“Pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas se entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa" (Marcos 4:19)
Es claro que la codicia es un gran impedimento a la obediencia, y a menos que hagamos una guerra mortal contra este pecado, el servicio a Dios se verá muy obstaculizado y en el peor de los casos casi anulado. Es notorio en varios textos de las Escrituras que la gran mayoría de los obstáculos a la sumisión al Señor vienen de lo contrario, es decir que el mundo de los sentidos se opone a lo espiritual
El ídolo de los moradores de este mundo son las posesiones materiales, les parece que mientras más aumentan sus ganancias más felicidad tendrán, pero la luz que viene de Dios nos dice todo lo opuesto. No han sido pocos quienes por su prosperidad han perdido a Dios. La miseria que destruye el alma no se vence con posesiones materiales ni mucho menos con el deseo de poseerlas, sino por despreciar este mundo y amar a Cristo: "Ser rico para con Dios".
El corazón natural tiene la maldición de transformar el dinero en un Dios. La fe hace que Cristo sea en todo y el todo del alma. Mientras más uno se esfuerce en poseer cosas de este mundo, más pierde a Dios: "¿Qué aprovechara al hombre, si ganare todo el mundo, perdiere su alma?" (Mateo 16:26).
"Las codicias de otras cosas se entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa". La codicia no mata la planta que ha nacido sino que la ahoga y le impide dar frutos.
Esto es, que el deseo por las posesiones materiales se opone lentamente a la obediencia a Dios. La persona ha oído y conoce la voluntad de Cristo, pero la codicia corroe el servicio a Dios y el individuo se convierte en un simple religioso, profesa ser Cristiano, pero no da frutos.
En resumen, un deseo inmoderado por las cosas de este mundo es un gran estorbo para seguir los testimonios del Señor. Para curarte necesitas observar el curso habitual de la providencia de Dios, y en especial a quienes el Creador ha hecho pacto por medio de Cristo.
Tal es el argumento que usa Jesús: Dios provee para los cuervos y viste con hermosura los lirios del campo. ¿Será El más favorable a una hierba que a uno de Sus hijos?
Modera, pues, tus deseos y de seguro que el Señor no te fallará: "Mejor lo poco con justicia que gran abundancia sin derecho" (Proverbios 16:8). Amén.
P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org
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