Que no asumas que tu empleo secular es un mejor reto o mayor de usar tu vida, en lugar de las innumerables oportunidades de servicio y testimonio en tu hogar, tu vecindario, la comunidad, tu iglesia y el mundo.
Que no solamente te hagas la pregunta si carrera a tiempo completo o libertad para el ministerio. Sino más bien te preguntes ¿Qué sería más importante para el Reino? ¿Trabajar para alguien que te dice qué hacer para que a esta persona le vaya bien en su negocio? ¿O ser agente libre de Dios, soñando tu propio sueño sobre lo que tu tiempo, tu hogar y tu creatividad pudieran hacer para prosperar el negocio de Dios? Y que en todo esto hagas tus elecciones -no sobre la base de tus tendencias seculares o expectativas de un cierto estilo de vida- sino sobre la base de lo que fortalece la fe de tu familia y el avance de la causa de Cristo.
Que te detengas y reflexiones y planifiques las diferentes formas de tu vida de ministerio, en capítulos. Los capítulos divididos en elementos -edad, fortalezas, soltería, matrimonio, empleo, hijos en casa o hijos en la universidad, nietos, retiro, etc. Ningún capítulo es sólo alegría. La vida en esta tierra es una sucesión de trueques (de tomar y dejar). Encontrar la voluntad de Dios y vivir al máximo para la gloria de Cristo en cada capítulo es lo que convierte en exitosa una vida. No cuando se lee como el capítulo de vida de otra persona, o lo que debiera traer.
Que desarrolles mentalidad y estilo de vida de tiempos de guerra.
Que nunca olvides que la vida es breve y que billones de personas se encuentran en la balanza diaria del cielo y del infierno. Que el amor al dinero es suicidio espiritual.
Que las metas de escalar socialmente (mejores ropas, auto, casa, vacaciones, alimentos, pasatiempos) son pobres y peligrosos sustitutos de la meta de vivir para Cristo con todas tus fuerzas y maximizar tu gozo en ministrar a las necesidades de otras personas.
Que en todas tus relaciones con los hombres (no solo en el matrimonio) busques la guía del Espíritu Santo en aplicar la visión bíblica de la masculinidad y la femineidad.
Que desarrolles un estilo que haga justicia al papel único que Dios concedió al hombre para sentirse responsable del liderazgo lleno de gracia al relacionarse con una mujer, un liderazgo que implique elementos de protección y provisión y patrón de iniciativa.
Que pienses creativamente y con sensibilidad cultural (así como él debe hacer) para dar forma al estilo, ajustando el tono de tu interacción con los hombres.
Que busques patrones bíblicos para lo que es apropiado o inapropiado entre un hombre y una mujer, no como límites arbitrarios en la libertad, sino como prescripciones sabias y llenas de gracia de cómo descubrir la verdadera libertad del ideal de complementaridad de Dios.
Que no midas tu potencial por los roles detenidos sino por los innumerables roles ofrecidos.
Que mires al amoroso Dios de la Escritura y sueñes con las posibilidades de servirle a El.
Desiring God.
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