“Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿Por qué moriréis? (Ezequiel 33:11).
Se revela lo resuelto que está Dios por la conversión de pecadores. Un profundo deseo de hacerles bien. La diligencia de un ser es fruto del interés y el interés nace o es encendido por el amor, Dios ama que el incrédulo se vuelva o se arrepienta de su mal camino.
Aprendemos que todos los caminos del inconverso son malos, el Señor no desea el mal para los hombres, por eso les ruega que se vuelvan, que se arrepientan, que cambien su forma habitual de vida e inicien y sigan lo que El manda.
Los que ahora se han convertido oyeron la voz del Salvador y vinieron a Cristo, no menospreciaron la obra del Espíritu Santo sobre sus corazones.
Estaban ansiosos de conocer cuál era la voluntad del Creador, y al verla se sometieron: volvieron. Pensaron "¿cómo es posible que el Creador enviara un mensaje a sus criaturas y yo como una de ellas rehuse obedecerle?."
Dios te dió aliento y todo tu ser, además te envía un mensaje desde el cielo: "volveos, volveos, ¿Por qué moriréis? El que tiene oídos para oír, oiga."
Si la tierna Majestad te dijera que mañana vas a morir, ¿no la oirías?, de cierto que no la despreciarías, pues eso mismo es lo que te dice hoy.
Esta voz concierne a tu vida o muerte eterna, tu destino después que el alma se separe del cuerpo.
Resulta sorprendente que alguien ame más la vida presente que la eterna, sabiendo que la presente pronto acabará pues aun en los muy robustos no pasa de 70 años: “Volveos, volveos, porque moriréis”.
Cristo murió en la cruz, Su obra para perdonar los pecados está lista, todo está consumado, completo, Dios está preparado para regalar a Cristo por siempre para los que creen. Y no hay duda, pues la Biblia enseña explícitamente: “Me hice débil para los débiles, a fin de ganar a los débiles. A todos he llegado a ser todo, para que de todos modos salve a algunos” (1Corintios 9:22). Todo está dispuesto para venir en ayuda, para instruir, para orar por ellos.
Regocíjate amado hermano y bendice a Dios, porque eres uno de los trofeos de la conquistadora y amorosa gracia de Jesucristo, no eres el objeto de su ira y su justicia. Esfuérzate y que tu espíritu pueda saborear más y más la dulzura de la reconciliación, abundar en gozo y alabanzas a Su hermoso y precioso Nombre: "Jesús, porque El salvará a Su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21).
Considera lo que significa ser amigo de Dios, estar entre los favoritos del cielo, y no desmayes ante la aparición del peligro que amenaza a todos los habitantes de la tierra porque: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31). Tu mejor amigo es el Omnipotente, Dios de los Cielos y de la tierra.
Confía en El, no temas.
Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org
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