(autor: Persio David) Marcos 10:32-45
Caminaban de prisa, Jesús delante, a sabiendas de lo que vendría. La multitud temerosa, El lleno de amor hacia ellos. Y una vez más expone a su pequeña cohorte los próximos sucesos en Jerusalén, sufrimientos y muerte y luego resurrección. Entonces Jacobo y Juan, de común acuerdo como si lo hubieran premeditado, se acercan y solicitan el “máximo honor”: sentarse uno a la derecha y otro a la izquierda “cuando estés en tu gloria”. Naturalmente los otros diez se llenan de ira -”¿y nosotros qué?” es la idea.
La última parte de la historia trae la enseñanza de Jesús (v.42-45). ¿Cuál es la idea central? Observa que un tercio del párrafo contiene las palabras de Jesús. Aquí está lo importante. Lo demás son circunstancias.
¿Cuál es la idea central?
Los hijos de Dios viven para servir. No es simplemente que sirvan, sino que vivan para eso. No es -o debiera ser- mera ación, sino nuestro propósito de vida. Otra manera de decirlo es “ama al prójimo como a ti mismo”. Jesús lo particulariza cuando habla del amor al prójimo.
Suena maravilloso, pero por causa de nuestra vieja naturaleza tenemos problemas al aplicar esta verdad. Veamos cinco lineamientos generales que el texto sugiere.
- El hijo de Dios -nosotros- no se centra en sí mismo (v.35-40). Este fue el error de Juan y Jacobo. Fueron egoístas y buscaron su propio bien sin tomar en cuenta para nada al mismo Jesús o a sus diez amigos. Y la tentación es fuerte porque la carne es débil. Recuerda: el amor no busca lo suyo (1Corintios 13:5).
- El hijo de Dios no tiene como máxima prioridad sus derechos (v.41). Este fue el error de los otros diez discípulos. También la tentación es fuerte, y nos llega desde que somos niños -”¡él empezó!”. Recuerda: el amor se sacrifica (1Corintios 13:4).
- El hijo de Dios no abusa de su poder (v.42). Enseñorearse sobre otros es marca habitual de quien tiene poder, sean presidentes o jefes o maestros o incluso padres y madres. Abuso se define como cualquier uso del poder incompatible con el servicio. Recuerda: el amor no se goza en la injusticia (1Corintios 13:6).
- El hijo de Dios, mientras más santo es, más sirve (v.43). Cierto, no todo el que sirve es santo, pero sí quien es santo sirve. Mientras más cerca de Dios se encuentre una persona, más derramará su vida por otros. Porque la fe sin obras es muerta; es importante igualar amor con sus manifestaciones (Santiago 2:14-17).
- El hijo de Dios sirve a todos (v.44). Jesús fue explícito. Sin acepción de personas: sin distinción de raza, economía, familia, cercanía, estado de ánimo, etc. Recuerda: el amor es para todos (Mateo 5:46-48).
Una última herramienta, la espada para vencer a Satanás cuando asedie y al viejo yo cuando se queje: Jesús es Dios, Rey y Señor y sin embargo “el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (v.45). ¡La razón de su venida fue servir! Al punto de dar su vida por nosotros mismos.
No te contentes con creer, fe sin obras es muerta. Vive lo que crees.
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