sábado, 27 de diciembre de 2008

2. VISION 20/20

Percibir a Dios como Juez nos enseña a ser gentiles y compasivos con otros. Porque al descubrir cómo es nuestro corazón aprendemos a ser compasivos de las debilidades ajenas. Conocer los juicios divinos aclara y santifica nuestra actitud hacia nosotros mismos y hacia otros, así como hacia el Señor.

Mateo 7:1-11 nos enseña estas tres dimensiones.

Viendo a otros más claramente

No juzguéis –dice el Señor. “Pero, por otra parte, no seáis insensibles e indiscriminados”. Esto significa la declaración aislada de Mateo 7:6 no deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. Son palabras con varios niveles de aplicación. Ciertamente aplica al trabajo de evangelismo.

Si bien el evangelio es para ser predicado a todo ser humano, habrá hombres y mujeres cuya terca voluntad egoísta rechazará las buenas noticias. Hay que ser sensibles, reconocer esta clase de respuesta e indicadores de que ha llegado el tiempo de ofrecer el Evangelio en otra parte, no ahí. Cuando Jesús envía sus discípulos a las ovejas perdidas de Israel les aconseja que, si el evangelio es rechazado, sacudan sus pies del polvo de tal casa o ciudad (Mateo 10:14; Hechos 13:44-46, 18:5-6, 28:23-31).

 ¿Cómo reconocer lo que describe el Señor? Por la respuesta al Evangelio de tales hombres y mujeres. No aprecian su valor, y al presionarles un poco erupta la hostilidad y hasta persecución franca. ¿Lección aquí? ¡Aprendamos el costo de llevar el mensaje, y que no nos sorprenda!

 Otro principio general derivado del v.6 es la sabiduría de la actividad apropiada. ¿Por qué no se tiran perlas a los cerdos? Porque es inapropiado hacerlo. ¡No tiene sentido! Y sin embargo, cuántas veces hallamos cristianos en actividades o conductas inapropiadas para el Evangelio o su posición como creyentes. Luego no somos sabios, como Jesús mismo dio cuenta: …porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz (Lucas 16:8).

En ocasiones nos vemos atrapados en tradiciones carentes de raíces bíblicas. No percibimos que las palabras empleadas o las actividades en sí mismas han pasado de tiempo, no son ya adecuadas. 

En lugar de mostrar la relevancia contemporánea del Evangelio, lo que hacemos es encubrirla. Damos mensajes no verbales (sin palabras) de que el Evangelio pertenece a generaciones pasadas con nuestras acciones, o de que se halla grabado en piedra, en antiguas tradiciones.

¡Pero Cristo y el Evangelio –las buenas nuevas- son siempre contemporáneos!

Necesitamos mostrar que vivimos, hablamos, actuamos y testificamos en maneras que sean apropiadas a El y a los tiempos que nos ha tocado vivir.

 THE SERMON ON THE MOUNT. Sinclair B. Ferguson

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