Es algo difícil de soportar. Queremos saber de dónde vendrá la provisión, o si moriremos de tal o cual enfermedad o cómo será este niño cuando sea grande o si tendremos trabajo el mes próximo. Mas como enseña Lucas 9:57-58, Jesús establece claramente que sus discípulos han de ser capaces de soportar la incertidumbre si están dispuestos a seguirle.
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“Te seguiré adondequiera que vayas”.
Estoy seguro que quien haya hecho a Jesús esta declaración pública era sincero. Es probable que haya escuchado Su predicación y le haya visto realizar signos y milagros maravillosos. Al incrementarse la fama de Jesús, también aumentó el número de los candidatos a discípulos.
Lo que esta persona quizás ignoraba es que en ese momento Jesús no tenía hogar.
Jesús y su cohorte viajaban a través del sur de Galilea. El había dispuesto ir a Jerusalén, su resuelto propósito era morir ahí. Pero para llegar era necesario atravesar por Samaria. En esos tiempos, existía gran animosidad y malasangre entre judíos y samaritanos. Con más precisión, los samaritanos eran los de mayor malasangre, resultado de siglos de matrimonios inter-raciales y sincretismo religioso entre judíos y los antiguos conquistadores de Israel.
Durante cientos de años los samaritanos habían desarrollado su propia versión de las escrituras y construído su propio templo en sus montañas. Sus creencias eran defectuosas distorsiones de la ortodoxia judía. Por tanto, los judíos “no tenían nexos -nada que ver- con samaritanos” (Juan 4:9) y viceversa.
Pero Jesús se había hecho un nombre entre ellos. Siendo judío, Jesús habló con y acerca de samaritanos con gentileza y compasión sin precedentes. De hecho, en el pueblo de Sicar había entablado conversación con una mujer de reputación cuestionable y como resultado ella y muchos otros del pueblo creyeron en Jesús como el Mesías (Juan 4:1-42).
Sin embargo, Jesús mismo también había sido repudiado de un pueblo samaritano cuando buscó hospedaje en el mismo. Si su mirada estaba puesta en Jerusalén no era bienvenido.
Esto realmente molestó a sus discípulos. Los samaritanos no solamente eran herejes sino además ingratos. Santiago y Juan quisieron quemar y borrar al pueblo del mapa. Pero Jesús no había venido a juzgar al mundo, sino a salvarlo (Juan 12:47). Simplemente siguió adelante, sin tener lugar dónde pasar la noche.
De modo que cuando un adorador anunció su deseo de seguirle adondequiera que fuese, Jesús le quitó un poco el brillo a su declaración al señalar que “las zorras tienen agujeros, los pájaros tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reposar su cabeza” (Lucas 9:58).
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Dios no nos dice cuál fue la respuesta del individuo en cuestión porque lo importante es la pregunta implicada: ¿puedes soportar la incertidumbre? ¿puedes soportar no saber cómo Dios proveerá a tus más urgentes necesidades y aún así confiar en que lo hará?
Jesús quiso que sus discípulos lidiaran estas preguntas. Simplemente habrán épocas cuando no sabremos de dónde vendrán las provisiones. Las circunstancias lucirán precarias, incluso amenazantes; los planes parecerán caerse, la gente nos decepcionará, podrán rechazar o malinterpretar nuestra misión. Si estas cosas le sucedieron a Jesús, no debiera sorprender cuando sucedan a nosotros. Y no debiera enojarnos cuando esto pase. Observa que Jesús amonestó a Juan y Jacobo por su respuesta (Lucas 9:55).
Jesús no quiere que seamos gobernados por el miedo en circunstancias semejantes. Quiere que nos gobernemos por fe. La razón es que la incertidumbre es sólo aparente. Nuestro futuro y nuestra provisión y nuestro último triunfo son ciertos en Dios. El tiene todo el conocimiento, poder, recursos, y deseos para convertir cualquier cosa para bien para quienes amamos a Dios y somos llamados por El (Romanos 8:28).
Temporadas inciertas en apariencia son por lo general los momentos poderosos que experimentamos de Dios. A menudo colocan en exhibición a Dios, demostrando que Dios existe y recompensa a quienes le buscan (Hebreos 11:6).
Así que si te encuentras en una de esas temporadas, ten confianza. Experimentas lo que significa tener un Dios “que actúa en favor de quienes esperan en El” (Isaías 64:4).
Jon Bloom. http://www.desiringgod.org/Blog/2329_can_you_bear_uncertainty/?
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