sábado, 13 de marzo de 2010

Meditación del 13 de Marzo

“Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David” (Lucas 2:4).


Linaje del Mesías. El lugar prueba su descendencia, pues si habría de suceder a David en su trono, también debía nacer en la ciudad de su nacimiento. Y fue Belén señalada para este honor: “Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel” (Miqueas 5:2). Belén significa casa de pan, el pan que bajó del cielo para dar de comer al mundo el manjar de vida y paz, la comida que lleva el hombre a felicidad eterna.


La jornada de José y Maria fue de unos cuatro días pues eso tomaba llegar desde Galilea a Belén. Unos 120 km. de distancia, en aquel tiempo era normal que una persona caminase unos 30 km. por día, un largo trecho para una mujer encinta y más difícil con un embarazo de nueve meses.

José y Maria fueron sumisos y obedientes a las autoridades pues tuvieron una justa excusa para no hacer el viaje, ella estaba en los días previos a su alumbramiento, sin embargo hicieron el largo viaje. Fueron de obediencia ejemplar, las dificultades no le detuvieron.


Después de mucho caminar llegaron a Belén, a cuatro días de camino. Era una mujer fuerte. He visto mujeres en su séptimo y octavo mes que casi no pueden caminar, se sofocan con facilidad, pero he aquí Maria caminando por varios días para cumplir con el edicto del emperador. Fueron una pareja de fortaleza física y espiritual, de fe y temerosos del Señor.

Jesús desde el vientre o antes de nacer dio muestras de obediencia.

Sus padres fueron ejemplos de obediencia.

Ahora bien, su final fue peor que su jornada. No hubo descanso en el camino ni lugar en la posada: “No había lugar para ellos en el mesón” (v.7). Su entrada a este mundo, adonde vino para salvar, siempre fue con problemas y sufrimientos. Hacer el bien a hombres pecadores siempre tiene un alto costo.


Hermano: No hay razón alguna para amargarte si eres rechazado por el mundo. No dudo que el impulso para sentirse amargado ocurra en ti pero si consideras debidamente el ejemplo de Jesús, de seguro que el desagrado sería eliminado o por lo menos disminuido.

La razón es obvia: todo es de Jesús, pero nada aquí es tuyo. Y si el dueño, puro y perfecto, actuó con humildad, lo más lógico es que tú también.

Todo lo que tienes y usas aquí es prestado, un día te lo van a pedir. Así que, no te pongas en el lugar que no te corresponde, y vivirás más en paz, pues el favor de Cristo está con los humildes: “Lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios… Si á mí me han perseguido, también á vosotros perseguirán” (1Corintios 1:27; Juan 15:20).

Dios no busca gente que lo haga brillar, sino individuos a quienes la práctica del Evangelio los haga brillar como buenos y obedientes. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

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