martes, 30 de marzo de 2010

Valor contra gigantes

Al estudiar las Escrituras, he observado un patrón en cuanto a los héroes, esos hombres y mujeres que actúan con valentía y que se niegan a acobardarse:

Primero, hay algo que no anda bien en el ambiente. Existe cierta clase de amenaza externa que debe ser desafiada.

Segundo, hay un principio escritural en juego. Cuando más a fondo se examina la situación, más claro está el principio. Un principio o creencia fundamental está en juego.

Tercero, hay un elemento de riesgo implicado en la toma de medidas heroicas. Además del peligro físico, el riesgo de ser incomprendido, tergiversado, calumniado, maltratado, etc., es real. Sin embargo, no hacer nada es peor. Y hacer algo heroico y arriesgado generalmente significa tener que actuar solo, como Pablo.

Cuarto, los héroes no parecen héroes en el tiempo que actúan. ¿Por qué buscarse problemas? ¿Por qué arriesgar tanto por tan pocos? Sólo el tiempo revela la verdadera importancia de los hechos.

Quinto, el heroísmo no es genético. Nos encantaría saber que nuestros hijos heredarán los genes de heroísmo. Pero no es así. Los héroes no nacen, se hacen. Los héroes se forman con los años; muchas veces, los que vencen más dificultades son quienes se convierten en los héroes de su tiempo.

Necesitamos héroes en nuestra vida. El recuerdo de la determinación de otros de enfrentarse solos a las dificultades ha de hacernos pensar, ha de motivarnos ha alcanzar mayores niveles de osadía en nuestra vida y, quién sabe, modelar heroísmo en la vida de quienes nos rodean.

ChR Swindoll. Pablo. Un hombre de gracia y firmeza.

No hay comentarios.: