miércoles, 10 de febrero de 2010

Meditación del 10 de Febrero

"Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle. Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo sábado hacer bien o hacer mal; salvar la vida o quitarla?” (Marcos 3:1-2).


El sábado era día de gran veneración para los judíos, y ellos pensaron que era excelente oportunidad para ensuciar la reputación de Jesús o blasfemar Su nombre a los ojos del pueblo, o que la ocasión fue propicia para que los fariseos manifestasen su malicia.

Si Jesús sanaba al lisiado de la mano, levantarían denuncias contra El y parecería que su apreciación era justificada, ya que pensaban que Jesús era un impostor, los demás verían más claro lo que ellos antes habían denunciado: "Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle" (v2). Su maldad anticipa su ventaja, se inició la operación de su caso. Es posible que Jesús haya visto con ojos de compasión al lisiado, pues el relato no dice que el hombre haya solicitado favor alguno, y los fariseos al observarlo pensarían que la oportunidad era buena, si se tienen en cuenta lo ocurrido ese mismo día: "Aconteció que Jesús pasaba por los sembrados en sábado, y sus discípulos se pusieron a caminar arrancando espigas" (2:23). Estaban enojados porque Jesús hacia bien en día de reposo.


Jesús les hace la pregunta: "¿Es lícito en los días de reposo sábado hacer bien o hacer mal; salvar la vida o quitarla?
(v3). El caso del paciente era digno de la mayor compasión, en cambio el público pensaba lo contrario: en lugar de orar e interceder por el bien del prójimo, usaban la situación para alimentar su maldad. Si el lisiado hubiera sido sanado en una clínica o un hospital por un método ordinario que tomara quizás un año, ellos no tendrían problemas con eso, pero si el milagro se realiza ahora, en un instante, entonces se enojarían. Los límites de maldad a donde puede llegar el corazón incrédulo son inconcebibles.


Cristo no se acobardó. Su corazón siempre estuvo sintonizado en hacer el bien, aun cuando los malos se molestaran. Caminó por encima del prejuicio de los que se le oponían e hizo que el milagro fuese más manifiesto a los ojos de ellos, nótese: "Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio" (v3); esto es, colócate en lugar visible a toda la concurrencia.

Jesús se esfuerza en darnos convicción de pecado, que seamos conscientes de nuestras faltas de misericordia, impiedad e irracionalidad, nos hace ver la enfermedad de nuestras almas para que pidamos curación, porque se deleita en sanar. Nadie piense que hubo allí gozo en avergonzar, sino que se trata de un proceso de terapia espiritual, que se dejaran conducir por El para salvarlos.

En el pasaje paralelo la crueldad de ellos se hace más evidente: "Le preguntaron diciendo: ¿Es lícito sanar en sábado? Pero él les dijo: ¿Qué hombre hay entre vosotros que tenga una oveja, que si ésta cae en un pozo en sábado, no le echará mano y la sacará?" (Mateo 12:11).

Ellos eran más compasivos con un animal, que con una persona. Agrega nuestro pasaje: "Pero ellos callaban" (v4). No pudieron responder palabras, les cerró la boca.

En el pasaje brilla la ternura de Jesús con ellos, no obstante se le oponían con mal corazón, de donde se infiere que la dureza de corazón es contender con Dios, es pelear contra Su amor y es el mayor enemigo que Dios tiene de este lado del infierno.

Así que, digamos como Lutero: “Dios nos libre”. Amén.

P.Oscar Arocha. www.ibgracia.org

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