viernes, 12 de marzo de 2010

Meditación del 12 de Marzo

Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois” (Lucas 9:55).


El Señor no les permitió disfrazar su desamor con santo celo así que les quitó la careta. Cristo nunca nunca permitirá que una buena causa en los suyos se haga violando el amor
[o que el fin no justifica los medios]. Nuestros buenos sentimientos no pueden excusar nuestras malas acciones. Es cierto que tenían buenos sentimientos por Jesús, pero no los excusaba de ser reprendidos: una censura cortante y amarga, por causa de sentimientos desordenados.


Volvamos a las palabras de Jacobo y Juan: “Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?” (v.54). Jesús les responde censurándoles: aunque lo hayan aprendido de la Biblia (el fuego de Elías), sus sentimientos no son bíblicos sino terrenales, mundanos.

Aprendemos que citar versos de la Biblia requiere saber su aplicación si anhelamos imprimir sello de fidelidad bíblica a nuestras declaraciones.

Mire cómo los discípulos disfrazaron un sentimiento carnal de ropaje bíblico. El hábito no hace el monje. Observa con cuánta facilidad puede tornarse en crueldad el mismo amor por Cristo. La misericordia nunca es cruel ni severa ni desordenada, es apacible.

El Señor Jesús prohíbe la venganza personal en Su nombre. Los cristianos no son águilas ni buitres, sino mansas palomas. Oiga esto: “Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado” (1Reyes 19:12). El Señor vino después de la serena voz.


Ellos dijeron: “Como hizo Elías” (v.54). Le pusieron color divino a sus impotentes deseos, pero el color era falso, disimulado. No habían considerado la diferencia en el espíritu de Jesús y el de ellos, quienes por simple impaciencia fueron movidos a una sugerencia furiosa.

Para imitar correctamente a los santos de Dios en acciones particulares hay que hacerlo sobre los mismos fundamentos, de lo contrario sería una burla o torpe imitación. Notemos: “¿Quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas” (v.54-56). Esto es, vuestras acciones serán dignas de elogio y alabanza cuando estén acorde con mis acciones de salvación. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

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