lunes, 10 de mayo de 2010

Meditación del 10 de Mayo

“Yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2Timoteo 4:6-8).


Puntualicemos. Pablo estuvo solo, abandonado, anciano en años, próximo a ser matado, pobre, muy trabajado. No sorprende que denomine su jornada de vida como una batalla, una lucha, una ardua carrera.

En términos humanos sería un idealista fracasado. Sin embargo escuche su cántico: “He guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia“. Para que un hombre pecador e imperfecto hable así ha de tener su corazón inundado de deleite, o que su deleite sea tal, que devore los reveses y guantazos recibidos.


El andar cristiano trae consigo tal grado de deleite que aun las peores adversidades no pueden ahogar el gozo de la fe verdadera. La práctica de fe no es otra cosa que confiar, hacer el bien o encomendarnos a Dios. Lo cual se resume así: “Deléitate asimismo en Jehová.”

Si alguno no encuentra deleite en su profesión de fe o religión entonces su fe es muerta o simple carcasa de religión, y la razón es sencilla, porque en Dios siempre hay deleite, lo dice el salmista y lo confirmó Pablo.


Es posible -la Biblia lo afirma y la experiencia lo confirma- que hayan personas que hacen
devocional de lectura bíblica y oración diaria, y se deleitan en ello aún cuando no hayan nacido de nuevo. Incluso un mero formalismo de la verdadera religión produce algún tipo de deleite.

Ahora bien, recalcamos y enfatizamos que no pretendemos disminuir la práctica de la verdadera religión o producir dudas en nuestros hermanos. Lo que sí queremos acentuar es que si una forma externa de religión puede traer deleite, cuánto más el amar a Dios y obedecer Su ley.

Atemos esta verdad a otra: el andar cristiano trae consigo tal grado de deleite que aun las peores adversidades no podrán ahogarlo. La promesa divina es veraz siempre: “Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón”. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

No hay comentarios.: