sábado, 22 de enero de 2011

Meditación del 22 de enero

"Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar la cabeza” (Lucas 9:57).

Lo primero que vemos es el lugar donde le fue hecha esta oferta a Cristo: "Uno le dijo en el camino" (v.57). Subiendo hacia Jerusalén, donde se esperaba que El habría de ser coronado de gloria. 
Este individuo había presenciado los grandes milagros del Señor y se presume que -al igual que la gran mayoría- esperaba un reino temporal para Israel, estaba muy dispuesto a ser de los fieles seguidores del Señor Jesús, pues le dijo: "Señor, te seguiré dondequiera que vayas". No fue llamado por Cristo, pero hizo una gran promesa, se ofreció a servirle incondicionalmente. 
Promesas como estas debieran ser todos los compromisos de las criaturas con el Creador, de modo que la oferta es buena en sí misma, lo malo reside en la razón que la motivó, el anhelo de grandeza terrenal, y esto puede probarse en la respuesta: "Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar la cabeza" (v.57).

Nuestro Salvador le habló al corazón, significando con Sus palabras que todos aquellos que quieran seguir a Cristo no pueden estar esperando de El meras ventajas temporales, sino más bien tener sus corazones preparados, a que si es necesario, pasen incomodidades peores que los animales que poseen un lugar donde pasar la noche. 
Con El ha de esperarse menguar en lo material y crecer en lo espiritual, pues el reino de Dios no es un reino de pompa, sino de paciencia; no material, sino espiritual; no de este mundo, sino para el que viene. Aquí se sufre por y con Cristo para luego reinar con El. Este hombre fue motivado por el beneficio que podía obtener para sí mismo siendo cristiano, en lugar de ver si podía hacer algo para la gloria de Dios.

Ahora bien, nadie entienda que Jesús está desalentando a sus fieles seguidores, está descubriendo a un hipócrita mundano. No concluya que el hecho de ser cristiano traerá seguro beneficio temporal de empleo, o que le irá mejor en sus negocios o en el ejercicio de su profesión o mejorará su matrimonio o la familia, etc. Pensar así es ser como el hipócrita del pasaje. Podría suceder todo lo contrario: ser despedido del empleo por negarse a mentir contra la verdad; que sus negocios desciendan al honrar las leyes y el pago de los impuestos; que los ingresos de su profesión bajen al ejercerla con honradez; que su cónyuge lo abandone por usted negarse a amar el mundo y el pecado -pues el impío solo concibe el placer pecando contra Dios. La gracia nos libre de tener un motivo egoísta para abrazar el Cristianismo.

Como seguidor de Cristo necesitas despojarte de pensamientos de grandeza terrenal. Cristo fue pobre para santificar y suavizar la pobreza de su pueblo pues cuando vino para instruir por medio de su ejemplo, no fue rico ni sensual ni voluptuoso, sino que escogió una condición de humildad y pobreza, aunque rico en hacer el bien a todos. 
Somos llamados y mandados a buscar riquezas, pero no las de la carne, sino la riqueza espiritual, ser ricos en fe, en buenas obras, en obediencia, en hacer el bien al necesitado, y ser amables con nuestro prójimo. 

No te confundas con los extremos, pues hay personas que tienen bolsillos vacíos, pero sus corazones están llenos de soberbia; también hay otros que tienen  bolsillos llenos, pero son humildes y sus manos siempre extendidas para ayudar a otros; porque hay gran diferencia entre el hipócrita y el creyente. 
Para los incrédulos es mejor recibir que dar; pero para el verdadero cristiano "es más bienaventurado dar, que recibir"
La ganancia del convertido reside en lo siguiente: "Todo lo tengo por basura por ganar a Cristo". Las ganancias del hipócrita son los bienes de este mundo o las ventajas materiales que puede sacar del Cristianismo.

Para bien de tu peregrinaje es saludable tener siempre presente que el Evangelio es sinónimo de pobreza, no de riqueza [material].

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

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