“Para que Satanás no gane ventajas alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11).
Es obvio de nuestro texto la preocupación del apóstol Pablo por aquellos hermanos, porque Satanás es un enemigo muy sutil y usa muchas estratagemas o intrigas para engañar.
De donde derivamos que los creyentes deben ser diligentes en conocer las tretas del diablo, no ignorantes de sus maquinaciones. El enemigo de nuestras almas es un adversario que constantemente vigila con el fin de tomar ventajas contra nosotros, por lo que debemos ser muy sabios y velar para no caer en sus malignas trampas.
El diablo es el mayor enemigo contra la fe de los santos, para atraerlos a tinieblas o provocar incredulidad. En las tinieblas cualquier voz agradable nos pudiera parecer buena para que la sigamos y así enredarnos contra Cristo. De ahí la enorme importancia para que conozcamos la voz de Dios y sepamos distinguirla de la falsedad y el engaño. Satanásl tiene como fin muy marcado llevar desorden a la creación o producir tribulación y caos, en particular en la mente de los hombres.
Las Escrituras enseñan que somos enfrentados por el diablo y todas sus fuerzas demoníacas, un ejército de ángeles caídos, espíritus de maldad que controlan este cosmos, cuyo propósito común, único y definido es querer separar al hombre de su Creador y Dios, y harán todo lo que esté a su alcance para lograrlo.
Es parte de nuestro deber como cristianos conocer sus maquinaciones para que no nos coja desprevenidos.
Anímate a ser un fiel soldado de Cristo para rescatar a los que están oprimidos por el diablo. Empezando por nuestro propios familiares que se esconden detrás de la mentira y el pecado para hacer prevalecer sus intereses carnales y sin saberlo son esclavos del diablo y sus demonios.
¿Cómo hacer esto?
En general, resistiendo al diablo. Que el viejo hombre con sus hechos sea destruido. Que tú seas de los que son luz y sal en esta tierra, y que los hombres al ver tus obras en luz sean movidos a imitarte y los lleves a Cristo al mostrarles la salvación que hay en el Evangelio.
Cristo combatió en la cruz para redimirnos y ayudarnos: “Enojaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:26-27).
Nuestro señor es más hábil para salvar que nuestro enemigo para destruir. El diablo es una criatura, pero Jesucristo es el soberano Señor y constantemente intercede por nosotros delante del Padre, cuidará todos nuestros pasos: “En el refugio de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre. En un tabernáculo los guardarás de las contiendas de la lengua” (Salmo 31:20).
Anímate, pues a serle un soldado fiel en la obra de rescatar a otros.
P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org
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