martes, 29 de julio de 2008

Todos Anhelamos ser Feliz

Agustín de Hipona escribio en su libro de CONFESIONES:

Pues ¿dónde y cuándo experimento yo mismo mi vida bienaventurada, para que me acuerde de ella, y la ame y la desee? Ni en esto soy yo solo, o tengo pocos que me acompañen, sino que todos deseamos ser bienaventurados, lo cual no apeteceríamos con una voluntad tan firme y determinada si no la conociéramos con certeza y no tuviéramos de ella cierta y segura noticia.

Pero ¿en qué consiste, que si a dos hombres se les preguntase si querían seguir la carrera de la milicia, es muy posible que el uno respondiera que sí y el otro que no, y que si a entrambos se les preguntase si querían ser bienaventurados, sea también muy posible que uno y otro respondiesen al punto y sin poner duda en ello que lo querían y estaban deseando, y que no por otro fin sino el de ser felices y bienaventurados tomaban dos partidos tan opuestos como querer el uno seguir la milicia y el otro no seguirla?

Tal vez porque unos hombres tienen su alegría y gozo en una cosa y otros la tienen en otra, por eso concuerdan todos en responder que quieren ser bienaventurados, como convendrían también si se les preguntase si querían vivir alegres y contentos, porque este mismo contento y alegría es lo que ellos llaman vida bienaventurada. Aunque esta alegría la consiguen unos por un camino y otros la alcanzan por otro, es uno mismo el fin a donde todos conspiran y desean llegar, que es a vivir alegres y contentos. (Confesiones. Libro 10, Capitulo XXI, No. 31)

Por estoy totalmente de acuerdo con C.S. Lewis cuando dice que el probelma del hombre no es que vive para ser feliz o para satisfacer sus deseos, sino que el problema es que se conforma con muy poca cosa y busca satisfacción en cosas que nunca satisfacen. Si eres ser humano, el deseo de tu corazón es ser feliz y Dios te dice la única manera de conseguirlo.

Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Salmo 37:4

Busca satisfacer tu deseo de ser feliz en Dios y quedarás satisfecho. Solo él puede hacerlo.

viernes, 4 de julio de 2008

El Pecado vive Disfrazado

En su libro MAS BLANCO QUE LA NIEVE: MEDITACIONES SOBRE EL PECADO Y LA MISERICORDIA, Paul David Tripp escribe:

El pecado vive disfrazado, por eso es tan difícil de reconocer. El hecho de que el pecado se vea tan bueno es una de las cosas que lo hace tan malo. Para poder hacer su obra de maldad, debe presentarse como cualquier cosa, menos como algo malo. La vida en un mundo caído es como asistir a una gran fiesta de disfraces.

Gritería en impaciencia se viste con el disfraz de celo por la verdad.
La lascivia se puede disfrazar de amor por la belleza.
El chisme obra su maldad viviendo en el disfraz de sincera preocupación y oración.
El deseo de poder y control usa la máscara de liderazgo bíblico.
El temor a los hombres se viste de corazón de siervo.
El orgullo de siempre tener la razón se enmascara de amor por sabiduría bíblica.

El mal simplemente no se presenta a si mismo como malo, esto es parte de su encanto.

Nunca podrás entender las artimañas del pecado hasta que reconozcas que el ADN del pecado es el engaño. Lo que esto significa de manera personal es que como pecadores somos auto-engañadores comprometidos y dotados en el área. Le digo a la gente frecuentemente que nadie tiene más influencia en sus vidas que ellos mismos porque nadie les habla más que ellos mismos. Somos muy hábiles en ver nuestro mal y llamarlo bueno. Somos mucho mejores viendo el pecado, las debilidades y faltas de los demás. Somos muy buenos en ser intolerantes con otros en las mismas cosas que toleramos en nosotros. El punto es que el pecado nos lleva a que no nos veamos ni nos escuchemos correctamente. Y no solo tendemos a ser ciegos, sino que peor aun, tendemos a ser ciegos con respecto a nuestra ceguera.

¿Qué quiere decir todo esto? Significa que una auto-evaluación correcta es el producto de la gracia. Solo en el espejo de la Palabra de Dios y con la visión que el Espíritu Santo imparte, puedo verme como realmente soy. En esos dolorosos momentos cuando nos vemos correctamente, podríamos sentirnos como si no fuésemos amados, pero eso es exactamente lo que está sucediendo. El Dios que nos ama tanto como para sacrificar a su Hijo para nuestra redención, obra para que nos veamos con claridad, para que no caigamos en la falsa ilusión de nuestra propia justicia y con un sentido humilde de nuestra necesidad personal, busquemos los recursos de la gracia que solo pueden hallarse en él.