Con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación" (Habacuc 3:17)
Hay un dicho muy corriente en nuestra región: "A mal tiempo, buena cara".
Ahora bien, una cosa es decirlo y otra vivirlo. Esto mismo es lo que el profeta experimenta y lo que debe experimentar un corazón de fe aun antes de que eso ocurra, la suposición de que el sustento esencial falte.
Para el creyente será así, que en Dios siempre habrá mejores cosas que las que podamos encontrar en las criaturas. Si el Señor te quitase todo y tu situación fuera como supone el profeta, ten por seguro que te dará mejores que las que te ha quitado. Como dice el escritor de Hebreos: "Con gozo padecisteis ser despojados de vuestros bienes, sabiendo que vosotros mismos tenéis una posesión mejor y perdurable en los cielos" (Hebreos 10:34).
Las pruebas del creyente tienen esa gran bendición, que cuando somos despojados del gozo de los sentidos, nos queda un gozo que no se agota ni se termina, el gozo de la fe. El gozo por el creer crece cuando el primero se ausenta. Ya que se trata de gozarse en cosas que no se ven. Para eso hay que levantar el alma, y en esta situación ella se levanta sobre la carencia del gozo temporal. Nótese que el dice: "Yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación".
Su alegría es en el Dios invisible, sólo el alma que ha nacido de nuevo puede verle y específicamente en la salvación que nos ha dado, en lenguaje del Nuevo Testamento, es gozarse o estar satisfecho en Cristo. La fe verdadera saca miel de la carencia de bienes, sea esta carencia supuesta o real.
Esta es la misericordia del Dios de nuestra salvación, que llama las cosas que no son como si fuesen. Del dolor y angustia, de la falta de pan y agua, saca alegría para su redimido pueblo.
Por tanto, cuando veas la calamidad aproximarse, será tu sabiduría comenzar a pedir ayuda del Unico que puede.
Preguntarás ¿cómo saber si estoy preparándome? La respuesta es sencilla: si tu corazón tiembla cuando oyes Sus juicios entonces vas por la senda de preparación: "Oí, y se estremecieron mis entrañas. Ante esa voz titubearon mis labios; penetró podredumbre en mis huesos, y se estremecieron mis piernas. Gimo por el día de la angustia, cuando suba contra el pueblo el que nos invadirá con sus tropas" (v.16).
En cambio, si eres indiferente a Sus juicios o te encuentras lleno de ti mismo, de tu propia destreza, o te apoyas en el poder de las criaturas o la posesión de tus bienes; en el día de la ruina sucumbirías porque nada de eso podría ayudarte.
Aprende esto, que la gracia de Dios se encuentra en un santo temor, o que el corazón que teme será fuerte en el día de la adversidad. Cuando eres afligido con la Palabra es signo que en la realidad serás librado. Los que temen serán librados del Día malo. Ejercítate en temer a Dios mejorando tu amor por Cristo obedeciendo Su Palabra. Amén.
P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org
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