sábado, 27 de noviembre de 2010

Meditación del 27 de noviembre

"¿Mujer, por qué lloras? ¿A quién buscas?" (Juan 20:15).

Cristo demanda saber de María cuál es el objeto de su deseo. El sabía muy bien la razón de su tristeza, no obstante pregunta: "¿Mujer, por qué lloras? ¿A quién buscas?" (v.15). 
Ella le llama Maestro y El entonces ejerce su oficio instruyéndole. 
Esto no solo fue con ella, sino también con otros, porque todos los tratos de Cristo para con los suyos están llenos de buen significado y ricas instrucciones. El ciego de Jericó: "Respondiendo Jesús le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista" (Marcos 10:51)
Cristo favorecerá a los hombres de acuerdo a la fe de ellos.

Es la voluntad de Dios que le hagamos conocer nuestro pedido específico, no para informarlo, sino para que así califiquemos para la misericordia que necesitamos. El marinero debe acercar el bote a la costa, nunca pretende que la costa se acerque al bote. Así mismo es con las misericordias de Dios, nosotros nos acercamos a ella, no ella a nosotros. 
Los favores de Dios son como montañas que siempre están ahí, la montaña no se acerca a uno, sino que uno va a la montaña.

Este suceso en la vida de María no es tanto, "buscad y hallareis" sino "pedid, y se os dará". Procuremos, pues, que cuando estemos buscando o pidiendo algo de Cristo no haya deficiencia en nuestros deseos, porque a menos que la deficiencia sea cubierta no recibiremos lo que estamos buscando. Pero es muy consolador que nuestras oraciones serán encaminadas y llevadas hasta la perfección por el mismo Cristo, porque El es propicio a nuestra debilidad y se deleita en hacernos bien.

Todos los tratos de Cristo para con los creyentes están llenos de buen significado y ricas instrucciones. Además, detallar y particularizar las oraciones fortalece la fe del creyente. Si una novia no espera cartas del novio, cuando lleguen estará inclinada a restarles importancia; en cambio, si su corazón está a la espera, el día que lleguen su pecho se ensanchará de alegría y el fuego del amor será vivificado. Al venir a la Mesa del Señor procura ser específico en tus oraciones.

La respuesta a oraciones particulares aumenta nuestro amor a Dios y fortalece nuestra fe en la fidelidad de Su Palabra. Abre de par en par la puerta de tu corazón, dile todo lo que buscas y hazle conocer todos tus deseos. 
No escatimes esfuerzos en detallar toda tu alma a tu Redentor y Señor.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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