sábado, 15 de mayo de 2010

Meditación del 15 de Mayo

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5).


La mansedumbre es útil en preservar y mejorar la salud del cuerpo.

Oiga lo que dice el instituto Americano del Stress o ansiedad (ASI): “Las investigaciones científicas han descubierto que la respuesta del organismo humano a la ansiedad es como cuando el avión se prepara a despegar. Virtualmente todos los sistemas, corazón, vasos sanguíneos, sistema inmunológico, aparato digestivo, órganos sensoriales, el cerebro... se alteran ante la expectativa de peligro”.

Ahora escuche lo que es la mansedumbre: cuando somos injuriados u ofendidos nos sentimos amenazados y el instinto natural nos pone en pie de guerra, la mansedumbre inicia su trabajo de defensa o preservación al hacernos deliberar, calmar nuestro espíritu, amarrar la lengua y enfriar los sentimientos.

Ser manso también tiene la ventaja de cuidar la salud del cuerpo.


“El corazón apacible vivifica el cuerpo, pero la envidia es carcoma en los huesos” (Proverbios 14:30). O que la mansedumbre contribuye a la salud del cuerpo.

Los científicos han confirmado lo que la Biblia dijo hace miles de años. Enojo e irritabilidad estimulan toxinas que debilitan y enferman nuestro organismo.

Ejercer mansedumbre es una gracia que parece controlar mecanismos de defensa del organismo y librar de esas toxinas.

Dios ha dado su Evangelio no sólo como remedio del alma sino también del cuerpo: “El corazón apacible vivifica el cuerpo”.


No exageramos al decir que la mansedumbre es un medio que contribuye a preservar la salud el cuerpo.
“Porque la angustia mata al necio, y el apasionamiento hace morir al simple.” (Job 5:2). Esto es, que cuanto el hombre se siente amenazado y no pone gobierno a sus pasiones, se afecta negativamente alma y cuerpo.

En cambio, el manso tiene remedio anti-estrés y preserva su salud. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

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