La amistad se encuentra en uno, no en los demás. Si la cultivamos en nuestro propio ser, con sabiduría, la encontraremos y nos gozaremos en la amistad de otros.
El tiempo no condiciona la amistad. Tampoco la "raza" ni las limitaciones propias o ajenas.
Tiempo y distancia no son los factores que destruyen una amistad. Más bien son las dudas, y nuestros temores.
Si perdemos una amistad, también hemos perdido una parte de nosotros mismos. Frases, gestos, temores, alegrías, ilusiones... todo lo compartido también se va.
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