jueves, 28 de octubre de 2010

Meditación del 28 de Octubre

“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos" (2 Corintios 5:14-15)
 
En el contexto de estas palabras el apóstol trae a consideración las razones de su fidelidad en el ministerio, nos dice por qué se expuso a un trabajo tan duro, de tanto peligros y tantas calamidades.
Aquí cita tres grandes motivos: 
Primero, su esperanza de una bendita inmortalidad: "Porque sabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshace, tenemos un edificio de parte de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos" (v1).
Segundo, el terror del juicio final: "Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho por medio del cuerpo, sea bueno o malo" (v10). 
Tercero, el inefable amor de Cristo: "Porque si estamos locos, es para Dios; o si estamos en nuestro juicio, es para vosotros" (v13).
Pero ninguno de sus potentes argumentos puede ni debe ser separado del mayor y esencial: "Porque el amor de Cristo nos constriñe"
De manera que es deber y propiedad de la vida espiritual referir todas nuestras buenas y valiosas acciones, no al yo, sino a Dios.

Un c
ristiano no es un hombre dueño de sí mismo, no vive para sí mismo por la simple razón de que todo su ser es del Señor: “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, sea que vivamos o que muramos, somos del Señor" (Romanos 14:7-8).

Por causa de la redención de Cristo nuestras relaciones, posesiones, disfrutes, condiciones de vida e intereses son propiedad de Dios. El como nuestro redentor tiene poder y pleno derecho de poner reglas a nuestras vidas.
Si somos pobres, esta pobreza hemos de vivirla según las reglas de Dios, y si  prósperos, de la misma manera: de acuerdo a lo que El manda.  

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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