miércoles, 28 de julio de 2010

Meditación del 28 de Julio

"Y dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida?. Respondió Jacob: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos son los días de los años de mi vida" (Génesis 47:8-9).


Es probable que la pregunta fuese simple curiosidad del rey al ver la acentuada apariencia de vejez en la cara de Israel. Quizás no había un hombre tan viejo como el, o que aparentara tan anciano: 130 años de edad, cojo, un hombre de rostro muy sufrido.

Cristo fue varón de dolores y algunos piensan que aparentaba cerca de 50 años cuando tenia algo mas de 30: "Le dijeron los judíos: Aún no tienes ni cincuenta años" (Juan 8:57).


La gloria del cuerpo no es la apariencia sino la razón, y si quieres conservar la constitución de tu ser procura que la pasión no usurpe el lugar de tu raciocinio: "Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (
Gálatas 5:24).

Para mantener el intelecto fresco como Jacob es recomendable negarse a los deseos de la carne y cultivar los placeres del intelecto haciendo la voluntad de Dios, y aunque el hombre exterior se vaya desgastando, el interior se renueva de día en día.

Haz tus deberes de este día y conocerás años de paz.


Cuando vemos las huellas de los años sobre una persona, es normal que una inocente curiosidad se levante para indagar su número, en especial si en Egipto no era común ver hombres tan ancianos, el rey se maravilló al verlo y le preguntó.

No creo que sea de beneficio averigüar la edad de otros, pero sí de mucho provecho saber cuánto tenemos y qué hemos hecho durante ese tiempo para servir a nuestra propia generación.


El tiempo que pasó, se perdió. Pero es peor si ese tiempo perdido y sus obras están
escritas en el Libro que será abierto un día. ¿Cuándo se pierde un día?

Un día comercial se pierde cuando no ha reportado ningún beneficio económico, de manera semejante un día de tu vida se pierde cuando no puedes recordar ninguna buena acción en él. Necesitas redimir tu tiempo y que tus obras presentes no se levanten contra ti en el día final.


La respuesta dada por Jacob a Faraón fue extraña: "Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años" (v.9). Habló como habla un patriarca, con seriedad y solemnidad, pesadas palabras salieron de sus labios, pero sazonadas con gracia: "Mi peregrinación". Puso un tierno toque de lenguaje piadoso a su respuesta, como si hubiese dicho que no era de este mundo, que era un extranjero en esta tierra. Es el mismo lenguaje que aprendió de su padre, y si Abraham es también nuestro padre, luego todos debemos considerarnos como ellos, viajando hacia otra vida mucho más excelente que ésta.


En los santos el mañana es mejor que cualquier día pasado, pues está más cerca de la eternidad. Acentúa que la felicidad no se halla en esta tierra donde las nubes siguen tras la lluvia. Todo cambia y nada es firme ni seguro.

Jacob entendía que seria muy útil que Faraón supiera que hay otro mundo mejor:

"Mejor el día de la muerte, que el día del nacimiento" (Eclesiastés 7:1).

Amén.

P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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