Que sean mujeres con una profunda sumisión a la gracia soberana de Dios, que rodea todos estos procesos espirituales. Que sean reflexivas de las doctrinas de la gracia, y aún más, amantes de ellas.
Que estén totalmente comprometidas a su ministerio, cualquiera sea su llamado específico. Que no se desvíen, perdiendo su tiempo en televisión, revistas de moda, o en pasatiempos sin importancia, o en irse de compras; que rediman su tiempo para Cristo y Su reino.
Que, si son solteras, exploten su soltería en completa devoción a Dios (como hicieron Jesús y Pablo y Mary Slessor y Amy Carmichael), y no se paralicen por el deseo de casarse.
Que, si eres casada, apoyes creativamente e inteligente y sinceramente el liderazgo de tu esposo, tan profundamente como en obediencia a Cristo. Que lo estimules en su rol designado por Dios. Que lo influencies en lo espiritual, primeramente con tu tranquilidad y santidad y oración.
Que, si tienes hijos, aceptes la responsabilidad junto a tu cónyuge (o sola, si fuere necesario), de levantar hijos en la disciplina e instrucción del Señor, hijos que coloquen su esperanza en el triunfo de Dios, compartiendo con tu esposo la enseñanza y disciplina que los hijos necesitan y dándoles la especial atención que ellos necesitan de ti, así como ese toque y cuidado maternal tan especial y necesario.
Desiring God.
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