jueves, 20 de enero de 2011

Meditación del 20 de enero

"Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:17).

Un impedimento fuerte para tener conocimiento correcto de las verdades del cielo son nuestros propios prejuicios, nos inclinan a tomar el camino de lo más fácil en lugar de escoger lo más correcto, no miramos más allá de lo que esta enfrente de nuestros propios ojos.

El texto escogido hoy es testigo elocuente de esta verdad, pues Maria sigue viendo al Jesús humillado en lugar del Cristo exaltado y glorificado. Su grande rasgo de incredulidad le condujo por la vía de los prejuicios, a pesar de que El mismo Jesús les dijo que después de tres días de ser crucificado se levantaría de entre los muertos. Cuando El le dice: "No me toques", es porque ella pensaba ponerse a conversar con Cristo como lo hacía antes, y cierto que se trata de la misma persona, pero ahora con su condición totalmente alterada, ahora hay otra manera para acercarnos a hablar con El.
Es como si un amigo es elevado a presidente, antes era el compañero, pero ahora es el mandatario y no debemos tratarle de igual manera; tal es la idea aquí.

Debemos actuar de acuerdo al conocimiento que tengamos de las cosas, o como refiere el dicho: "Tomar las cosas como son y no como uno quiere que sean", si aplicáramos de modo consistente esta verdad muchos beneficios vendrán al alma. El corazón del hombre siempre se inclina al egoísmo en primera mano,  esto es, estamos muy inclinados a presentar las cosas a nuestros sentidos y no a nuestras almas, a lo mas fácil y no a lo más verdadero. En lugar de levantar nuestros corazones a Dios y Cristo en una forma espiritual, tratamos de traerlo a nosotros. Y es por esta razón que el Señor le dice a María: "No me toques", ella había visto a Cristo según la carne, pero no según el Espíritu.

¿Qué significa: "No me toques, porque aun no he subido a mi Padre"?

La frase tiene un doble significado. Por un lado, la palabra aquí traducida como "tocar" no significa un simple toque físico, sino más bien agarrar, asociar, juntar y soldar una cosa con otra. Las Escrituras dicen que el Maligno no puede tocar a los cristianos, esto es, que no puede hacerlos uno con él (1 Juan 5:18). De modo que cuando Cristo le dice a Maria que no le toque esta significando "no me detengas". 
Por otro lado, el sentido espiritual de la frase implica que luego ella le tocaría con la mano de fe. Maria quiso estar con Cristo como antes lo había hecho cuando El todavía estaba en la carne, pero ahora está glorificado y cuando Jesús haya ascendido al Padre, cuando ella entienda que El era Dios manifestado en la carne, cuando se haya manifestado en pleno a sus discípulos, entonces podría tocarle todas las veces que quiera, pero con manos de fe. 
Entonces verá lo que Cristo significa, le comerá y beberá completamente, sin obstáculos ni impedimentos.

Nuestra felicidad está escondida con Cristo en Dios, al presente no la poseemos, sino que hemos de contentarnos a andar por fe y este es el significado de la prohibición dada por el Señor a Maria Magdalena. Ella quiso tenerle más cerca y experimentar una posesión más sensible de Cristo: estaba más atenta a sus sentidos que al ejercicio de la fe. Quiso honrarle como en los días de su carne, pero Jesús en Su compasión no la abandonó en sus prejuicios carnales y  levantó su alma al mundo de la fe.
¿Por qué se permitió a Tomás tocar a Jesús y a Maria no? 
Porque se trata de toques diferentes, el de Tomás para darle prueba de la resurrección y así levantar su fe pues de inmediato reaccionó adorando al Señor, pero con Maria fue con el fin de que ella pudiera ver a Cristo exaltado y no humillado como ella suponía. 
En ambos casos fue para darles ojos de fe, para que vieran como debe ser visto, con el alma y no con los sentidos. Ambos tuvieron un concepto muy bajo del Señor, ella de su gloria y Tomás de Su resurrección.

No te desanimes, pues, cuando Dios niegue tu deseo, porque algo mucho mejor hay reservado para luego. La historia de Maria, de Pablo y de los discípulos son casos de fe para esto 
mismo, para que confíes en Dios y moderes tu corazón.

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

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