miércoles, 24 de noviembre de 2010

Meditación del 24 de noviembre

"Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día" (Hebreos 5:4).
 
El Creador estuvo infinitamente agradado en la creación de todo lo visible e invisible, de acuerdo al modelo de Su infinita sabiduría. Este divino descanso es traído como ilustración del descanso que disfrutarán los santos en el cielo. 
En aquel día Cristo mirará toda las obras hechas por los creyentes para la gloria de Dios aquí en la tierra, y hará que los santos entren al reposo eterno en los cielos, al decirles: “Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu señor" (Mateo 25:21).

Encontramos otra ilustración en el descanso de los israelitas en 
Canaán. El Creador puso en sus criaturas racionales amor por las cosas hermosas y excelentes, así que fue la sabiduría de Dios levantar los deseos de los hombres por medio de las cosas que ven los ojos y luego decirles que las que hay en el Señor son mucho mejores que las terrenales.
Los israelitas que estuvieron bajo la cruel y dura esclavitud en Egipto, siempre vieron la tierra de Canaán como lugar de reposo. Pero después que ellos poseyeron la tierra David habla de otro descanso: “Puesto que falta que algunos entren en el reposo, ya que aquellos a quienes primero les fue anunciado no entraron a causa de la desobediencia, Dios ha determinado otra vez un cierto día, diciendo por medio de David: Hoy, después de tanto tiempo, como ya se ha dicho: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no se hablaría después de otro día” (Hebreos 4:6-8). Esto es, que el verdadero descanso no es en esta tierra, los creyentes somos peregrinos hacia la patria celestial.
 
Las palabras del capítulo 5 contienen el motivo más consolador y poderoso para creer y obedecer el Evangelio, especialmente cuando reflexionamos sobre la continua miseria que hay en este mundo. No hay felicidad completa, todo lo que vemos o podamos poseer es como dice Salomón: "Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse” (
Eclesiastés 1:15).
 
No hay nada mejor para oír, de mayor vigor al alma que cree, que esto: "Queda un reposo para el pueblo de Dios" (v.9). Dios tiene reservado un estado de eterna y completa felicidad para sus hijos en Gracia.
El tiempo pasado en este mundo es para purificarnos del pecado y estar preparados para entrar al cielo. Es imposible que haya una esperanza racional del cielo a menos que haya antes una labor de purificación.

Esfuérzate en rechazar toda apariencia de mal, mira la urgencia del apóstol: "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2Corintios 7:1). 
Cuida tus pensamientos, cuida tu carne del pecado, o por igual, tu alma y cuerpo.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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