"Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de El, viene a mí" (Juan 6:45)
Las enseñanzas de Dios son absolutamente necesarias a cada hombre que viene a Cristo. Significa que ningún hombre puede extraviarse del seguro camino a Cristo si está bajo las instrucciones del Padre.
Cuando los incrédulos oyen la voz de Dios se levanta en sus corazones un fuerte testimonio de que al escucharla obtuvieron quietud, sintieron una dulce paz que no habían experimentado con otra enseñanza, porque Dios enseña sencilla y claramente. No solo explica la verdad al entendimiento sino que también lo ensancha para recibir la verdad. No solo hace que el predicador hable claro, sino que además abre las mentes para que Su verdad entre con suavidad: "Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía" (Hechos 16:14).
Los que iban camino de Emaús son ejemplo de esta obra: "Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas, les interpretaba en todas las Escrituras lo que decían de él... Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le reconocieron. Pero él desapareció de su vista... Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras" (Lucas 24:27,31,45).
El salmista agrega: "Todas ellas son rectas al que entiende, y razonable a los que han hallado sabiduría" (Proverbios 8:9). Su enseñanza es infalible. Los hombres mas sabios e inteligentes pueden equivocarse con ellos mismos, perpetúan el error, pero con Dios no es así. Si estamos seguros de que Dios nos enseña, estaremos firmes de la verdad enseñada: "Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí" (Juan 16:3).
Las Escrituras producen impresión eterna sobre el alma, la enseñanza se mantiene fresca como si hubiese sido ayer.
La enseñanza de los hombres se olvida pero la divina permanece: "Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo" (Salmo 119:98). La razón es obvia, las escribe al corazón.
Cuán grande el error de quienes proclaman poder llegar a Dios sin que El los enseñe. Es contrario a la Biblia quienes afirman y estimulan que el hombre debe conocerse a sí mismo para encontrar paz y felicidad.
Esta inclinación a ser autosuficientes fue la ruina de Adán y de multitud de seres humanos. Nadie puede tener interés por Cristo si Dios no le enseña: "El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber el misterio del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado" (Mateo 13:11).
Un hombre o mujer puede ser muy culto y al mismo tiempo carecer de valor para confiar en Cristo, en otras palabras, pertenecer al infierno con todo y sus conocimientos. Hombres con excelentes cerebros son destituidos de la gloria de Dios. Esto explica por qué unos ministros son mas fructíferos que otros; unos tienen mucho de ellos y poco de Dios, otros tienen poco de ellos mismo y mucho del Señor. Es la enseñanza de Dios lo que lleva las almas a Cristo.
Supón dos fuentes de agua, una sin adornos y otra muy adornada. La muy adornada no refresca más por eso, lo que refresca es el agua, no los adornos. Lo que necesitamos es agua divina, oración diligente, ferviente y sincera para que el Espíritu Santo hable por boca del predicador.
Una gota de conocimiento divino vale más que un mar de sabiduría humana: "Y ciertamente aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo" (Filipenses 3:8).
Hermano, las cosas que sabes respecto a la salvación por fe y la santificación por el Espíritu son ignoradas por los genios más altos que tiene el mundo. Levanta tu alma en constante acción de gracias.
Hermano, las cosas que sabes respecto a la salvación por fe y la santificación por el Espíritu son ignoradas por los genios más altos que tiene el mundo. Levanta tu alma en constante acción de gracias.
Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org
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