jueves, 4 de marzo de 2010

Instrumentos para Dios.2

BASES BIBLICAS DE LA DISCIPLINA

Entender nuestra posición de autoridad como padres es crucial para entender nuestra responsabilidad. Dios ha mandado a los padres a ejercer autoridad sobre sus hijos.

(ver Génesis 18:19; Exodo 20:12; Levítico 19:3,32; Deuteronomio 32:46-47; 6:1-9; Hebreos 12:5-9; Efesios 6:4; 1Timoteo 3:4,12).


Una de las mayores causas de incertidumbre al criar hijos se halla en nuestra ignorancia o en la desobediencia intencional a ejercer autoridad. No somos "panas" o amiguitos de nuestros hijos. Tenemos el derecho -dado por Dios- y la orden de regular sobre los hijos y de esperar obediencia.

Ahora bien, la autoridad no es arbitraria ni caprichosa. Implícito en el concepto se encuentra la responsabilidad de disciplinar. Disciplina es una palabra que deriva de discipular: del que hace discípulos; es un término general que incluye toda la crianza: corrección y enseñanza. Es el orden traído sobre la vida de los hijos y la instrucción proporcionada por los responsables.


Hay dos asuntos en el camino de Dios sobre la disciplina: 1) entrenamiento del carácter o “crianza”, global. 2) Amonestación, palabras de aliento o reprensión y advertencia. Instrucción verbal que hace crecer en discernimiento.


Observa que junto al honor de la autoridad se encuentra la responsabilidad de corregir y enseñar. Por tanto, padres negligentes o que rehusan disciplinar son en sí mismos hijos rebeldes de Dios. Estos padres producirán hijos indisciplinados quienes a su vez menospreciarán autoridad.


EL MODELO DE CRISTO

Filipenses 2:9-11

Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.


Observa las cualidades de nuestro modelo en cuanto al carácter:

  • vida de alabanza y gratitud
  • valiente cuando la voluntad de Dios así lo exigía
  • no competitivo ni celoso
  • lleno del Espíritu Santo, manifestando siempre frutos del Espíritu:
  • amor (1 Corintios 13:4-8)
  • alegría, hay confianza en la soberanía divina
  • paz, actuaba en tranquilidad en medio de tormentas, multitudes y frente a la cruz (Juan 14:27)
  • paciencia, siempre dispuesto al bien soportó sufrimientos
  • amabilidad, en sinceridad de corazón, atento en particular hacia los rechazados sociales; considerado, cuidadoso, sensible a necesidades ajenas
  • bondadoso, haciendo el bien siempre (Hechos 10:38)
  • fiel, obedeció, sirvió y amó a Dios fielmente, hasta la cruz
  • humilde, no buscó venganza, reaccionó con mansedumbre ante la provocación; no se defendió sino que se encomendó a sí mismo y a su causa a Dios; nunca se exaltó a sí mismo
  • dominio propio: pasiones y apetitos naturales siempre bajo el control del Espíritu Santo.

¡Criar hijos es un llamado a vivir en santidad! Es un apostolado. Ser Cristocéntricas en nuestro modo de pensar, actuar, vivir, hablar, e impulsar esto mismo en cada uno de nuestros hijos desde que nacen, siempre en oración.

¿Y es fácil? ¿Ven por qué fracasamos? ¿O desesperamos?

Porque es LIDIANDO con el corazón que estamos, no con la conducta, ni con la moral, no con lo social, no con esfuerzos personales... y observen que el primer trabajo es con nuestro propio corazón, para no ser simples imitadoras sino encarnaciones reales de Cristo, gracias al Espíritu Santo que mora en cada quien.

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