“Jesús le preguntó, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él” (Lucas 8:30).
En tiempos del emperador Augusto una legión contenía 6,826 hombres, esto da idea de la enorme cantidad de demonios que hay en este mundo. Tienen una especie de ejército o están agrupados bajo un gran ángel llamado ahora Beelzebub, el cual quizás fue el primero que pecó y sedujo a todos los otros: “El diablo y sus ángeles... Beelzebub, el príncipe de los demonios” (Mateo 25:41;12:24).
Son numerosos y están abanderados bajo el reinado de Satanás o el diablo.
La naturaleza del diablo es pecaminosa, asesina y destructiva: “El era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Jnuan 8:44). Desde el principio busca la destrucción y miseria de toda la humanidad; es el gran destructor de toda la creación de Dios.
El poder del diablo como ángel no es pequeño, sino grande con relación a otras criaturas. No como señor o amo sino como ejecutor tiene poder de la muerte: “Para destruir por medio de la muerte al que tenía el dominio sobre la muerte (éste es el diablo), y para librar a los que por el temor de la muerte estaban toda la vida condenados a esclavitud” (Hebreos 2:14-15). No tiene poder como juez para condenar sino como agente de la muerte y se deleita en matar; o que siendo el pobre pecador condenado por Dios es entregado en las manos del diablo.
Las escrituras le llaman de diferentes formas para indicarnos su poder y carácter; es descrito como un león rugiente: “Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar” (1Pedro 5:8). Adversario no sólo de Dios sino también vuestro o de todos los santos, de ninguna manera un amigo, y así como el león busca devorar toda carne que encuentre, así el diablo en destruir todo hombre, en esto es implacable y de gran fuerza contra los creyentes. Su malicia es muy amarga e intensa. Tiene poder para no cansarse, porque hace dos mil años que esto fue escrito y sigue siendo devorador asiduo y constante.
Donde quiera que te encuentres, en la escuela, trabajo, adoración, negocios, en todo lugar está al acecho para atacarte con pensamientos engañosos y malos. Necesitamos, pues, guardar el corazón en un estado humilde, velando y orando. Porque Dios echó del cielo al diablo y sus ángeles y de continuo están acechando para atacar a los hombres. Oremos, pues, que Dios nos proteja.
Amén.
P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org
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