martes, 20 de julio de 2010

La Roca de Pedro

Una noche la roca se hundió lentamente. Y cuando pasó, Jesús nos enseñó algunas cosas profundas.
***
El día había sido terrible para los discípulos. A medida que remaban hacia Capernaum resultaba difícil callar sobre lo que habían visto. ¡5,000 hombres, sin contar mujeres y niños, y Jesús les había dado de comer a todos con la merienda de un muchacho!
El poder que Jesús parecía comandar les enervaba y asombraba a la vez.

Pero todo había terminado de forma extraña. Cuando el picnic masivo se convirtió en el rally "hagamos rey a Jesús" se sintieron muy estimulados, ¡por fin la gente entendía! Pero Jesús se había perturbado visiblemente por tal entusiasmo y se había esfumado de la escena. Resultaba muy confuso.
¿Y por qué había tenido tanta prisa en que fueran a Capernaum que tuvieron que remar de noche, y sin él? Su bote fue el último que salió del muelle. Si pretendía reunirse con ellos por la mañana, la distancia a Capernaum sería una caminata respetable.

Para colmo, el viento empezó a soplar y el oleaje se hizo más fuerte, empujando la barca hacia atrás. Esto añadiría horas al viaje. El entusiasmo mesiánico se convirtió en irritable cansancio. Alguien comentó que al paso que iban Jesús probablemente los alcanzaría a pie.
Justo en ese momento alguien gritó "¿Qué es eso?" y todos miraron atrás. ¡Una persona! O por lo menos con la figura de una persona. ¡Alguien venía caminando -o flotando- sobre el mar!
El miedo se apoderó de sus corazones. ¡Un fantasma!

Entonces escucharon una voz familiar: "no temáis, Yo Soy, no tengáis miedo."
¿Jesús? Sonaba como Jesús. Pero ¡venía caminando sobre las olas! Quizá un espíritu podría hacerlo, pero ¡no una persona! Se quedaron estupefactos.
Todos, excepto Pedro.
"Señor, si eres tú, házme ir donde ti." Cada una de las asustadas caras miró a Pedro.
Jesús respondió "ven". Pedro se arrojó de la barca y comenzó a caminar hacia Jesús.

Las cosas se ponían surreales.
Pero luego de dar algunos pasos Pedro se congeló. Comenzó a hundirse, como en un pantano. Trató de alcanzar a Jesús y clamó "¡Señor sálvame!" Jesús lo agarró, lo sacó del agua y lo sujetó. Y con toda ternura lo reprendió: "oh hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"
***
Pedro mostró fe extraordinaria al querer seguir a Jesús sobre el agua. Me pregunto si lo demás habrían pensado lo mismo. Me pregunto si yo hubiera hecho lo mismo que Pedro.
Ahora bien, si no pensamos con cuidado creeríamos que Pedro se sostuvo porque tenía fe. Pero no sería apropiado. La fe de Pedro no lo mantuvo a flote. Era Jesús. Pedro sabía esto. Por esta razón no brincó fuera del bote apoyado en sí mismo. Le pidió a Jesús que lo hiciera ir donde El. Lo que Cristo hizo fue honrar la fe de Pedro haciendo que el agua soportara su peso.

Lección #1: La fe no es fe en nuestra fe en Jesús. Es fe en la palabra de Jesús.
Una vez que Pedro estuvo fuera de la seguridad y familiaridad del bote, fuera sobre las aguas, todo se convirtió en peligrosamente precario. ¿Por qué? Bueno, es cierto que la gente no camina en verdad sobre las aguas. Hemos oído la historia tantas veces que pasamos por alto la ridiculez de que nadie camina sobre las aguas. Pero la verdad golpeó a Pedro en ese momento.
Y comenzó a hundirse.
¿Se habían dado cuenta que Pedro La Roca no se hundió como una piedra? Haz memoria, la última vez que brincaste a una piscina, ¿qué tan gradual te hundiste? Aquí está sucediendo algo profundo.
Pedro comenzó a hundirse cuando su fe varió de la firmeza en la palabra de Jesús a la inestabilidad de su circunstancia. Y cuando lo hizo, fue Jesús quien permitió que se hundiera -lentamente. Y para Pedro esto fue una gracia.
¿Por qué? Porque el hundimiento produjo su clamor a Jesús. Rápidamente Pedro dejó de mirar al mundo o a sí mismo como fuente de verdad y salvación y clamó al Salvador. Cuando clamó entonces Jesús lo salvó.

Lección # 2: La palabra de Jesús es más verdadera y más fuerte de lo que vemos o sentimos, y cuando dudamos de ello, algunas veces Jesús -en su gracia- permite que nos hundamos para ayudarnos a recuperar el centro.
Confiar en Jesús y su palabra por encima de nuestras percepciones es algo difícil de aprender.
He ahí por qué el Señor nos lleva a través de tantas experiencias y pruebas que edifiquen o prueben nuestra fe.
Y cuando lo hace, no es solamente para nuestro beneficio. Está exhibiendo Su poder de manera que fortalezca también la fe de otros. De modo que, como los otros discípulos en el bote, finalicemos diciendo "ciertamente tú eres el Hijo de Dios" (Mateo 14:33).
(autor Jon Bloom).
Meditación tomada de Mateo 14:13-33 y Juan 6:1-21

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