martes, 9 de marzo de 2010

Un espíritu enseñable

Sólo hay un libro absolutamente esencial para salvarnos, equiparnos y obedecer la voluntad de Dios, y glorificarle en todo lo que hagamos. Solo hay un libro que nos da la verdad sin diluir –toda la verdad y ninguna otra cosa más que la verdad. Un solo libro como nuestra última y final autoridad en todo lo que afirma.

Este libro es la Biblia, por supuesto, la Santa Palabra de Dios.

Y la ironía, sin embargo, es que si usamos solo este libro, seríamos desobedientes a él. Porque hemos de contabilizar toda buena enseñanza sobre la Biblia –ya sea en comentarios, libros, sermones, estudios bíblicos, etc.,- como regalos de Dios para el bien de Su iglesia (Efesios 4:11; Santiago 1:17). De modo que lo que parece muy piadoso por fuera (“solo yo y mi Biblia”) en realidad viene a ser una máscara del orgullo interno.

Hechos 8 nos describe una historia que podría ayudarnos en esto. Un etíope eunuco –un gentil temeroso de Dios, tesorero de la reina de Etiopía- ha viajado durante cinco meses en una carroza hacia Jerusalén, con el fin de adorar a Dios. Al regresar, se asombra en voz alta al leer el pergamino de Isaías que tiene en las manos. El Espíritu Santo lleva a Felipe para ayudarle a entender el significado de la Biblia.

Felipe pregunta si ha entendido el pasaje que leía (el capítulo 53). El etíope responde “¿cómo podré, a menos que alguien me enseñe?” (v.31). Luego de invitar a Felipe para que le acompañe en su carro, le interroga de Quién habla el pasaje. “Entonces Felipe abrió su boca, y empezando con esta Escritura le habló las buenas noticias sobre Jesús” (v.35). Poco después, el eunuco insistió en parar el carro y ser bautizado por Felipe, en obediencia a su Nuevo Salvador y Rey, Jesucristo.

El evento es narrativa histórica. Su propósito no es necesariamente guiar a creyentes de hoy sobre cómo leer sus Biblias o cómo pensar sobre la enseñanza de la palabra de Dios. Pero los elementos internos contienen varios principios sabios que podemos adoptar. Así que trabajemos el pasaje otra vez, permitiendo que los puntos sirvan de gatillos para nuestra propia reflexión sobre el entendimiento de la Palabra de Dios y de quienes la enseñan:

1) 1) El etíope lucha y trabaja para entender el significado de la palabra de Dios. No espera ayuda; trata por sí mismo de saber lo que el texto dice. No se contenta solo con hojear la Escritura, colocando la marca de su lectura diaria en el pergamino. Y así nosotros –hemos de gastar tiempo en la Biblia, trabajando duro buscando entender su significado. Pablo lo escribe como mandato seguido de una promesa: “considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo” (2 Timoteo 2:7).El etíope reconoce humildemente su insuficiencia y falta de entendimiento. Anhela entender lo que dice la Palabra, admite su necesidad y entonces pide ayuda. Debiéramos acercarnos a Dios recordando que El quiere le pidamos y que ha prometido asistirnos: “si alguno carece de entendimiento, pida a Dios, quien es generoso” (Santiago 1:5).

¿Qué orar? El salmo 119 ofrece muchos ejemplos de cómo orar por entendimiento y saber aplicar. Por ejemplo, versos 33-36:

Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin.

Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón.

Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad.

Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia.

1) 2) El eunuco hace preguntas claras, buenas, relevantes, basadas en su propia lucha con el significado del texto. Hacer buenas preguntas es evidencia de saber pensar. No hacer buenas preguntas sobre un texto o una enseñanza conduce a que nuestra mente no sintonice (¡no estamos prestando atención!) y no seamos capaces de evaluar las respuestas.

2) 3) Escucha cuidadosamente la enseñanza cristocéntrica que se le presenta, basada en el evangelio. Jesús nos advierte que seamos cuidadosos en cómo escuchamos (Lucas 8:18), y esto es precisamente lo que el oficial hace. Para muchos, nuestra inclinación natural es hablar primero y escuchar después, pero los seguidores de Cristo deben ser “rápidos para escuchar” y “lentos para hablar” (Santiago 1:19).

3) 4) Por último, el etíope pone en práctica lo que recién ha aprendido de la Palabra y de su comentarista. Felipe ha expuesto “las buenas nuevas acerca de Jesús” (Hechos 8:35), que probablemente incluyen la enseñanza de que los miembros del pacto de Dios se identifican públicamente mediante el bautismo. De manera que este official etíope es modelo del mandato de Jesús de “ser hacedores de la palabra y no tan solo oidores” (Santiago 1:22).

En resumen, seamos pues la clase de gente que en oración y cuidado se sumerge día y noche en la Palabra de Dios (Josué 1:8; Salmo 1:2). Seamos la clase de gente “tipo Bereanos” que recibieron la buena enseñanza de la Palabra de Dios “con toda diligencia, escudriñando las Escrituras cada día para verificar lo que se decía “ (Hechos 17:11).

Justin Taylor, http://www.ligonier.org/tabletalk/2009/6/1165_A_Teachable_Spirit

No hay comentarios.: