Parte I
La suma de la vida cristiana - negación de nosotros mismos
La filosofía cristiana de la no pertenencia al mundo y la autonegación: no somos nuestros, sino de Dios.
El principio de autonegación en nuestra relación con Dios(9)
Confiar solo en la bendición de Dios
Si creemos que todo éxito deseable y próspero depende enteramente de la bendición divina, y que si no hay bendición nos aguarda toda suerte de calamidad y miseria, luego entonces no debiéramos ser tan dispuestos a contender por riquezas y honores -confiando solo en nuestra destreza y constancia, o apoyándonos en el favor de los hombres o confiando en cualquier vacía imaginación de fortuna- sino respetar al Señor.
Bajo Sus auspicios, Su guía y soporte, seremos conducidos hacia donde El haya provisto. El primer resultado será disfrutar con inocencia, en lugar de correr -sin importar si está bien o mal llevados por artes malvadas y dañando al prójimo- para alcanzar riqueza o fama.
¿Quién puede esperar bendición divina en medio de fraudes, rapiña y otras iniquidades? La bendición llegará a quien piensa con pureza y actúa en justicia, y evitará a los de acciones malvadas y planes siniestros.
En segundo lugar, nos impondrá límites. Restringirá los deseos excesivos de riqueza y fama. ¿Cómo puede alguien tener la desvergüenza de esperar que Dios lo ayude a ejecutar deseos que son en contra de Su Palabra? Lo que Dios con sus propios labios ha declarado maldito. no alcanzará bendición nunca.
Por último, si el éxito no es equivalente a nuestro deseo y esperanza, hemos de alejarnos de impaciencias o de aborrecer nuestra condición, no importa cuál, sabiendo que cualquier otra cosa es murmurar contra Dios, Dispensador de todo bien.
En suma, quien descansa en la bendición divina nunca empleará métodos inicuos para tener éxito. Tampoco adscribirá su prosperidad al grado de diligencia, labor o fortuna propias, en lugar de hacerlo a Dios como Autor. Y si, mientras otros florecen, parece ir hacia atrás, llevará lo suyo con mayor ecuanimidad y moderación que cualquier otro. Su solaz reside en considerar que sus asuntos son controlados por Dios de la mejor manera conducente a su salvación.
Este fue el modo como David respondió, siguiendo al Señor y entregándose por completo a Su guía, declara “no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron, ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí. En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma” (Salmo 131:1-2).
Calvin’s Institutes of the Christian Religion, Book Three, Chapters VII-VIII.
2009 Chapel Library; Pensacola, Fl.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario