viernes, 7 de enero de 2011

Meditación del 7 de enero

"Porque se os ha concedido a vosotros, a causa de Cristo, no solamente el privilegio de creer en él, sino también el de sufrir por su causa" (Filipenses 1:29).

Desánimo o depresión espiritual hace que aflicciones y sufrimientos parezcan durar más de lo normal, porque la impaciencia hace que el enfermo vea al médico como un hombre cruel. Mientras más grita un niño bajo la vara, más duelen los azotes. Pero si consideramos y aplicamos al corazón lo que son las aflicciones de los creyentes, entonces el mal de la depresión se disminuye y hasta desaparece. De modo que es muy conveniente mirar en detalle aquello de las aflicciones de los santos.

El Nuevo Testamento enseña que las aflicciones fueron compradas por el Señor Jesucristo para los suyos: "Así que nadie se gloríe en los hombres; pues todo es vuestro, sea Pablo, sea 
Apolos, sea Pedro, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo porvenir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios" (1Corintios 3:21-23).
Nótese que Pablo dice que la muerte, reina de miedo y angustias, es aquí citada como uno de los bienes que Cristo compró en Su sacrificio, y lo compró para usted y se lo dejó a usted. 
Si la muerte es suya, todas las aflicciones que son hijos de ella, también son suyas: ¿Quien tendrá miedo de lo que es su propiedad? 

Por otro lado se nos dice que las aflicciones son parte de los dones de Dios: "Porque se os ha concedido a vosotros, a causa de Cristo, no solamente el privilegio de creer en él, sino también el de sufrir por su causa" (Fil.1:29). Cristo no da males a los suyos, de ninguna manera, y aunque estas aflicciones parecen un mal, en realidad son un bien. 
Lo que Cristo nunca dará son tu desespero e impaciencia, eso no viene de Dios, sino de tu propia incredulidad y mal corazón.

Es bueno saber que en muchos casos los sufrimientos traen tristeza debajo del brazo, como está escrito: "Al momento, ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados" (
Hebreos 12:11). 
Esas verdades generales pueden ser puestas de forma individual con la vida de un hombre en Cristo: "Como no conocidos, pero bien conocidos; como muriendo, pero he aquí vivimos; como castigados, pero no muertos; como entristecidos, pero siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo" (2Co.6:9-10).
nótese el "cómo" empleado por el apóstol en sus palabras, habla de las aflicciones como si no fueran sufrimientos; como un hombre que se ha enfermado de gripe para curarlo de una tuberculosis. Habla de sus aflicciones llamando medicina a la enfermedad. El vómito, por ejemplo, es un mal contra el estómago, pero cuando una persona se intoxica al ingerir cualquier sustancia venenosa, la medicina que se aplica es inducirlo a vomitar. Un mal menor salva de un mal mayor, y en este caso podría ser la muerte.

Así que las aflicciones de los creyentes son medicina-enfermedad.
La angustia no es un bien en sí, sino un mal necesario en muchos casos, dado por la mano del Padre. Los cosecheros de arroz dan de golpes con un palo a la mata del grano, separan el grano útil de la paja inútil, usan lo malo para sacar limpio lo bueno. 
Si uno mira las palabras del profeta notará la promesa de Dios bajo la similitud: "Su Dios le enseña y le instruye en cuanto a lo que es correcto: que el eneldo no se trilla con el trillo, ni sobre el comino se hace rodar la rueda de la carreta; sino que el eneldo se golpea con un palo, y el comino con una vara. Por cierto, no se muele el grano indefinidamente, ni se lo trilla sin fin. Pero haciendo pasar la rueda de la carreta, lo esparce y no lo tritura. También esto procede de Jehová de los Ejércitos, maravilloso en designios y grande en logros" (Isaías 28:26-29). 
En este pasaje Dios ha prometido no pasar la rueda de molino sobre los débiles, sino que a ellos los trillará. Cada instrumento de limpieza se aplicará en proporción a su propia fortaleza. En el proceso del arroz, primero se sacude con un palo, luego que el grano es cáscara se separa de la paja y se mete en la rueda de molino, se extrae el grano limpio, y por último se pasa por fuego antes de servirse como alimento en la mesa.

Como dijo un mártir en siglos pasados: "Yo soy grano del granero de Dios; por tanto debo pasar por su aventador, luego por entre las piedras del molino, y de ahí al caliente horno, antes de ser un pan para Cristo".

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

No hay comentarios.: