martes, 30 de noviembre de 2010

sublime gracia (en bajo)

Meditación del 30 de noviembre

“Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo” (Génesis 22:10).

Ha llegado la hora cero. El patriarca fue muy sabio al evitar que Sara supiera y dejar los sirvientes al pie del monte, porque uno se pregunta: ¿Qué entrañas humanas desearían ver un espectáculo semejante? Un papá degollando su propio hijo. La sola idea estremece al más fuerte.

La esperanza de bendición a todas las familias de la tierra, bajo el cuchillo para ser degollado. Para un espectador cualquiera se trataría de un cuadro de horror, para el ejecutante -en cambio- era un acto de gran fe. Abraham y su hijo por obediencia e imitación sabían que la misma voz que ordenó la matriz de Sara para que trajera a Isaac, también era capaz de resucitarlo de las cenizas del holocausto.

La voz del Ángel
Nunca fue tan bienvenida, ni tan dulce, ni tan oportuna como ahora: “Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (v.11-12). 
La intención divina fue una prueba, no tanto el hecho del sacrificio de Isaac. 
El hijo fue sacrificado para Dios en el corazón de Abraham y aun está vivo. 
Casi siempre, el consuelo espiritual es inesperado y al final. El Señor dilata sus propósitos en uno con el fin de que la prueba que nos mandó sea perfeccionada, nuestra liberación sea dulce y la recompensa gloriosa. 
Isaac nunca había sido tan placentero a los ojos de su padre como cuando lo recuperó de la muerte. Como hijo le fue dado milagrosamente y ahora milagrosamente es recuperado. 
Abraham nunca habría sido tan bendecido con su simiente si antes no hubiese dado a su hijo en sacrificio a Dios.

Cuando nos entregamos al Señor de todo corazón y de acuerdo a Sus mandamientos, nos devolverá con más gozo lo que le hemos prestado y pagará altos intereses, gran beneficio. Lo mejor que un hombre puede hacer es servir al Señor Jesucristo.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

lunes, 29 de noviembre de 2010

De aromas y fragancias.2

Luego existen conflictos internos que disminuyen y hasta roban la belleza natural de una mujer. Pienso que el criminal número 1 de tales conflictos es el miedo. El miedo es un verdadero león rugiente que devora a sus víctimas.
Algunos miedos constituyen amenazas mayores. Pero hay muchos más.
Miedo de...
1. lo que otros digan o piensen (el esposo, la vecina, la suegra, el jefe, etc).
2. viajar, manejar un vehículo, volar en avión, a solas
3. morir
4. quedar viuda
5. perder un hijo, por enfermedad, o alcohol, o drogas
6. quedar sola en la vida,
7. descubrir un cáncer de cualquier tipo u estadio
8. sospechar infidelidad del esposo
9. fallar (en el matrimonio, criando hijos, o en el trabajo o en alguna responsabilidad)
10. ser decepcionadas por la gente otra vez
11. bancarrota financiera
12. encontrar una serpiente o una lagartija o una rana
13. envejecer sin gracia
14. ser abandonada/aislada de familiares y amigos
15. embarazarse
16. ser descubiertas en actos inmorales o ilegales
17. lidiar con problemas o conflictos
18. cambiar
19. tomar decisiones
20.
21.
22...

A propósito dejo espacio para que escriba su miedo especial, con honestidad. Es importante estudiar el tema porque solemos hacer dos cosas con nuestros miedos: (1) negar su existencia, (2) huir de ellos, como podamos. De modo que lo primero es reconocer su existencia y lo segundo es recordar que Dios no es dador de miedos.
Estudia. Medita. Cultiva un corazón y mente espiritual.

Joyce Landorf.
The Fragrance of Beauty.

Meditación del 29 de noviembre

“Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación" (Habacuc 3:17-18).

En tiempos donde veamos la aproximación u ocurrencia de calamidad pública, la respuesta de un alma creyente es ejercitar la fe: "Con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación" (v.18). 
Tal es el significado de este pasaje. A Noé, por ejemplo, se le anunció la venida de una calamidad universal, y su reacción fue temor reverente, se esforzó en trabajar para su salvación y de su familia. 
La seguridad carnal se ausenta, el vivir por fe se hace más difícil de lo habitual incluso cuando la persona sea creyente. Ahora tenemos más razón para temer más los juicios de Dios y las calamidades. 
Donde la fe reina sobre el corazón con temor reverente, es cuando el individuo se preparará a lo que viene. Las calamidades abrirán ojos de fe para ver la santidad de Dios.

Frente a una calamidad, el estado del corazón creyente debiera estar sintonizado en el ejercicio de fe en Dios. Es cierto que cuando el río suena es porque trae agua. 
El sonido llega primero y nuestros ojos esperan luego ver la corriente de agua. 
De manera semejante obra la fe con la calamidad, hace poner los ojos de fe en espera de ver la santidad divina. Cuando se ejercita la fe una cosa sigue a la otra. 
Veamos esto en el profeta Habacuc: "Observad entre las naciones y mirad. Quedaos asombrados y atónitos, porque yo haré en vuestros días algo que aun si se os contase, no lo creeríais… Luego pasará como el huracán" (Habacuc 1:5,11). Esto es, que viene gran mal sobre el pueblo. Vió calamidad publica pero a seguidas vió también la santidad divina: "Eres demasiado limpio como para mirar el mal; tú no puedes ver el agravio" (1:13). En un ojo de fe una cosa sigue la otra. 
Y si no es así, entonces debes ejercitar tu fe para verlo. Si oyes cacarear la gallina, vas al nido pero no encuentras el huevo, tu obra es no descansar hasta encontrar donde lo puso. Lo normal es que el creyente tan pronto vea calamidad, vea también la santidad. Pero si no, no descansar hasta que la visión sea la santidad divina.

"En aquel día los hombres arrojarán a los topos y a los murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro que habían hecho para adorarlos, a fin de meterse en las grietas de las rocas y en las hendiduras de las peñas, a causa de la temible presencia de Jehová y del esplendor de su majestad, cuando Jehová se levante para hacer temblar la tierra" (Isaías 2:20-21). 
Cuando el corazón tiene la luz de la fe en Cristo, veremos la gloria de Dios actuando en los juicios o calamidades públicas. Tal visión producirá humillación o abatimiento en el alma, la grandeza del poder de Dios y Su terrible majestad se hará presente en nuestros pensamientos.
El orden es juicio y después manifestación de Su santidad. Otro caso: "Oh Señor, ¿quién no temerá y glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti; porque tus juicios han sido manifestados" (Apocalipsis 15:4).
¿Por qué? Porque tus juicios han sido manifestados.

Las calamidades abrirán tus ojos de fe para ver la santidad de Dios.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

sábado, 27 de noviembre de 2010

A mis princesas (y las tuyas también)

Meditación del 27 de noviembre

"¿Mujer, por qué lloras? ¿A quién buscas?" (Juan 20:15).

Cristo demanda saber de María cuál es el objeto de su deseo. El sabía muy bien la razón de su tristeza, no obstante pregunta: "¿Mujer, por qué lloras? ¿A quién buscas?" (v.15). 
Ella le llama Maestro y El entonces ejerce su oficio instruyéndole. 
Esto no solo fue con ella, sino también con otros, porque todos los tratos de Cristo para con los suyos están llenos de buen significado y ricas instrucciones. El ciego de Jericó: "Respondiendo Jesús le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista" (Marcos 10:51)
Cristo favorecerá a los hombres de acuerdo a la fe de ellos.

Es la voluntad de Dios que le hagamos conocer nuestro pedido específico, no para informarlo, sino para que así califiquemos para la misericordia que necesitamos. El marinero debe acercar el bote a la costa, nunca pretende que la costa se acerque al bote. Así mismo es con las misericordias de Dios, nosotros nos acercamos a ella, no ella a nosotros. 
Los favores de Dios son como montañas que siempre están ahí, la montaña no se acerca a uno, sino que uno va a la montaña.

Este suceso en la vida de María no es tanto, "buscad y hallareis" sino "pedid, y se os dará". Procuremos, pues, que cuando estemos buscando o pidiendo algo de Cristo no haya deficiencia en nuestros deseos, porque a menos que la deficiencia sea cubierta no recibiremos lo que estamos buscando. Pero es muy consolador que nuestras oraciones serán encaminadas y llevadas hasta la perfección por el mismo Cristo, porque El es propicio a nuestra debilidad y se deleita en hacernos bien.

Todos los tratos de Cristo para con los creyentes están llenos de buen significado y ricas instrucciones. Además, detallar y particularizar las oraciones fortalece la fe del creyente. Si una novia no espera cartas del novio, cuando lleguen estará inclinada a restarles importancia; en cambio, si su corazón está a la espera, el día que lleguen su pecho se ensanchará de alegría y el fuego del amor será vivificado. Al venir a la Mesa del Señor procura ser específico en tus oraciones.

La respuesta a oraciones particulares aumenta nuestro amor a Dios y fortalece nuestra fe en la fidelidad de Su Palabra. Abre de par en par la puerta de tu corazón, dile todo lo que buscas y hazle conocer todos tus deseos. 
No escatimes esfuerzos en detallar toda tu alma a tu Redentor y Señor.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

viernes, 26 de noviembre de 2010

Himnos I, Page CXVI



Meditación del 26 de noviembre

“Exhorta a los siervos a que estén sujetos a sus propios amos en todo: que sean complacientes y no respondones” (Tito 2:9).

Es deber cristiano saber hablar y no ser respondones, silencio bien manejado es gracia divina. Para ser más específico, cristianos empleados o sirvientes con o sin sueldo, estarán muy tentados a quebrar su compromiso de ser mansos. Es mejor no decir nada que decir algo que provoque al prójimo, o que esté mal dicho. La exhortación no es a simple silencio, sino de un buen silencio, un callar complaciente puesto que se puede callar con cara de disgusto, lo cual quebrantaría la mansedumbre, quitaría adorno al Evangelio y ofendería a Dios.

David es ejemplo que ilustra: “He aquí, tus ojos han visto en este día cómo Jehová te ha puesto hoy en mi mano en la cueva. Me dijeron que te matara, pero yo tuve compasión de ti y dije: “No extenderé mi mano contra mi señor, porque él es el ungido de Jehová” (1Samuel 24:10)
Saúl quiso matarlo, David devolvió palabras mansas y respetuosas. El salmista grafica esta actuación: “Yo dije: Cuidaré mis caminos para no pecar con mi lengua. Guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté frente a mí. Enmudecí, quedé en silencio; me callé aun respecto de lo bueno, pero mi dolor se agravó. Mi corazón se enardeció dentro de mí; fuego se encendió en mi suspirar, y así hablé con mi lengua” (Salmo 39:3)
Noten que no habló sino que escribió su oración a Dios, hace una confesión y resalta que hizo silencio. El silencio es un deber cristiano, y un fuerte adorno del Evangelio.

Tu buena imagen y tu seguridad espiritual, presente y futura, dependen en gran medida de tu silencio.
Callar da una imagen tan positiva que sin un tonto hace silencio es considerado sabio, no que sea sabio, sino que mientras esté callado oculta su insensatez, por lo menos es sabio en saber callar. 
Tú sabes bien cómo y cuándo hablas, por tu hablar sabes bien qué imagen ofreces. Es cierto que buenos hombres son despreciados por el simple hecho de amar a Cristo, pero también es verdad que algunos son poco amados por ninguna otra causa que la fea imagen que dan al hablar.

Supongo que haces esfuerzos por mejorar tu imagen, y te prevengo no tomar el falso camino. La buena ropa no hace bueno a nadie, pero tu lengua sí tiene el poder para darte una bonita imagen. 
Es difícil saber cuándo callar y cuándo hablar: hacer silencio cuando debiéramos hablar es malo, pero hablar inapropiadamente es peor. No he dicho hablar pecaminoso, sino simplemente inapropiado. 
Trata de callar, y si hablas no opines de asuntos que desconoces. 
No hables por hablar. 
Si en tu corazón hay enojo, no hables, espinas venenosas saldrán por tu boca. “La muerte y la vida están en el poder de la lengua, y los que gustan usarla comerán de su fruto” (Proverbios 18:21).

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

jueves, 25 de noviembre de 2010

De aromas y fragancias.1

La verdadera belleza está latente en cada mujer. Algunas reciben doble bendición: belleza interna y gran apariencia externa, pero la gran mayoría de las mujeres que conozco más bien poseen cierta cualidad de belleza. 
En verdad es sabia quien percibe tanto sus buenas características como sus rasgos débiles y saca buen partido de lo que tiene.

Mujer, examina la enseñanza de Cristo, el origen de toda belleza. Sin Cristo, podrás lucir como una modelo pero serás fea. Con Cristo, podrás tener “una cara ordinaria” pero poseer belleza profunda y perdurable.

Es mi oración que la fragancia de la belleza de Dios cubra y rodee todo tu ser. Ser hermosas en Jesús implica tanto la condición de nuestra alma como lo externo de la apariencia. Ambas condiciones son importantes: una confirma o niega a la otra. 
Quizás Pablo no estaba considerado como un experto en belleza de su época, pero nos ha dejado un legado sobre nuestra vida como cristianos que bien podemos aplicar en forma particular:

Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden (2 Corintios 2:14-15).

No todo el mundo apreciará nuestra fragante belleza, no importa cuán cristiana luzca. El mismo aroma de nuestra vida en Cristo pudiera ser olor de muerte para algunos que no desean a Cristo.
De todos modos estamos en la mira. Nuestras vidas hablan a otros. La belleza de Cristo debiera brillar en nosotras.
Examinemos nuestro ser interior así como la apariencia externa y determinemos exactamente cuánta fragancia desprendemos.
Si una mujer no cultiva su alma, si no hay gusto, refinamiento, la dulzura de una mente feliz... ninguna arte misteriosa podrá convertir su cara en algo hermoso... No hay arte ni maquillaje capaz de cubrir la mente vacía o el corazón destructor.
Joyce Landorf,
The Fragrance of Beauty.
fragancia (del latín fragrantia)
  1. olor suave y delicioso
  2. buen nombre y fama de las virtudes de alguien
RealAcademia Española.

Meditación del 25 de noviembre

“En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma” (Salmo 94:19).

Cuidamos nuestros cuerpos como si fueran palacios. Recibimos muchos invitados, en el salón de la mente llegan pensamientos de justicia, fe, paz, gozo, alegría, hay una sala especial para ellos. 
Pero es muy triste que estando en guerra el enemigo se introduzca hasta la sala para nuestros invitados especiales. 
El salmista informa que los misiles y tanques de guerra del enemigo entran hasta allí: “En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma”. Los enemigos han entrado hasta la sala íntima, la principal: “Dentro de mí”.

Es allí donde se da esta lucha intestina. El lugar donde se planifican y ejecutan los más nobles proyectos. Nuestra propia tierra, dentro de nuestras fronteras. No existe creyente que no haya experimentado la amargura de estas batallas y que no le haya costado lágrimas y tristezas. 
Es cierto que el pecado pudiera ser mantenido fuera con cierta facilidad, pero no será sacado de nuestro ser interior sin amargos costos. 
Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto el enemigo estuvo detrás. Ya en la Tierra Prometida tuvieron muchas batallas con el enemigo de frente, en ambos casos fuera, pero aquí no es por detrás ni por delante sino dentro del seno interior.

El ejemplo de Pablo.
“Cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores” (2Corintios 7:5). 
Agrega una lista de sus adversidades, problemas y sufrimientos. Cita nueve peligros, ocho sentimientos de  dolor, y añade una de carácter interno, nótese: “Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;  en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2Corintios 11:25-28). 
Tuvo una aflicción interna, el cuidado por las Iglesias; buscar los perdidos, amonestar al orgulloso, y consolar a los abatidos. Este fue su dolor. Los otros fueron temporales, pero su angustia interna fue diaria. Nuestro Salvador predice a los discípulos sobre su procedencia: “Los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mateo 10:36). Esto es, dentro de mí.
 
Nuestros enemigos
Quien tenga un conflicto dentro de su pecho no le faltarán enemigos. De los ataques de fuera podremos huir, incluso escondernos, pero del enemigo interno ¿quién podrá esconderse? Donde quiera que vayamos lo llevaremos consigo. 
Es malo tener que pelear contra enemigos fuera de uno, pero es peor cuando el caso sea como el salmista:”Dentro de mi”
No tendrá necesidad de más problemas quien esté atribulado consigo mismo. No necesitará la ira del cielo, ni problemas de la tierra, ni peligros del mar, ni la malicia del infierno, ya que sus propios pensamientos estarían contra sí mismo.

Todos y cada uno de los que entramos a este mundo venimos con algún tipo de defecto. Los que no sufren de la cabeza, sufren de los pies; y si no tienen defectos en el hígado, sí en el corazón; o en la frente, la espalda; sino arriba, sufrirá más abajo. En algún sitio del cuerpo hay defecto. 
Dos cosas se oponen a la vida, las enfermedades y el calendario. En algunos las dos. Vivimos en un mundo caído. Quien no tiene defectos a la entrada, sí a la salida. No hay excepción. Y a medida que pasan los siglos la situación empeora, somos testigos de cómo se multiplica el pecado y la proliferación de enfermedades y defectos congénitos. 

Antes los hombres cumplían cientos de años y ahora son escasos quienes alcanzan ochenta. 
Sin embargo, por la misericordia de Dios hay una generación de hombres y mujeres felices,  justos, santos, que al morir terminan sus dolores y pasan a mejor vida. Escucha: "Todo es vuestro, sea Pablo, sea Apolos, sea Pedro, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo porvenir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios" (1Corintios 3:22).

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La Creación llama

He sentido el murmullo del viento susurrando Tu nombre.
He visto caer Tus lágrimas al mirar la lluvia.

¿Cómo decir que no hay Dios cuando la creación llama?
Un pájaro que canta,
un árbol poderoso,
la vasta inmensidad del mar abierto,
ver a un pájaro volar rasando el viento
o descansando bajo las estrellas.

Sé de Tu Presencia
al mirar las playas, sentir rugir las olas,
caminar entre dorados campos de trigo
bajo el azul infinito
al filo del horizonte.
Escuchando al río que corre y moja la tierra,
oliendo la fragancia de la rosa que abre sus pétalos,
sintiendo el llanto de un bebé recién nacido...


¿Cómo decir que no hay Dios cuando la creación llama?

Creo.
Como un niño.

Brian Doerksen
(traducción libre)

Meditación del 24 de noviembre

"Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día" (Hebreos 5:4).
 
El Creador estuvo infinitamente agradado en la creación de todo lo visible e invisible, de acuerdo al modelo de Su infinita sabiduría. Este divino descanso es traído como ilustración del descanso que disfrutarán los santos en el cielo. 
En aquel día Cristo mirará toda las obras hechas por los creyentes para la gloria de Dios aquí en la tierra, y hará que los santos entren al reposo eterno en los cielos, al decirles: “Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu señor" (Mateo 25:21).

Encontramos otra ilustración en el descanso de los israelitas en 
Canaán. El Creador puso en sus criaturas racionales amor por las cosas hermosas y excelentes, así que fue la sabiduría de Dios levantar los deseos de los hombres por medio de las cosas que ven los ojos y luego decirles que las que hay en el Señor son mucho mejores que las terrenales.
Los israelitas que estuvieron bajo la cruel y dura esclavitud en Egipto, siempre vieron la tierra de Canaán como lugar de reposo. Pero después que ellos poseyeron la tierra David habla de otro descanso: “Puesto que falta que algunos entren en el reposo, ya que aquellos a quienes primero les fue anunciado no entraron a causa de la desobediencia, Dios ha determinado otra vez un cierto día, diciendo por medio de David: Hoy, después de tanto tiempo, como ya se ha dicho: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no se hablaría después de otro día” (Hebreos 4:6-8). Esto es, que el verdadero descanso no es en esta tierra, los creyentes somos peregrinos hacia la patria celestial.
 
Las palabras del capítulo 5 contienen el motivo más consolador y poderoso para creer y obedecer el Evangelio, especialmente cuando reflexionamos sobre la continua miseria que hay en este mundo. No hay felicidad completa, todo lo que vemos o podamos poseer es como dice Salomón: "Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse” (
Eclesiastés 1:15).
 
No hay nada mejor para oír, de mayor vigor al alma que cree, que esto: "Queda un reposo para el pueblo de Dios" (v.9). Dios tiene reservado un estado de eterna y completa felicidad para sus hijos en Gracia.
El tiempo pasado en este mundo es para purificarnos del pecado y estar preparados para entrar al cielo. Es imposible que haya una esperanza racional del cielo a menos que haya antes una labor de purificación.

Esfuérzate en rechazar toda apariencia de mal, mira la urgencia del apóstol: "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2Corintios 7:1). 
Cuida tus pensamientos, cuida tu carne del pecado, o por igual, tu alma y cuerpo.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

martes, 23 de noviembre de 2010

Gozo

Meditación del 23 de noviembre

"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi" (Juan 14:1).

¿De las mejores pruebas de nuestra sinceridad hacia Dios? Los problemas.
 
Cuando el hombre atraviesa dificultades el amor tiende a desaparecer, pues las dificultades estimulan la impaciencia y son como gasolina para el fuego del egoísmo. Nos olvidamos de los demás y nos concentramos en nosotros. 
Pero en tales condiciones, se manda y espera que los creyentes se comporten con un patrón diferente de conducta, nuestro modelo de vida es el Señor Jesús.

La ocasión de las palabras de nuestro texto, fue en medio de las aflicciones y agonías de nuestro Salvador, pero El se olvidó de sí mismo y de la proximidad de la muerte, y se entregó a consolar Sus discípulos. Ellos habían oído al Señor hablar acerca de Su muerte, de Su partida y de las pruebas que habrían de sobrevenirle: uno de ellos lo traicionaría, otro le negaría, y que todos le abandonarían, se sentirían ofendidos con El, decepcionados por no ser el Mesías que ellos imaginaban; cayeron víctimas del miedo y sus corazones fueron atribulados.

Nuestro Señor, al percibir que los Suyos estaban conturbados buscó aliviarlos y consolarlos, de ahí las palabras de nuestro texto: "No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí” (v.1). Las pruebas resultarán en un claro lenguaje de la sinceridad de nuestro amor a Dios.
El Señor nos ha dado el remedio para curarnos de nuestros problemas: la fe. La confianza en Dios es un curalotodo. 
Aprendamos y apliquemos que la fe en Cristo es el único y eficaz remedio contra los problemas del corazón: "No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí".  

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

lunes, 22 de noviembre de 2010

Angela Merkel

Himnos, Page CXVI



Meditación del 22 de noviembre

"Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en el corazón..." (Eclesiastés 7:2-4).

El hombre sabio, instruido por su experiencia en fe dice: Que las adversidades son una necesaria y misericordiosa manera que el cielo emplea para recuperar los pecadores corrompidos por la prosperidad de este mundo caído y retornarlos a Dios.

Nuestros sentidos tienen como fin la preservación del cuerpo, pero no siempre juzgan adecuadamente, y en lugar de hacer bien en ocasiones engañan y nos llega el mal. Otras veces permiten entrar bien al alma, pero como disgusta a la carne, el bien es rechazado y sufrimos daño. 
Difícilmente un niño juzgará como beneficiosa la amarga medicina que curaría su enfermedad.
Gusto y olfato están incapacitados para siempre juzgar con precisión lo que es saludable o perjudicial al cuerpo, mucho más para saber lo que es útil al alma. En materia de vida o muerte la consulta nunca debiera ser hecha a los sentidos del individuo. La razón humana estaría siendo anulada y la falacia de los sentidos entronada; cuando la persona estima la prosperidad como su mayor felicidad y la aflicción como la peor calamidad, recuerda que "Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en el corazón...". 
La prosperidad estimula y fortifica las pasiones sensuales, veneno para el alma. La prosperidad desvía la mente de considerar las cosas que pertenecen a nuestra paz eterna. Los pensamientos son dejados en la superficialidad, entiéndase en solo ver los beneficios presentes de la abundancia pero no en ver las consecuencias o el disgusto de Dios que ocasionan.

Ahora bien, en este punto la medicina natural como la espiritual están de acuerdo, en que un extremo es curado por el otro. 
El Malo destruye engañosamente las almas de los hombres con los placeres del pecado, Dios sana con el amargo de las aflicciones, el remedio más eficaz para curar. La aflicción tiene el bendito efecto de volver al hombre sobre sí mismo y le cierra los oídos a los mágicos sonidos del mundo; entonces, la verdad y la conciencia -que estuvieron amordazadas- son libradas y alzan sus voces de tal modo que el individuo no puede dejar de oír el terrible sonido de la culpa del pecado y la locura en que había caído. Aún el más duro de los corazones no puede dejar de oír a su conciencia cuando habla.

Hay un ejemplo bíblico que ilustra esta verdad: 
Balaam. Empujado por la codicia o amor a la prosperidad terrenal, se colocó en contra del mandato de Dios; y el Señor para refrenar su locura hizo que una burra le hablara, pero su codicia era tan grande que no oyó y de hecho se puso a discutir con la burra: "Y viendo el asna el ángel de Jehová, se echó debajo deBalaam..." (Números 22:27-34)
Luego le vemos haciendo declaraciones que solo una conciencia sensible puede hacer: "Muera yo la muerte de los rectos, y mi postrimería sea como la suya" (Números 23:10). 
Esto es, que no hay un hombre tan malo en extremo, tan animal, tan bruto, que no tenga un momento de cordura en el cual desee la salvación de su alma.

Pero el proceso completo es más claro en el hijo pródigo (Lucas 15:14-20), donde observamos las diferentes etapas: aflicción, (v.14-16), la conciencia se despierta y le habla (v.17), la resolución de volver a Dios (v.18-20). 
Las aflicciones son misericordia de Dios para traernos a salvación, porque tienen la virtud de desvanecer los oropeles de la vanidad de este mundo. Es como si un hombre comienza a encontrar que su esposa ya no le agrada, porque ha descubierto una joven rubia, hermosa y de atractiva apariencia, pero al enterarse que tiene SIDA, la desgracia de ella lo apartará de la posible infidelidad. Las adversidades nos hacen ver el mal del pecado y lo inútil de buscar la verdadera felicidad en este mundo, enfría el amor a la prosperidad terrenal, nos hacen pensar, considerar que la apariencia agradable de las cosas no es suficiente para llamarlas un bien real, como dice el refrán: No todo lo que brilla es oro.

Si consideramos las aflicciones con el buen propósito que tienen, podremos armonizarlas con nuestra voluntad y nos persuadirán con paciencia y gratitud a aceptarlas como testimonio del favor peculiar de Dios. 
Como declara nuestro Salvador: "Yo reprendo y castigo a todos los que amo; se, pues, celoso, y arrepiente" (Apocalipsis 3:19). 
Por el contrario, es signo de desprecio total de Dios cuando no somos cruzados con adversidades: "Y saciaré mi ira sobre ti, y se apartará de ti mi celo, y descansaré y no me enojaré más" (Ezequiel 16:42). A veces hay divorcio del Señor, final, y deja los hombres a su propia idolatría, los deja sin corrección.

Después de esto se nos hará más clara y entendible la paradójica declaración de Pablo: "Nos gloriamos en las tribulaciones".

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

sábado, 20 de noviembre de 2010

Amor constante

¡La realidad es que todos hemos sido personas difíciles alguna vez! (y quizás todavía).
El P.Lane ofrece la siguiente lista de lecciones-guía sobre cómo el Evangelio puede ayudarnos en relaciones difíciles. 

Hay dos pasajes bíblicos centrales: 1 Pedro 4:8 y Efesios 3:14-19.
  1. Mantener el corazón en el radar, todo el tiempo. Tu corazón y el de los demás.
  2. Definir la agenda con claridad. Dios es quien establece la agenda, recordar esto casa día nos ayudará a mantenernos bajo Su mirada. Si Dios es quien lo hace, el resultado final será amar a la otra persona en lugar de protegerme de ella.
  3. Definir metas bíblicas realistas y optimistas.
  4. Redefinir el amor. No hemos sido llamados a “componer” a los otros, sino a servirlos.
  5. Proporcionar esperanza.
  6. Llamar a servir a la otra persona.
  7. Conectar tal persona con el cuerpo de Cristo, la Iglesia.
  8. Colaborar con sabiduría.
  9. Conectar la persona con Cristo mismo.
  10. Recordar que todos somos personas difíciles.
Timothy S. Lane. 
Helping ‘difficult” people in your church. 2010, CCEF