2008

La Creación del mundo

Cuando Dios comenzó a crear el cielo y la tierra, la tierra no tenía forma, ni había en ella nada que tuviera vida. Las aguas estaban cubiertas por una gran oscuridad, pero sobre la superficie del agua se movía el espíritu de Dios.

 El primer día de la Creación

 Dijo entonces Dios: “¡Quiero que haya luz!”

¡Y al instante hubo luz!

Al ver Dios la belleza de la luz, la apartó de la oscuridad y le puso por nombre “día”.

A la oscuridad la llamó “noche”.

Y cayó la noche, y llegó la mañana. Ese fue el primer día.

 El segundo día de la Creación

 Dijo entonces Dios: “Quiero que haya entre las aguas algo firme que las separe”.

¡Y al instante se hizo así!

Dios puso algo firme entre las aguas, y la mitad de las aguas quedó abajo y la otra mitad quedó arriba. Al ver la belleza del firmamento, Dios le puso por nombre “cielo”.

Y cayó la noche, y llegó la mañana. Ese fue el segundo día.

 El tercer día de la Creación

 Dijo entonces Dios: “Quiero que las aguas que están debajo del cielo se junten en un solo lugar, y que aparezca lo seco”.

¡Y al instante se hizo así!

Dios llamó “tierra” a lo seco, y llamó “mar” a las aguas.

Al ver Dios tal belleza, dijo: “Quiero que haya en la tierra árboles y plantas que den fruto y semilla”.

¡Y al instante se hizo así!

La tierra produjo árboles y plantas; los árboles dieron frutos, y las plantas dieron semillas.

Mientras Dios admiraba tal belleza, cayó la noche, y llegó la mañana. Ese fue el tercer día.

El cuarto día de la Creación

Dijo entonces Dios: “Quiero que haya en el cielo lucen que separen el día de la noche; luces que indiquen las estaciones, los días y los años; luces en el cielo azul que iluminen la tierra”.

¡Y al instante se hizo así!

Dios hizo las dos grandes luces: el sol, para que domine en el día, y la luna, para que domine en la noche. También hizo las estrellas. Dios puso estas luces en el cielo para alumbrar la tierra, para dominar en el día y en la noche, y para separar la luz de la oscuridad.

Mientras Dios admiraba tal belleza, cayó la noche, y llegó la mañana. Ese fue el cuarto día.

 El quinto día de la Creación

Dijo entonces Dios: “Quiero que los mares se llenen con seres vivos. Quiero que las aves vuelen sobre la tierra y crucen el cielo azul”. Así creó Dios los grandes monstruos marinos. Creó todos los seres vivos que se mueven en el agua, y todas las aves del cielo.

Al ver Dios tal belleza, les dio esta bendición: “Quiero que los peces se reproduzcan y llenen los mares; quiero que las aves se multipliquen sobre la tierra”.

Y cayó la noche, y llegó la mañana. Ese fue el quinto día.

 El sexto día de la Creación

Dijo entonces Dios: “Quiero que haya en la tierra toda clase de seres vivos: animales domésticos, animales salvajes, reptiles e insectos”.

¡Y al instante se hizo así!

Dios hizo los animales salvajes, los animales domésticos, los reptiles y los insectos.

Al ver Dios tal belleza, dijo: “Hagamos ahora al ser humano tal y como somos nosotros. Que domine a los peces del mar y a las aves del cielo, a todos los animales de la tierra, y a todos los reptiles e insectos”.

Fue así como Dios creó al ser humano tal y como es Dios.

Lo creó a su semejanza. Creó al hombre y a la mujer, y les dio esta bendición: “Quiero que se reproduzcan, quiero que se multipliquen, quiero que llenen la tierra y la pongan bajo su dominio. Que dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los seres vivos que se arrastran por el suelo”.

También les dijo Dios: “Hoy les entrego a ustedes toda planta que da semilla y todo árbol que da fruto. Todo esto les servirá de alimento. Pero la hierba verde será para todos los animales”.

¡Y al instante se hizo así!

Mientras Dios admiraba la gran belleza de su creación, cayó la noche, y llegó la mañana. Ese fue el sexto día.

El séptimo día de la Creación

Así terminó Dios la creación del cielo y de la tierra y de todo cuanto existe, y el séptimo día descansó. Dios bendijo ese día y lo apartó, para que todos lo adoraran.

 BIBLIA BILINGÜE. Traducción en lenguaje actual. American Bible Society

EL AMOR VERDADERO

Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles.

 Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada!

 Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos.

De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas.

 Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo.

De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.

 El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable.

El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie.

No es orgulloso.

No es grosero ni egoísta.

No se enoja por cualquier cosa.

No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho.

No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.

 El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo.

 Solo el amor vive para siempre.

 Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos de Dios.

 Las profecías y todo lo que ahora conocemos, es imperfecto. Cuando llegue lo que es perfecto, todo lo demás se acabará.

 Alguna vez fui niño. Y mi modo de hablar, mi modo de entender las cosas, y mi manera de pensar eran los de un niño.

Pero ahora soy una persona adulta, y todo eso lo he dejado atrás.

 1 Corintios 13:1-11

BIBLIA BILINGÜE. Traducción en lenguaje actual. American Bible Society

Promesas para orar con esperanza!!

Alentemos unos a otros para orar con mayor consistencia, más fervorosamente, con mayor esperanza y más bíblicamente en 2009. La mejor manera de fortalecer nuestra fe y resoluciones es leyendo lo que Dios ha prometido a quienes oran. Veamos algunos ejemplos:

  1. Jeremías 29:11-13 Mis planes para ustedes solamente Yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar. Cuando ustedes me pidan algo en oración, Yo los escucharé. Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón.
  2. 2 Crónicas 7:14 Si mi pueblo se humilla, y ora y me busca, y si al mismo tiempo abandona su mala conducta, Yo escucharé en el cielo su oración, perdonaré sus pecados y los haré prosperar de nuevo.
  3. Mateo 7:7-11 Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá. Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido. Nadie le da a su hijo una piedra, si él le pide pan. Ni le da una serpiente, si le pide un pescado. Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan.
  4. Romanos 8:26. Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo.
  5. Isaías 64.4 Jamás se ha escuchado ni se ha visto que otro dios haya hecho grandes milagros a favor de los que en él confían.
  6. Isaías 65:24 Antes de que me llamen, Yo les responderé; antes de que terminen de hablar, ya los habré escuchado.
  7. Jeremías 33:3 Llámame y te responderé. Te haré conocer cosas maravillosas y misteriosas que nunca has conocido. 
  8. Lamentaciones 3:25 Invito a todos a confiar en Dios porque él es bondadoso.
  9. Salmo 145:18-19 Siempre estás cerca de los que te llaman con sinceridad. Tú atiendes los ruegos de los que te honran; les das lo que necesitan y los pones a salvo.
  10. Salmo 10:16-17 Tú, Dios mío, reinas para siempre y escuchas la oración de los humildes. Tú defiendes a los huérfanos y a los que son maltratados; tú los animas y les prestas atención.
  11. Salmo 34:15-17 Dios siempre cuida a los suyos y escucha sus oraciones… Dios escucha a los suyos y los libra de su angustia.
  12. Mateo 18:19-20 Les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo, aquí en la tierra, para pedirle algo a Dios que está en el cielo, él se lo dará. Porque allí donde dos o tres de ustedes se reúnan en mi nombre, allí estaré Yo.
  13. Santiago 4:8 Háganse amigos de Dios, y él se hará amigo de ustedes.
  14. Juan 16:24 Hasta ahora ustedes no han pedido nada en mi nombre. Háganlo, y Dios les dará lo que pidan; así serán completamente felices.
  15. Salmo 37:4-5 Entrégale a Dios tu amor y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y él actuará en tu favor.
  16. Salmo 38:15 Mi Señor y Dios, yo en ti confío; tú serás quien les responda.
  17. Salmo 102:17 Prestarás toda tu atención a los ruegos de los desamparados, y no dejarás de atenderlos.
  18. Juan 14:13-14 Yo haré todo lo que ustedes me pidan. De ese modo haré que la gente vea, a través de mí, el poder que tiene Dios el Padre.
  19. Juan 15:7 Si ustedes se mantienen unidos a mí y obedecen todo lo que les he enseñado, recibirán de mi Padre todo lo que pidan.
  20. Juan 15:16 Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui Yo quien los eligió a ustedes. Les he mandado que vayan y sean como las ramas que siempre dan mucho fruto.
  21. Mateo 21:22 Les aseguro que si ustedes tienen confianza y no dudan del poder de Dios, todo lo que pidan en sus oraciones sucederá.
  22. Salmo 55:16-17 Yo, por mi parte, voy a pedirle ayuda a Dios; ¡él habrá de salvarme! Mañana, tarde y noche, no dejaré de rogarle; ¡él habrá de escucharme!
  23. Salmo 56:9 Cuando yo te pida ayuda, mis enemigos saldrán huyendo. Yo estoy seguro, Dios mío, que cuento con tu apoyo.
  24. Salmo 50:15 ¡Llámame cuando tengas problemas! Yo vendré a salvarte, y tú me darás alabanza.
  25. Salmo 81:10 Yo soy tu Dios; Yo te saqué de Egipto. Dime qué quieres comer, y te lo daré de sobra.
  26. Proverbios 3:5-6 Pon toda tu confianza en Dios y no en lo mucho que sabes. Toma en cuenta a Dios en todas tus acciones, y él te ayudará en todo.
  27. 1 Juan 5:14-15 Confiamos en Dios, pues sabemos que él nos oye, si le pedimos algo que a él le agrada. Y así como sabemos que él oye nuestras oraciones, también sabemos que ya nos ha dado lo que le hemos pedido.
  28. Filipenses 4:6-7 No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo.
  29. Zacarías 13:8-9 De la gente de este país morirán dos terceras partes, y el resto quedará con vida; pero los castigaré para hacerlos cambiar, y volverán a obedecerme. Yo soy el Dios de Israel, y juro que así será. Cuando me llamen, les responderé; yo los reconoceré como mi pueblo, y ellos me reconocerán como su Dios.                                                                                                                                                                                                                              John Piper, Desiring God blog, dec 28, 2008                                                                                           BIBLIA BILINGÜE. Traducción en lenguaje actualAmerican Bible Society

sábado, 27 de diciembre de 2008

3. VISION 20/20

Viendo a Dios más claramente

Pero la predicación del Señor cambia de súbito en v.7-12. ¿Por qué dejar los temas de juicio y discernimiento para hablar de la oración? Tal parece que los versos señalan un tema más amplio que la oración misma –la necesidad del creyente de buscar la provisión del Padre, su consejo y dirección, y la obligación subsiguiente de mostrar el amor del Padre en nuestras relaciones con otros.

Nadie puede leer el Sermón del Monte hasta este punto sin que perciba su propia y profunda necesidad. Somos miserables pedigüeños ante Dios. Somos cortos de vista espiritual y sin discernimiento. Nos hallamos muy por debajo de lo que debiéramos ser por causa de Cristo. No tenemos nada qué ofrecerle.

 En estos versos, entonces, Jesús nos enseña la “lógica del pordiosero”: hemos de persistir solicitando la gracia de Dios como miserables (porque en sentido espiritual siempre seremos así), en la confianza de saber que quien responde nuestra solicitud, quien se revela a sí mismo en nuestra búsqueda y quien abre la puerta a nuestro toque, ¡es nuestro Padre!

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (v.11).

¿Por qué enfatiza la paternidad de Dios? Porque su preocupación es que descubramos que nuestro Juez es también Padre nuestro. La verdad sobre Dios, el verdadero conocimiento de El yace en estas dos características. Ambas. Nunca entenderemos las maravillas de Su gracia sino cuando, al implorar misericordia como pordioseros ante el juez, descubrimos que El nos ama y desea que nos convirtamos en sus hijos e hijas.

 Ciertamente es maravilloso que Dios justifique pecadores y que, como Juez justo de todo cuanto existe, sea capaz de justificarnos. Pero Cristo establece aquí un orden superior: este Juez escribe papeles de adopción a nuestro favor, coloca Sus manos sobre nuestros hombros y dice “mi hijo, deseo compartir contigo la herencia de todas mis riquezas y bendiciones. Tú serás mi hijo, mi hija, de ahora en adelante. Ven conmigo, y pregúntame, solicítame cuando te halles en necesidad”.

¿Te das cuenta ahora por qué Jesús termina con la exhortación del v.12? Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

Lo que parece un argumento aislado, sin relación al tema que lo precede, en realidad posee íntima conexión.

¡Sólo quien se ha visto como un miserable pordiosero delante de Dios, pero que ha descubierto que es heredero de la gracia divina, tendrá la suficiente libertad para librarse de su carácter egoísta y poner a otros primero, de hacer a otros lo que él recibiría –con aprecio- de otros!

¿Te das cuenta? ¡Vivir con el conocimiento de los juicios divinos no es causa de miedo o parálisis, como sugiere Satanás! Más bien es el remedio para no caer en centralismo personal (el nuevo eufemismo que denota egoísmo puro y simple) y es el camino a genuina libertad espiritual, donde servimos al Señor y somos felices sirviendo a otros, también.

¿Te conduces de este modo? Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. Es exhortación que no tiene límites.

Analiza la frase y observa que cuando esta enseñanza aparece en otros (desde Confucio hasta Emmanuel Kant), la instrucción aparece en sentido negativo: “no hagas a otros lo que a ti no te gusta que te hagan”. Es menos demandante cuando se escribe en sentido negativo. Pone límites. Prohíbe la acción. No es pro-activa.

¡Las palabras del Señor Jesús son muy diferentes! Su alcance no tiene límites en demandas o en amplitud. Su enseñanza es positiva, pero al mismo tiempo abarca y abraza todos los aspectos de nuestra vida.

 Además, resume la ley y los profetas. No quiere decir que conocer este verso permite ignorar los demás. Más bien, nos enseña en pocas palabras el principio expuesto e ilustrado de mil formas distintas en el resto de la Escritura (la frase “ley y los profetas” es representativa de todo el Antiguo Testamento).

 Para Jesús, la Palabra de Dios no es una compleja o imposible de cumplir maraña de regulaciones colocadas como pesada carga sobre hombros humanos. La Palabra de Dios es la manifestación de este principio de amor: Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

Aprehende la enseñanza. Hazla parte de ti. Todo lo demás caerá en su lugar. Este es el punto.

Ciertamente la vida cristiana es demandante, pero en esencia el principio es sencillo. Es conocer la gracia de Dios manifestándose de modo poderoso en el corazón y ser libres del gobierno del pecado y del yo (el centralismo personal) sobre nuestra vida. Ahora podemos servir a otros y proporcionarles bendición así como el Señor nos ha bendecido.

Esta es la clase de visión 20/20 que adquirimos al vivir a la luz del conocimiento de los juicios de Dios, nuestro Padre.

 THE SERMON ON THE MOUNT. Sinclair B. Ferguson

2. VISION 20/20

Percibir a Dios como Juez nos enseña a ser gentiles y compasivos con otros. Porque al descubrir cómo es nuestro corazón aprendemos a ser compasivos de las debilidades ajenas. Conocer los juicios divinos aclara y santifica nuestra actitud hacia nosotros mismos y hacia otros, así como hacia el Señor.

Mateo 7:1-11 nos enseña estas tres dimensiones.

Viendo a otros más claramente

No juzguéis –dice el Señor. “Pero, por otra parte, no seáis insensibles e indiscriminados”. Esto significa la declaración aislada de Mateo 7:6 no deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. Son palabras con varios niveles de aplicación. Ciertamente aplica al trabajo de evangelismo.

Si bien el evangelio es para ser predicado a todo ser humano, habrá hombres y mujeres cuya terca voluntad egoísta rechazará las buenas noticias. Hay que ser sensibles, reconocer esta clase de respuesta e indicadores de que ha llegado el tiempo de ofrecer el Evangelio en otra parte, no ahí. Cuando Jesús envía sus discípulos a las ovejas perdidas de Israel les aconseja que, si el evangelio es rechazado, sacudan sus pies del polvo de tal casa o ciudad (Mateo 10:14; Hechos 13:44-46, 18:5-6, 28:23-31).

 ¿Cómo reconocer lo que describe el Señor? Por la respuesta al Evangelio de tales hombres y mujeres. No aprecian su valor, y al presionarles un poco erupta la hostilidad y hasta persecución franca. ¿Lección aquí? ¡Aprendamos el costo de llevar el mensaje, y que no nos sorprenda!

 Otro principio general derivado del v.6 es la sabiduría de la actividad apropiada. ¿Por qué no se tiran perlas a los cerdos? Porque es inapropiado hacerlo. ¡No tiene sentido! Y sin embargo, cuántas veces hallamos cristianos en actividades o conductas inapropiadas para el Evangelio o su posición como creyentes. Luego no somos sabios, como Jesús mismo dio cuenta: …porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz (Lucas 16:8).

En ocasiones nos vemos atrapados en tradiciones carentes de raíces bíblicas. No percibimos que las palabras empleadas o las actividades en sí mismas han pasado de tiempo, no son ya adecuadas. 

En lugar de mostrar la relevancia contemporánea del Evangelio, lo que hacemos es encubrirla. Damos mensajes no verbales (sin palabras) de que el Evangelio pertenece a generaciones pasadas con nuestras acciones, o de que se halla grabado en piedra, en antiguas tradiciones.

¡Pero Cristo y el Evangelio –las buenas nuevas- son siempre contemporáneos!

Necesitamos mostrar que vivimos, hablamos, actuamos y testificamos en maneras que sean apropiadas a El y a los tiempos que nos ha tocado vivir.

 THE SERMON ON THE MOUNT. Sinclair B. Ferguson

1. VISION 20/20

Dios es Padre y es Juez. Ambas cosas. Para el incrédulo [alquien que no tiene en cuenta a Dios], lo terrible es que Dios es ambas cosas. Al rechazar los juicios divinos en su vida, el incrédulo rechaza también el privilegio de llamarle Padre; al rechazar la gracia paterna el incrédulo encuentra a Dios como Juez.

Para el creyente, conocer a Dios como Padre transforma su visión de El como Juez; saber que El es Juez nos llena de asombro ante el privilegio de contar con El como Padre.

Ahora bien, como seres humanos se nos hace difícil describir coherentemente estos dos aspectos del carácter de Dios, es más fácil sentir lo maravilloso que expresarlo. No podemos reducirlo a un denominador común. Pensamos en ambos, pero uno después del otro. En el Sermón del Monte Jesús expone primero lo que significa tener a Dios como Padre y luego lo que es reconocerle como Juez.

Conocer a Dios como Juez es de influencia santificadora y restrictiva en nuestra vida. En particular, tiene el efecto de hacernos perseguir con más rigor pureza de vida y corazón. Su posición como Juez nos enseña a ser estrictos con nosotros mismos en el sentido de lidiar contra nuestro pecado con la determinación de vencerlo.

Pero al mismo tiempo, percibir a Dios como Juez nos enseña a ser gentiles y compasivos con otros. Porque al descubrir nuestro corazón aprendemos a ser compasivos de las debilidades ajenas. Conocer los juicios divinos aclara y santifica nuestra actitud hacia nosotros mismos y hacia otros, así como hacia el Señor.

Mateo 7:1-11 nos enseña estas tres dimensiones.

Viendo más claramente

No juzguéis, para que no seáis juzgados (Mateo 7:1). ¿Por qué? Porque la medida del juicio de Dios para nosotros será la medida que hayamos usado para otros. No significa que Dios empleará el mismo principio vindicativo que algunas veces usamos. Más bien, Jesús dice que el juicio de Dios estará basado en nuestra vida, en cómo nuestro corazón se ha expresado en pensamientos y acciones hacia otros. Por ello advierte “no juzguéis”.

Quizás estas palabras constituyan una de las enseñanzas más mal interpretadas de todo el Sermón. Con frecuencia, si alguien comenta una situación y condena el error, le citan estas palabras “no juzguéis” como si dijeran “no digas que algo está mal, tú no eres quién para juzgar”. Pero la conclusión lógica de una actitud así es amoralidad: tratar el bien y el mal de la misma manera.

¡Esto es absolutamente contrario al resto de la Escritura!

De hecho, en el contexto (v.6) Jesús mismo exhorta a un juicio específico: no deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. Cristo habla aquí de hombres y mujeres. Espiritualmente, algunas personas se comportan como animales. Hemos de reconocerles y tratarles apropiadamente. Hay que hacer juicio. ¿Qué significan entonces las palabras del Señor?

La respuesta se halla en la ilustración que El utilizó. Una de las más vívidas de todo el Sermón, que nos arranca sonrisas y al mismo tiempo produce cierta comezón: ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano,  y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? (Mateo 7:3)

¡Tenemos una viga en el ojo! ¿Y qué hacemos? Vamos y decimos a otros: “oh, veo que tienes una peca de polvo en el rabillo de tu ojo, permíteme que te lo saque”. ¿No es ridículo?

El problema de alguien así es que busca pecados en otros, y brinca cada vez que los encuentra. Se halla tan absorto en su campaña de limpieza que es ciego al hecho del pecado en su propia vida, más grande incluso que el ajeno.

 Este hombre es culpable del pecado de censura. Es sensible al pecado ajeno pero se ha vuelto insensible al propio. La censura suele iniciar como mecanismo de defensa porque no toleramos que otros señalen nuestras faltas, luego la defensa se convierte en hábito y después en modo de vida.  

Es la tragedia última del hipócrita. Se coloca donde puede esconder a otros y así mismo la verdadera naturaleza de su pecado y de su culpa. Y ahora confunde actuación con realidad. Piensa que se ha convertido en lo que pretendía en su mente –ser mejor que otros. En lugar de ablandar su corazón, el temprano descubrimiento de su propio pecado le ha endurecido al mismo.

Tal espíritu de censura manifiesta un síntoma común. Suele encenderse en ira contra las injusticias. No te adelantes: es correcto oponerse a cada injusticia que encontramos. Pero la emoción súbita y desproporcionada podría revelar un tipo de sensibilidad más bien personal que moral o espiritual.

 (2 Samuel 11:1-17 y 12:1-7) ¿Recuerdas la historia de David y Betsabé? Lee con cuidado y analiza la respuesta de David al profeta Natán. No generalices, ni por un momento se sugiere que cualquiera que explota en ira contra una injusticia es un hipócrita. Dios solamente conoce el corazón de cada quien. Lo que es claro, tanto en el caso de David como implicado en las palabras del Señor Jesús, es que manifestar fuertes sentimientos sobre el pecado de otros y no sentir igual ni tratar igual con lo propio es hipocresía.

Todo corazón que ha gustado la gracia y perdón de Dios será discreto, restringido, en su juicio de otros. Se ha visto a sí mismo merecedor de juicio y condenación ante el Señor y que, sin embargo, en lugar de experimentar la justa ira recibe misericordia infinita del mismo Dios.

Entre paréntesis, esto explica el trato de Jesús hacia los fariseos (Mateo 23). Habían convertido a Dios en una figura semejante a la de ellos. No conocían Su Gracia, no sabían que Dios extiende gracia al pecador. Es la tragedia del hipócrita (7:5). ¡Necesitamos vernos bajo el escrutinio de Dios para luego ser capaces de lidiar sensiblemente con el pecado y fallas de otros!

 THE SERMON ON THE MOUNT. Sinclair B. Ferguson

CEREBRO Y RAZON

Los problemas humanos parecen ser cada vez más profundos y diversos en cada generación, a pesar de que la gente busca soluciones desesperadas y mientras más rápidas ¡mejor! Cuán maravilloso sería –dicen muchos- si administraran la pastilla tal o la correcta combinación genética tal para solucionar problemas humanos… Y tales esperanzas son alimentadas por reportes que sugieren que nuestra generación está al borde de alcanzar revolucionarios tratamientos para problemas cerebrales que alguna vez se atribuyeron al alma.

Los creyentes no somos tan simples. 

Sabemos que no hemos de aceptar a ciegas todo lo que oímos o leemos como si fuera la verdad única. La información que recibimos sobre el funcionamiento cerebral la procesamos de la misma manera como recibimos cualquier otra información, bien sea de finanzas, paternidad o sobre las causa de la mala conducta: procesamos la información a la luz o bajo la perspectiva de la Escritura.

Y esto requiere ser cuidadosos: pensar, ejercitar una mente espiritual y grandes dosis de oración cuando oímos o evaluamos los últimos descubrimientos científicos sobre el cerebro o el ser humano. Con franqueza, muchos no entienden por qué procedemos así. Piensan que somos “cortos de vista, dinosaurios mentales”, “hechos a la antigüita”, etc.

 Muchos creen que los científicos van a sus laboratorios, investigan y luego simplemente publican los resultados en alguna revista especializada. La realidad, sin embargo, es muy diferente. Aunque observaciones y descubrimientos se hallan envueltas en riguroso lenguaje científico, son más que hechos a la hora en que los conocemos. La realidad es que, al igual que cualquier otra información, los informes sobre el cerebro están influenciados por los deseos y las presunciones o pensamientos pre-establecidos de nuestra cultura.

 Si un investigador reporta que “el cerebro es un instrumento que participa en o contribuye a la conducta humana”, la persona común concluye “mi cerebro me hizo hacer tal cosa”. Un mensaje distorsionado, que sigue la línea del teléfono que solíamos jugar cuando niños. Esto es lo que oímos del vecino o leemos en los periódicos.

Y aquí está el problema. Algunas veces será legítimo culpar al cerebro de nuestra mala conducta, pero otras veces no. ¿Cómo discernir?

Teología es el lente indispensable para escudriñar resultados, reportes e investigaciones. Por desgracia muchas veces nuestros lentes se hallan nublados, en especial cuando necesitamos valorar las ciencias del cerebro, y no controlan nuestra visión. Otros llegan incluso a quitarse los lentes bíblicos cuando valoran tal o cual investigación.

La estructura teológica de nuestro argumento es sencilla: fuimos creados por Dios como una unidad que contiene al menos dos substancias, espíritu y cuerpo. Esta aseveración teológica es centenaria. Lo nuevo, en esencia, es la aplicación de la teología a algunas preguntas “modernas”. ¡Cultiva una mente espiritual!

BLAME IT ON THE BRAIN? Edward T. Welch

SE TU MI VISION

Oh Dios, de mi alma, sé Tú mi visión.

Nada te aparte de mi corazón,

noche y día pienso yo en ti,

y tu presencia es luz para mi.

Sabiduría, sé Tú de mi ser.

Quiero a tu lado mi senda correr;

yo soy tu hijo, ténme Señor,

siempre morando en un mismo amor.

 

mi escudo, mi espada en la lid,

mi única gloria, mi dicha sin fin;

del alma amparo, mi torreón;

a las alturas condúceme, Dios.

Riquezas vanas no anhelo, Señor, no el vano halago de la adulación;

Tú eres mi herencia, Tú mi porción, Rey de los cielos, tesoro mejor.

Oh Rey de gloria, del triunfo al final, guíame al cielo, tu hogar;

luz de mi alma, dueño y Señor, en vida o muerte sé Tú mi visión. Amén.

1.PUERTAS DE SALUD: ORACIÓN ∞

Meditar nos introduce a la vida espiritual, ayunar es el instrumento, estudiar transforma nuestra mente, pero la Disciplina de la Oración nos conduce a lo más profundo y elaborado del espíritu humano. Verdadera oración es creación y transformación de vida.

William Carey decía que “la oración –secreta, ferviente, en fe- es inseparable de la raíz de toda santidad personal”. Orar es cambiar. Mientras más cerca estemos de los latidos del corazón de Dios, más veremos nuestra necesidad y más desearemos ser conformados a Cristo.

Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites (Santiago 4:3). ¡Pedir bien implica pasiones transformadas! Al orar comenzamos a pensar en los pensamientos de Dios sobre sí mismo: desear lo que El desea, amar lo que El ama, querer lo que El quiere. Se nos enseña a ver las cosas desde Su punto de vista.

(Marcos 1:35)  Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. El comentario es revelador del estilo de vida del Señor Jesús. ¿Y nosotros? Quien camina con Dios sabe que la oración es central en su vida. Es la esencia misma del andar cristiano.

Recordemos que somos salvos por gracia, perdonados en Cristo somos llevados a cosas más profundas según la voluntad de Dios. Recordemos que El nos acepta tal como somos, no por méritos pues no tenemos, sino por la sangre de Cristo con que fuimos comprados. Nos prepara, entrena, instruye, educa y hemos de esperar que al cultivar esta disciplina oremos con mayor autoridad y conocimiento espiritual al paso del tiempo.

¿Por qué orar? ¡Porque somos colaboradores de Dios! (1 Corintios 3:9). ¡Qué tremenda liberación y responsabilidad! Colaboramos con Dios para determinar el futuro. Cambiar el mundo. ¿Qué otra motivación necesitamos para orar?

La disciplina de la oración es un tema tan vasto y multifacético que se presta para toda clase de estudios profundos. Y hay muchas formas de orar: la oración discursiva, oración mental, la oración corporativa, oración individual, oración de guía, oración de quietud, de renuncia, de intercesión… ¡hay mucho para estudiar!

Se aprende a orar. Los discípulos mismos rogaron a Jesús que les enseñara a orar. Hubo algo en la calidad y cantidad de las oraciones de Jesús que les motivó a esta solicitud. ¿Te has dado cuenta, por ejemplo, que ninguna de las oraciones de Jesús termina en la consabida frase “si es Tu voluntad”? Al orar por otros no hay lugar a la indecisión, al medio-esperar-que si se cumple.

Hay tiempo y lugar, claro que sí, para la frase “si es Tu voluntad”. El primer clamor del alma humana creyente es conocer la voluntad de Dios. Oración de búsqueda que debe permear nuestra existencia. Y en la oración de renuncia, compromiso de abandonar nuestra voluntad a favor de la voluntad y caminos de Dios. En tales momentos hemos de seguir la guía: “no según mi voluntad, sino la Tuya”.

 CELEBRATION OF DISCIPLINE. The path to spiritual growth. The discipline of prayer. Richard J Foster