miércoles, 7 de julio de 2010

Meditación del 7 de Julio

“Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables” (Salmo 14:1).


Este verso presenta dos asuntos: La naturaleza del ateísmo, y su efecto en la sociedad. Sobre lo primero se nota que el ateo no dice lo que dijo su conciencia o corazón, sino que él habló a su conciencia o corazón que no existe el Creador: Dice el necio en su corazón.

Es una convicción forzada.

Si hubiese atendido a la voz de su conciencia estaría de acuerdo con la verdad: hay un Dios Único y Verdadero. El ateo no sólo es irracional, ya que se pone en contra del testimonio racional de su mente y del mensaje que de continuo le anuncia la creación, sino que además es injusto, detiene la voz natural de su raciocinio y conciencia.

Su efecto: inmoralidad: “Se han corrompido, hacen obras abominables.”

Esto es, que si el ateísmo crece, la sociedad se corrompe moralmente.


Sería difícil confiar en la gente, se ausenta la predicación fiel del Evangelio, escasea la compasión, la crueldad se entrona, la violencia se hace cotidiana, los robos se multiplican, fornicaciones y prostitución se popularizan, la homosexualidad aumenta, la desconfianza ciudadana es mucha, y las instituciones se debilitan.

Un cuadro aterrador, todo indica como si la humanidad se encamina hacia allá, y así está escrito: “Los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2Timoteo 3:13).


Sobre la naturaleza del ateísmo, sus seguidores piensan que no pudieran saber nada sobre la existencia humana que no sea el morir, no aceptan la resurrección o les parece que no hay nada después de la muerte.

Si uno les dice que el libro de Génesis revela que Dios hizo el mundo, preguntan quién hizo Génesis.

Si los apóstoles dicen que el mundo sería disuelto, cuestionan quién se los dijo.

Si la Biblia revela que el día de la muerte de Cristo hubo tinieblas sobre la tierra, dicen que fue la coincidencia de un eclipse.

Si la Escritura dice que Jesús hizo milagros con el poder de Dios, arguyen que fue magia.

Si Moisés narra cómo abrió el mar Rojo, dicen que en cierta época del año el mar allí se seca.

Si los Evangelios testifican de la divinidad de Cristo, dicen que Jesús planeó en secreto con Judas y María Magdalena.

Son de persuasión forzada y presionan a otros.

Ahora oiga lo está escrito de ellos: “Si nuestro Evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (2Corintios 4:3).

Es muy, pero muy triste: nunca creerán los que están ordenados a perecer.

Amén.

P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

No hay comentarios.: