lunes, 5 de abril de 2010

Meditación del 5 de Abril

“No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen” (Mateo 7:6).


Estamos llamados a predicar el evangelio a los pecadores, pero si se predica la salvación una y otra vez a una persona y ella no muestra interés alguno, entonces es necesario ponerle buen juicio a tu amor por las almas perdidas, no malgastar tu tiempo, dedicarlo a otras almas que sí quieran oír la palabra de Dios.

Un carácter afable y amoroso necesita conocimiento y buen juicio para evitar que tal virtud degenere en sentimentalismo carnal.

En toda obra espiritual se necesita discernimiento. Amor y conocimiento sin discernimiento pierden su valor. El amor de por sí tiene un gran valor, pero no puede ser ciego sino con conocimiento espiritual, y sobre todo con buen juicio, tal es la idea.


Naturaleza del discernimiento. Las Escrituras enseñan que hay fe falsa y fe verdadera. La verdadera tiene un ojo capaz de ver las cosas invisibles. Y aquí radica la importancia vital del discernimiento, ya que indica cuando la fe es verdadera: no sólo ve lo invisible sino que además distingue entre un objeto espiritual bueno y otro que no lo es.

No podemos decir que alguien tiene su visión buena sólo porque es capaz de ver, sino porque puede distinguir entre lo que dice ver.

La fe expresa en una sola palabra lo que el apóstol Pablo expresa en otro lugar con dos: conocimiento y discernimiento.


¿Qué es la fe? Un sentido de lo invisible o espiritual. El conocimiento es la unión de la visión y el objeto. La vista se pone en contacto con la pared, y conocemos que es una pared, y percibimos que es un objeto duro, no blando.

El conocimiento espiritual es la unión de los ojos del alma con el objeto invisible del mundo espiritual. Con el discernimiento se siente, se percibe, se distingue su cualidad, si es buena o mala.

El verdadero cristiano, el hombre o mujer nacido de nuevo, que ha sido regenerado, no sólo ve el Reino de Dios sino que además distingue el camino que lleva a la perdición del que lleva a la vida, desecha uno y escoge el segundo, entra al Reino de Dios.

En otras palabras, que el discernimiento espiritual corona la fe verdadera. Discernimiento es la facultad espiritual de la mente regenerada que capacita para sentir, entender, percibir y juzgar asuntos espirituales. Oremos a Dios por ese discernimiento para aprobar siempre lo mejor, no solamente lo bueno. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

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