miércoles, 24 de febrero de 2010

Meditación del 24 de Febrero

Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer” (Romanos 15:13).

El verso es una oración a favor de los creyentes en Roma. Pide con el fin de que fuesen llenos de gozo y paz, lo cual tiene como efecto propio ensanchar la esperanza cristiana.

Esto significa que sólo y únicamente Dios puede dar paz y gozo, con el poder del Espíritu Santo y por medio de Su Palabra. Ciertos dones pueden ser obtenidos por esfuerzo propio, sin embargo hay otros que Dios da por medio de la oración. Llevar el alma humana a esa dulce y deleitosa quietud es prerrogativa divina.

O el hecho que Pablo rogase por los creyentes en Roma, es que sólo Dios puede dar al corazón ese estado tan deseado, no podemos sin Su bendición.


Los creyentes son como los bebés, pueden ponerse nerviosos, atormentarse por sí mismos, pero no sosegarse, y mucho menos gozarse. Llevarlos a gozo y paz es obra del Espíritu de Dios. La oveja puede extraviarse, pero sola no puede volver al rebaño, el pastor ha de traerla. Si el auto se descompone, el mecánico debe repararlo. Disfrutar la vida cristiana, o vivir en gozo y paz es obra de Dios.

Dicho de otro modo, estas gracias no son adquiridas, sino infundidas o concedidas, son dones del Señor. Y agregamos que serían concedidas en sus propios medios, la oración y fe Su Palabra. Un hombre pudiera hacer lo que la Biblia manda para tener gozo, pero si no tiene la bendición del Señor, no podría gozarse. Eso es prerrogativa divina: “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican” (Salmo 127:1).

Vivimos una vida sumamente agitada, hay no pocas tensiones dentro y fuera del hogar. Necesitamos la paz de Dios que sosiegue y no nos deje zozobrar.

Al presente, pues, es necesario que el Señor nos vea con ojos de misericordia y nos bendiga con esta petición: “Nos llene de todo gozo y paz”.

Además que estamos más cerca de la gloria que cuando creímos, ahora más que antes es necesario ser llenos del gozo que prepara el alma para el cielo. El gozo del alma saludable que está más próxima del final glorioso. Es, pues, por medio de este gozo celestial, que el Señor Jesús infunde al corazón creyente seguridad de Su eterno amor, y que por gracia nos pertenece la vida eterna. Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

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