martes, 16 de noviembre de 2010

Meditación del 16 de noviembre

“Si, pues habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba...Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1-2).
 
Será frecuente en la Escritura el uso de figuras materiales aplicadas al mundo  espiritual. Nuestro Salvador empleó a menudo estampas de la vida diaria con el fin de hacer sus enseñanzas claras y sencillas, facilitar el entendimiento y ayudar a la obediencia.
Pablo utiliza esta facilidad y viene a nuestras mentes un principio general de física aplicado a la vida de fe: "Cada efecto tiene su propia causa". Por ejemplo, el agua hirvió porque se aplicó calor. ¿El efecto? Hirvió. ¿Causa? El calor.
Las palabras del pasaje contienen un argumento base y una conclusión. Siguiendo esa línea de pensamiento leemos: "Si, pues habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba...Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (v.1-2). La causa, fe en la resurrección de Cristo. El efecto, el cultivo de una mente espiritual.

Así como cada efecto habla de causa particular; cada forma de vida requiere conducta correspondiente.A una vida de fe corresponden obras de fe. Por tanto, buscas las cosas de arriba para que puedas mantener vida espiritual. Tal es el razonamiento del apóstol en este lugar.
Como es en la naturaleza, así también en la vida bajo la Gracia y lo será en la gloria.

¿Cuál es el lugar más apropiado para un pez? El agua. ¿Cual es la vida más propia para una persona que cree en la resurrección de Jesucristo? Una vida de fe o mente espiritual.
Un hombre codicioso material no podrá vivir si es apartado de aquellos asuntos que alimentan y sostienen su codicia, no concibe la vida separado de esas posesiones que son fruto de corazón codicioso. Muere si le quitan tales cosas, como también moriría un pez si es sacado del agua.

En general, lo que pone buenos sentimientos a la labor del obrero es la recompensa del salario, obreros mal pagados son lentos en sus faenas, obreros bien pagados son entusiastas y diligentes.
Por tanto, piensa a menudo en la venida de Cristo, quien coronará todas y cada una de tus buenas obras: "Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano" (1 Corintios 15:58). 
La fe en Cristo nos hace obrar obras de fe, y la esperanza de gloria nos hace parir frutos.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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