sábado, 6 de diciembre de 2008

AÑO VIEJO, AÑO NUEVO

Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios (Hebreos 12:1-2).

Reflexionar la salida y entrada de un nuevo año es ponderar la visión que presenta el escritor de Hebreos. Recordar la gran nube de testigos es una mirada al pasado. Mirar al futuro es aprender a correr con paciencia (puestos los ojos en Jesús!) hasta llegar al cielo.

En fe, considera el pasado del pueblo de Dios como preparación para el presente y para el futuro. ¿Las manos? Para despojarse. ¿Los pies? Para correr. ¿Los ojos? Puestos en Jesús, nuestro supremo bien.       

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