“¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? ¡Que demuestre por su buena conducta sus obras en la mansedumbre de la sabiduría!” (Santiago 3:13).
Si no hay mansedumbre tampoco habrá buen entendimiento y las posibilidades de fracaso aumentarán considerablemente. Habrá perjuicio para tu alma.
El éxito en defender nuestros derechos está directamente ligado a ser mansos. Escuche el buen consejo del hombre sabio: “Si se embota el hacha y no es afilada, hay que añadir más esfuerzo. Pero es más ventajoso aplicar la sabiduría” (Eclesiastés 10:10). ¿Por qué es más ventajoso aplicar sabiduría? La respuesta divina responde: “La sabiduría del sagaz discierne su camino” (Proverbios 14:8).
Cuando un general decide contraatacar al enemigo, lo primero que hace es planificar con sabiduría. De manera semejante hay que hacer cuando vayamos a defender nuestros derechos o atacar a quien nos ofenda.
Lo primero es deliberar el asunto, abrir la puerta para que entre la mansedumbre. Ejemplo: “Yo me enojé muchísimo cuando escuché su clamor y estas palabras”. Cuando la información entró por su oído se enfureció, pero no actuó de inmediato sino que deliberó: “Lo medité y reprendí a los principales y a los magistrados, diciéndoles: Practicáis la usura, cada uno contra su hermano. Luego congregué contra ellos una gran asamblea” (Nehemías 5:6,7).
Ahora mire su éxito, la verdad ganó: “Ellos respondieron: Se lo restituiremos y nada les demandaremos. Haremos como tú dices. Entonces convoqué a los sacerdotes y les hice jurar que harían conforme a esta promesa. Además, sacudí mi ropa y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su propiedad a todo hombre que no cumpla esta promesa, y que se quede sacudido y vacío. Y toda la congregación respondió: ¡Amén! Alabaron a Jehová, y el pueblo hizo conforme a esta promesa” (v. 12-13).
En situaciones semejantes nuestros sentimientos quieren actuar de inmediato, pero la mansedumbre pide más tiempo para prepararse antes de mover las tropas, o de oír debidamente antes de actuar. La idea es que cuando seamos ofendidos o injuriados no debemos apresurarnos a la venganza, sino que busquemos ponernos bajo el gobierno de la mansedumbre porque así estarías honrando al Señor, y tu victoria se asegura.
La conciencia es el representante de Dios en tu alma, de modo que para actuar en mansedumbre necesitas tener despierta y en acción tu conciencia y ella tiene la cualidad de despertarse cuando se le hacen preguntas, está allí para ayudarte. Hazte a ti mismo estas preguntas: ¿Por qué te enfureces? ¿Por qué te enojas? ¿Por qué te estás tan enojado?
¿Acaso no te puedes defender de una manera suave y decente? ¿Te han ofendido o te han quitado el entendimiento? ¿Responderás como un animal o como un cristiano? ¿Es correcto perder tu integridad? ¿es propio de ti enojarte por lago tan pequeño? ¿Quien te gobierna, la razón o la provocación? ¿No seria mucho mejor enfriarte y evitar el resentimiento?
Haz esto, y estarás pensando rectamente antes de actuar. Amén.
P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org
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