“Con el temor de Jehová uno se aparta del mal” (Proverbios 16:6).
El temor a Dios ejerce una poderosa influencia en el corazón de los hombres, que vean pecado donde otros ven deleites o conveniencias. Un hombre que en verdad teme a Dios no actuará como los otros.
Nehemías tuvo privilegios como ninguno de sus antecesores, el favor del rey, cartas de ruta y salvoconductos, que pudo haber usado para erigirse como grande sobre los otros además de acumular riquezas, pero en cambio dice: "Yo no hice así, a causa del temor de Dios" (Nehemías 5:15). Cuando una persona teme a Dios no usará los bienes que Dios le da con el fin que emplean otros hombres. Toma posición y riqueza para usarlas en el reino de Dios, no para provecho personal ni para aumentar su cuenta bancaria.
Veamos varios ejemplos bíblicos para confirmar esta verdad de la influencia del temor a Dios en las personas.
Un ejemplo negativo o de falta de temor lo constituye la hija de Herodías, mujer de Herodes: “por lo cual el se comprometió bajo juramento a darle lo que ella pidiera. Ella, instigada por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista" (Mateo 14:7-8).
Esta damisela había danzado con agrado frente a Herodes, quien le dió a escoger la mitad de su reino, ella pidió la cabeza de Juan el Bautista. Era malvada e hizo una selección criminal: no tenía temor de Dios en su corazón.
Un ejemplo positivo: la reina Ester, mujer piadosa y temerosa de Dios. Se le dió a escoger la mitad del reino de Asuero y ella escogió la libertad de Juan el Bautista, esto es, la libertad de sus hermanos los judíos, tuvo buen corazón e hizo una buena selección. No actuó como los demás. Quienes temen a Dios no harán como los otros: “Entonces el rey le preguntó: ¿Qué tienes, oh reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Hasta la mitad del reino te será dada!... Entonces la reina Ester respondió y dijo: ¡Oh rey, si he hallado gracia ante tus ojos, y si al rey le parece bien, que me sea concedida mi vida por mi petición y mi pueblo por mi solicitud!” (Ester 5:3;7:3).
Otro caso, Moisés: "escogió ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado" (Hebreos 11:25). ¿Por qué? Por el temor de Dios.
Y así como quienes temen a Dios no escogerán como hacen los otros, tampoco harán como los otros en materia de adoración, como dice Josué: "Pero yo y mi casa serviremos a Jehová" (Josué 24:15). Como si hubiese dicho "ustedes adoren a quien bien les parezca, yo adoraré al Dios de Israel".
Aun en las motivaciones para predicar a Cristo este temor hace la diferencia, pues Pablo dice: "Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda, pero otros de buena voluntad" (Filipenses 1:15). Para mejorar su comodidad, para hacer negocio de la religión o venderse como hombres honestos, buscando honor en este mundo. Pero no así yo -dice el apóstol- porque yo temo a Dios. Las grandes ventajas no harán que una persona tema a Dios.
Moisés envió espías a conocer la tierra de Canaán. Caleb y Josué trajeron un buen reporte porque temían a Dios, confiaban en el Señor, pero los otros no y exageraron los peligros sembrando incredulidad: “Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moises, y dijo: ¡Ciertamente subamos y tomémosla en posesión, pues nosotros podremos más que ellos! Pero los hombres que fueron con él dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros” (Números 13:30-31).
Las escrituras revelan una gran diferencia entre el rey Acab y el rey Josafat. Cuando a Acab le llegaron adversidades no las santificó, sino pecó más por esta causa: “El rey de Israel respondió a Josafat: Todavía hay un hombre por medio del cual podríamos consultar a Jehová; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza el bien, sino el mal. Es Micaías hijo de Imla. Josafat respondió: No hable así el rey” (1Reyes 22:8).
Josafat, cuando fue visitado con ataque enemigo, buscó al Señor y trabajó para fortalecer su fe: “Aconteció después de esto que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos algunos de los amonitas, salieron a la guerra contra Josafat... Josafat tuvo temor, se propuso consultar a Jehová e hizo pregonar ayuno en todo Judá” (2Crónicas 20:1-3).
No hizo como los impíos, porque temía a Dios:
"Toda persona que teme al Creador, le amará en la adversidad y le temerá en la prosperidad".
Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org
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