“Y enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu deManasés en tierra de Galaad, a Finees hijo del sacerdote Eleazar, y a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel” (Josué 22:13-14).
La actitud fue de guerra; la acción presente, diálogo. El designio de tal sabiduría fue indagar y disuadir. Averiguar el propósito del maltrato y disuadirlos de lo que los hijos de Israel suponían que fue el propósito. Será la sabiduría quien dirija correctamente el celo religioso, y nos guardará de que termine en furia carnal.
Si la discreción no toma las riendas en situaciones de posible contienda, al caballo y al jinete les quebrarán el cuello. Sin la sabiduría bíblica, el celo por Dios nos aparta de Dios.
Sus líderes no fueron movidos sólo por sabiduría, sino también por amor.
No condenemos a nadie sin averiguar o sin antes darle la oportunidad de reformar. Se notan aquí dos conceptos: Violencia y paz.
Lo primero, agotar los medios de paz, y sólo si estos medios se hacen inefectivos, quizás entonces aplicar violencia para perseguir el mal y erradicarlo. El buen pastor busca la oveja para curarla, no le envía perros para que la agarren por el cuello. Como alguien ha dicho: La crueldad nunca hace sociedad con la verdadera religión. Si nuestro Salvador no romperá la caña cascada, ¿cómo será posible que sus discípulos rompan la caña entera?
He aquí líderes sabios: “Los cuales fueron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo: Toda la congregación de Jehová dice así: ¿Qué trasgresión es esta con que prevaricáis contra el Dios de Israel para apartaros hoy de seguir a Jehová, edificándoos altar para ser rebeldes contra Jehová?”
Pregunta: ¿De donde surgió esta sabiduría? Del amor a sus hermanos, pues si no hubiesen tenido amor, la duda nunca habría surgido, ni la sabiduría que los guió a la lentitud para actuar.
El amor es el fundamento de un trato prudente con nuestros hermanos.
Sin embargo debe decirse que ellos se reunieron en Silo, lugar donde se encontraba el Arca de Dios, de manera que si hubiesen consultado el Arca se habrían evitado todos estos problemas. El temor a Dios les hubiese dado sabiduría mucho más rápida y eficaz que la que emplearan (la usada no fue mala, sino buena, pero con el temor hubiese sido mucho mejor).
Sin embargo el caso parecía tan claro que los hijos de Israel consideraron como innecesario el consejo divino. Nadie se extrañe que hayan acusado de violación a sus hermanos, mientras ellos mismo se consideraban inocentes.
De aquí aprendemos que cuando estemos frente a un caso dudoso, lo más seguro es suspender el juicio, o hacerlo favorable al prójimo. Mejor un roto en el paño de tu amor que una duda sobre la justicia del proceder de tu prójimo. Amén.
P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org
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