lunes, 31 de enero de 2011

Meditación del 31 de enero

“Y dijo a sus hermanos, y a la casa de su padre: Subiré y lo haré saber a Faraón, y le diré: Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí. Y los hombres son pastores de ovejas, porque son hombres ganaderos; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tenían" (Génesis 46:31-32).

El hijo mayor de Raquel era Señor o Primer Ministro de Egipto pero no se avergüenza de reconocer a sus humildes familiares delante de la realeza: "Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí" (v.31). Su corazón no se exaltó sobre sus hermanos ni guardó rencor contra ellos, les creyó que estaban arrepentidos y como los había perdonado no volvió a mencionar más del incidente. 
En asuntos del mundo fue superior a todos ellos, pero su honra era ser hijo de Abraham e Israel, lo cual es un tipo de la humildad y amor de Cristo hacia los creyentes de todas las épocas. En la prudencia de José se nota con claridad que era un hijo de Jacob, un verdadero creyente. Se espera que los cristianos sean prudentes.

Faraón había pedido a José que trajera todos sus hermanos a estas tierras, pero es posible que en la mente del rey no estuviera la idea del número de ellos, una colonia, 75 personas repartidas en unas 10 familias. 
Era obligado que Faraón fuese enterado debidamente de la colonia que estaba llegando a sus posesiones, sobre todo que todos vinieron para ser una carga financiera al gobierno egipcio, habría sido incorrecto obrar en la clandestinidad.

Como Faraón le dijo que trajera su familia, José la trae y la asienta en la tierra de Gosén, ¿es posible que lo hiciera de este modo sin faltar a las palabras que le dijo el rey? Sí era posible, pero poco sabio. La imprudencia aquí es ir en contra del sentido de las frases que de lo literal. El hombre que aspira una buena conciencia no solo procura atender la forma del lenguaje, sino también el fondo o sentido entre líneas que podemos leer u oír, directa y objetivamente de las letras.

Pero como todo siervo fiel, José no solo les habría de comunicar la llegada sino también su condición social u oficio: "Y los hombres son pastores de ovejas, porque son hombres ganaderos; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tenían" (v.31)
José habría de dar un reporte completo de su familia, quiénes eran sus ancestros, cuántos eran en número y la actividad a la cual se dedicaban. 
Para el egipcio era abominación o signo de bajeza detestable el oficio de pastor de ovejas, pero cuando Faraón fue informado él mismo asignó el lugar para la residencia de Jacob y su familia. Gosén, una llanura cerca de la desembocadura del Nilo, muy propia para ganadería pero también apartada de la población egipcia, un suelo de exclusión. 
La providencia de Dios los dirigió a ese lugar para guardarlos de la contaminación idólatra egipcia.

Nos ha tocado vivir en tiempos donde la violación a las leyes humanas son el plato del día, al punto que es muy difícil para un verdadero cristiano hacer negocios legítimos que dependan de la aplicación de estas leyes. 
La competencia es tan desleal que una empresa honrada quiebra con facilidad. En general, será extraño que un creyente viva con la abundancia material que tienen negociantes impíos. 

Ante esta injusticia, tengamos la misma mente de los hijos de Jacob -si es que somos descendientes suyo mediante la fe- y entendamos que tal situación es la voluntad de Dios para nosotros, porque esas adversidades guardarán nuestros corazones para no ser contaminados con codicia o de avaricia, que es idolatría. La prosperidad puede ser lazo para el alma, y si se prospera rápido, violando  leyes, el lazo es más sutil y amarra con más fuerza, será difícil zafarse: "Los bienes que se adquieren de prisa al principio, no serán al final bendecidos" (Proverbios 20:21). 
La corriente del Egipto presente es poseer fortuna con rapidez no importa  cómo.

Estemos contentos y vayamos confiados a vivir en el Gosén que nos ha tocado, porque Dios es bueno.

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

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