Fielmente, Dios dirige los caminos de quienes confían en El con todo su corazón (Proverbios 3:5-6). Pero algunas veces, como experimentara Moisés en Exodo 18, Dios nos dirige mediante palabras de corrección de alguien más.
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La reunión entre Moisés y Jetro fue dulce. Moisés contento de recibir nuevamente a su esposa y sus dos hijos. Y Jethro maravillado al escuchar de labios de Moisés la historia de las diez plagas, el pilar de la presencia de Dios, la travesía del Mar Rojo, la provisión del maná, el agua de la roca. Jetro se gozó en gran manera con tales demostraciones sin paralelo del poder divino y confesó la supremacía de Dios en todas las cosas.
Luego, observó las labores diarias de su yerno. Moisés era claramente un profeta extraordinario, líder y juez. Pero gastaba el día entero resolviendo problemas y disputas. Y el número de personas en fila que esperaban ser escuchadas crecía a medida que transcurría el día. Jetro podía sentir su frustración. Parecía como una erupción a punto de explotar.
Cuando finalmente Moisés tomó un descanso, Jetro pidió que le aclarase una cuestión: “¿Qué es esto que haces con el pueblo? ¿por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? (v.14). Observen que Jetro no asumió estar en lo correcto. Quizás Moisés tenía alguna buena razón. Hacer la pregunta fue sabio y amable. Esto le dió a Moisés oportunidad de explicar el trabajo que Dios le había asignado: el Señor instruyó a Moisés sobre la ley, y él enseñaba al pueblo a aplicarla en situaciones particulares.
Esto era útil. Moisés entendía su llamado y trabajaba duro para servir a todos.
Al comprender esto, entonces Jetro le dice: no está bien lo que haces; desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo (v.17-18).
En otras palabras, la misión es correcta pero el método está equivocado. Sistemas erróneos pueden socavar las mejores intenciones.
Ahora bien, Moisés estaba acostumbrado a ser criticado. Algunas facciones casi de continuo ponían su liderazgo en entredicho. Pero con Jetro era diferente. El vió el problemas, buscó entenderlo, identificó la debilidad central, y ofreció una solución (v.19-23) que incluía y servía tanto al llamado de Moisés como a las necesidades del pueblo. Jetro realmente quería el bien de ambos.
Un consejero así es muy raro en este mundo.
Imagino que el consejo correctivo debe haberle picado un poco a Moisés. A mí me habría picado. Nuestras caídas y orgullosas naturalezas odian que nos señalen errores o debilidades propias.
Pero la respuesta de Moisés revela su humildad. No puso a Jetro aparte, como alguien de fuera sin entendimiento. Tampoco intentó proteger su reputación al mentir que había estado pensando en el asunto él mismo. Y tampoco sacó a relucir su rango o recordarle a Jetro quién escuchaba más la voz de Dos. Moisés recibió el consejo de Jetro con humildad y rápidamente lo implementó.
Un líder así es muy raro en este mundo.
Hay algo más, asombroso, en la respuesta de Moisés. Aunque recibía revelación frecuente y directa de Dios, no tenía cerrado el entendimiento en cuánto a cómo Dios habla o dirige. Puesto que Dios gobierna todas las cosas, él podía fácilmente dirigirle a través de su suegro o a través de una nube. Moisés no era tambaleado por las opiniones humanas. Pero era un hombre cuyo oído estaba presto, siempre escuchando a Dios. Había sido transformado por la renovación de su mente y por las pruebas capaz de discernir la voluntad de Dios (Romanos 12:2).
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¿Qué nos enseña Jetro sobre el proporcionar corrección santa a alguien?
Primero, hemos de identificar maneras específicas de cómo Dios está trabajando en y a través de una persona y gozarnos en verdad con él o con ella.
Segundo, hemos de tener presente el bien de cada quien involucrado y ser capaces de describir en qué consiste.
Tercero, hemos de hacer preguntas esclarecedoras antes de criticar o aconsejar, con el fin de tener idea precisa de la situación.
Y cuarto, hemos de ser específicos en nuestra corrección, con gracia, y de ser posible, trabajar con él o ella para encontrar una solución útil.
¿Qué nos enseña Moisés sobre recibir corrección de alguien más?
Primero, todos nosotros, aún los más dotados, tenemos áreas que ameritan corrección.
Segundo, la corrección es una oportunidad para cultivar valorar la gloria de Dios y el bien de otros por encima de nuestra reputación. Nos ayuda a no pensar más alto de nosotros mismos de lo que debiéramos pensar.
Tercero, Dios puede traer corrección por medio de la persona menos esperada. Debiéramos mantener nuestros oídos y comunicación abiertos y ser receptivos a sus ideas.
Jon Bloom. Desiring God.
http://www.desiringgod.org/Blog/2240_when_gods_direction_comes_through_correction/
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