"A lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 2:14).
Las personas que en el tiempo son efectivamente llamadas a salvación por Dios, lo son por medio de santidad y fe, con el fin de que obtengan gloria eterna.
Este llamado que el Señor hace por medio del evangelio está unido a nuestra vocación de cristianos. Y así mismo es dicho por el escritor divino en nuestro versículo, pues en el mismo pasaje se menciona con un lenguaje que habla, no de separación entre estas gracias, sino de unión: elección, llamado, fe, santidad y gloria, como eslabones de la misma cadena.
Los elegidos son llamados por la predicación del evangelio, se les da fe, son santificados y luego heredaran gloria eterna.
El verso dice así: “A lo cual os llamó”, anteriormente nos revela que ese llamado es de parte de Dios. Solo El Creador tiene la autoridad y poder para cambiar el corazón humano. Un cristiano no es nada ni tiene nada a menos que Dios se agrade obrar en él por Su divino poder.
Poner la gracia del cielo en el alma del hombre es algo de infinita potencia: “Su divino poder nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad por medio del conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia” (2 Pedro 1:3).
Estamos expuestos a mucha oposición y corrupción natural en contra del evangelio. Solo Dios, que llama las cosas que no son como si fuesen, puede llamar un impío como creyente y este ser transformado por la operación del Espíritu.
Se trata de que el individuo sea llamado y de pronto empiece a creer y ser gobernado por una realidad espiritual invisible, que no ve ni puede sentir: “Porque el Dios que dijo: "La luz resplandecerá de las tinieblas" es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo” (2Corintios 4:6). No podemos pensar, ni efectuar, ni perseguir las cosas espirituales sin el poder de Dios. No cabe la menor duda: Dios es quien llama.
Este llamado a las criaturas es hecho evidente de alguna manera visible o externa, y eso es precisamente lo que hace el Creador: “A lo cual os llamó mediante nuestro Evangelio”; el instrumento para llamar es el evangelio.
Se trata de una elección de parte del Creador para con las criaturas, pero eso no anula que Dios trata con el hombre como hombre; es decir, que ellos conservan la libertad de escoger, no los fuerza para hacerles el bien si ellos no quieren, sino que el mismo que los enseña es el mismo que los maneja, o que los maneja por medio de verdadera enseñanza, les abre los ojos que estaban ciegos, luego les muestra el bien y ellos atienden el llamado. Amén.
P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org
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