sábado, 20 de marzo de 2010

Meditación del 20 de Marzo

“Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto” (Salmos 4:7)


No dice que el gozo de los otros hombres sea malvado o pecaminoso, sino inferior. Es un gozo que viene del Cielo: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer” (
Romanos 15:13).

El objeto o propósito de un hombre define su gozo. Lo carnal, en los asuntos relacionados con el gozo o satisfacción de vida, se engloba en tres asuntos, y sólo estos tres: honor, dinero y placer.

Si el gozo de un hombre está en ser honrado, apreciado por sus semejantes, o en la posesión y disfrute de bienes materiales o el placer temporal de las cosas, entonces su gozo es carnal, ya que es producido por las criaturas, no por Dios. Este gozo no sólo es terrenal, sino también que es menor -inferior- al verdadero.


El Señor Jesús también hace esta distinción entre gozo carnal y espiritual, nótese: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:19-20).

Uno puede gozarse en asuntos materiales o terrenales pero el regocijo o gozo pleno de nuestros corazones pertenece sólo a Cristo. Richard Baxter comenta este texto: No se regocijen que los espíritus se sujeten a ustedes, sino que ustedes están sujetos a quien redimió vuestras almas. O que nadie se regocije porque posee una alta posición en la sociedad o dentro del pueblo de Dios, sino porque Dios le incluyó en el Nuevo Pacto.

Nuestro gozo ha de ser sólo en la supremacía de Cristo. No cabe duda que tener la capacidad de echar fuera demonios proporciona un puesto de alta dignidad entre buenos hombres, pero ese no es el gozo del creyente sino Cristo Jesús.

Mientras mayor sea la altura de una persona, mayor peligro para su alma.

Una alta posición social, abundancia de dinero o de placeres no debe ser motivo de gozo, sino de precaución por el peligro que envuelve. Bien fueron reprendidos los apóstoles: “No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan” (Lucas 10:20). Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

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