lunes, 15 de febrero de 2010

Meditación del 15 de Febrero

Pero yo miraré a Jehová; esperaré en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará!” (Miqueas. 14:7).


Cuando las cosas están en confusión espiritual, el pueblo santo no ha de desmayar sino ver a Dios. De no hacerlo así, sería amarga evidencia de un corazón insensible al estado y condición adverso de la iglesia.

El profeta había analizado la situación que le había tocado vivir y concluyó con gemir de lo profundo de su alma, un dolor espiritual intenso, y además sin hombre o mujer en quien confiar, como si todas las puertas se hubiesen cerrado, de ahí su conclusión: “Yo miraré a Jehová; esperaré en el Dios de mi salvación” (v.7). Esto es, que si al mirar o buscar ayuda de las criaturas nos lleva a frustración o desconcierto, entonces tenemos más que razones para mirar, esperar o confiar en nuestro Dios.

Al mirar de cerca las palabras del profeta se puede notar que apoyó su alma en dos asuntos.

El dijo: “Yo miraré a Jehová”; esto es, que estoy seguro que Su presencia estará conmigo, y en el Nuevo Testamento la promesa es más clara: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateos 28:20).

Miqueas agregó: “Esperaré en el Dios de mi salvación”; o que estaba confiado en el amor de Dios con el como creyente. Esto es, que el Señor ha hecho suficiente provisión para tal época.


Hay dos promesas para ti: Su presencia y Su amor.

Su presencia. El Señor ha asegurado a su pueblo darle una salida segura a los suyos, aún en medio del mayor peligro, dificultad o desespero.

Su amor. En medio de la confusión moral o espiritual, el pensamiento casi obligado es que nos ha llegado la fatalidad, que nos ha ocurrido lo peor, que el Señor se ha olvidado, eso dice la mente carnal o natural que sólo se informa por los sentidos; pero cuando instruimos nuestros corazones con la palabra de fe, el asunto toma un color muy diferente, la situación se torna de amargo a dulce, y tal verdad es lo que dice la palabra de este texto: “Yo miraré a Jehová; esperaré en el Dios de mi salvación.” Amén.

P. Oscar Arocha. www.ibgracia.org

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