jueves, 18 de febrero de 2010

Meditación del 18 de Febrero

“No te alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo como los pueblos, pues has fornicado apartándote de tu Dios” (Oseas 9:1).


Esto es, no te alegres como se alegran los incrédulos. Ellos siempre se alegran en una de estas tres cosas: alta posición social, abundancia de dinero, o placeres. Honor, dinero o deleites. De otro modo: Fama, poder o placeres.


Uno puede gozarse en asuntos materiales o terrenales, pero el regocijo o gozo pleno de nuestro corazones pertenece sólo a Cristo: “No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan” (Lucas 10:20).

Richard Baxter comenta este texto: No se regocijen en que los espíritus se sujeten a ustedes, sino en que ustedes están sujetos a quien redimió vuestras almas. O que nadie se regocije porque posee una alta posición en la sociedad o aun dentro del pueblo de Dios, sino porque Dios te incluyó en el Nuevo Pacto.

Como hemos escrito antes, nuestro gozo ha de ser sólo en la supremacía de Cristo.

No cabe duda que tener la capacidad de echar fuera demonios ha de proporcionar un puesto de alta dignidad entre buenos hombres, pero ese no es el gozo del creyente sino Cristo Jesús. Mientras mayor la altura social de una persona, mayor peligro para su alma; entonces una alta posición social, abundancia de dinero, o placeres no debe ser motivo de gozo, sino de precaución por el peligro que envuelve. Bien fueron reprendidos: “No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan”.


¿Cómo manejar adecuadamente el gozo carnal? Disfrutarlo con una eficaz medida de moderación. Si el refresco es muy dulce, lo propio sería aguarlo para que no empalague.

O que una alegría carnal se modera o se le agrega agua desarrollando un sentimiento contrario.

Job fue rico, honorable y con abundancia de placeres antes de que le sobreviniera enorme calamidad, y en sus deleites siempre le puso una nota eficaz de moderación, o le echaba agua, nótese: “Me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25). Cuando algo terrenal le daba alegría, de inmediato pensaba en la posibilidad de perderlo, moderaba sus sentimientos de alegría, para que el gozo carnal no afectase el bien de su alma. Repito, no estamos diciendo que esos gozos sean malos, sino que nuestra labor primaria como creyentes es crecer, no tanto en lo bueno, sino en lo mejor y lo celestial es mejor, y eso hemos de cultivar. Lo nuestro es sentir gozo del cielo estando en la tierra.


A esto Jeremías Borrough da tres recomendaciones. “Cuando recibas algún bien terrenal que te produzca gozo, haz lo siguiente:

1) Piensa que tú no lo mereces.

2) Luego, piensa en tus hermanos en la fe que están pasando necesidad.

3) Piensa que en cualquier momento puedes perderlo.

Esto moderaría tu corazón, y te prepararía para gozarte solo en Cristo Jesús Señor nuestro”. Amén.

P.Oscar Arocha. www.ibgracia.org

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